jueves, 20 de junio de 2019

La cortesana


Por Julio González Villa*

Julio González Villa
El diccionario de la Real Academia de la lengua tiene varias acepciones de la palabra cortesana:

“1. adj. Perteneciente o relativo a la corte.
2. adj. Que se comporta con cortesanía.
3. adj. Dicho de una mujer: Que ejerce la prostitución, especialmente si lo hace de manera elegante o distinguida.
5. m. y f. Palaciego que servía al rey en la corte.
6. m. y f. Persona que sirve obsequiosamente a un superior.
7. f. Mujer de costumbres libres.”

En mi humide opinión quien le dio más fuerza a estos adjetivos fue Luis XIV cuando de su pabellón de caza creó el más majestuoso palacio, no en París, sino en una alejada aldea llamada Versalles.

Luis XIV, creador del centralismo político, a quien se personifica con la famosa frase: ¡El Estado soy yo!, pudo gobernar a Francia y convertirla en potencia y centro de Europa, ordenando a todos sus pares: duques, condes, marqueses, vizcondes, ir a Versalles, residir en Versalles, ¿Para qué? Para controlarlos, para evitar rebeliones, para tener noticia de primera mano de lo que sabía y hacía cada jefe de sus regiones.

Ese es el origen de la Corte a la que me refiero, la corte que hizo surgir a la cortesana, pues cada habitación, cada esquina de Versalles, se convirtió casi en un elegante prostíbulo. Nadie podía irse a sus condados, marquesados, ducados a producir, sólo vegetaban, jugaban cartas, coqueteaban, eran infieles, temían, conspiraban, conversaban, etc…

En la Constitución Nacional se consagró en el artículo 49 que: El porte y el consumo de sustancias estupefacientes o sicotrópicas está prohibido, salvo prescripción médica”.

Y la misma Constitución ordena a la Corte Constitucional defender y salvaguardar la Constitución: Artículo 241 A la Corte Constitucional se le confía la guarda de la integridad y supremacía de la Constitución…”

Y el artículo 230 ordena que: Los jueces, en sus providencias, sólo están sometidos al imperio de la ley.

Y el artículo 4 de la Carta Política afirma que la Constitución es norma de normas.

De la simple lectura de los textos constitucionales fluye en forma prístina, clara, cristalina, fluída, que no se puede tolerar que en los parques públicos exista un “pico y placa” para aspirar cocaína, fumar marihuana o inyectarse heroína.

Cuando una Corte sale en los medios a expresarse sin una sentencia escrita sino con un informe de prensa, cuando se expresa en twitter, no es una Corte, es una simple cortesana al mejor estilo de la corte de Versalles.