Por Andrés de Bedout
Jaramillo*
Este recurso natural no
renovable, súper contaminante desde su extracción hasta su utilización, fuente
de energía en vía de extinción, ha sido el factor de enriquecimiento
desproporcionado de unos pocos; a su vez, medio de subsistencia de los países
productores; es más, la economía colombiana tiene una muy alta dependencia de
las exportaciones de este mineral, inclusive la tendencia en estos momentos es
a que su precio suba.
Desafortunadamente los
grupos guerrilleros, paramilitares y demás bandas al margen de la ley, criminales
que en última instancia obedecen al narcotráfico y a las fuerzas paralelas a
las del Estado, como lo establecen los objetivos del partido comunista, están
utilizando el petróleo, luego de procesarlo en refinerías clandestinas, como
insumo de primer orden en los laboratorios de producción de cocaína. Todo esto
lo disfrazan con las voladuras al oleoducto que atraviesa buena parte del país,
con afectaciones ecológicas, sociales y económicas muy graves; aun así,
Ecopetrol genera utilidades; ¿cómo sería si se lograra un acuerdo con el ELN?
El agotamiento físico
de las reservas, el descubrimiento de otras fuentes para producir energía, la
necesidad de cuidar el medio ambiente, hacen que el petróleo tienda a
desaparecer en un corto, de pronto, mediano plazo. Claro que eso mismo pensaba
yo con el carbón, hace unos 30 años, cuando nos correspondió manejar minas de
socavón para la extracción de este mineral, hoy súper demandado por las grandes
potencias que todavía lo utilizan en su generación de energía.
Colombia debe
aprovechar las pocas reservas que le quedan, así sea utilizando el fracking, con responsabilidad ambiental
total. Las autoridades ambientales deben hacer una revisión minuciosa del
cumplimiento de las normas ambientales en todas las explotaciones petroleras en
nuestro país. Son muchas las denuncias de las comunidades sobre las afectaciones
en sus territorios con dichas explotaciones y aquí no estamos hablando de que
los afectados sean de izquierda o infiltrados, son afectados en su patrimonio y
en su medio ambiente, circunstancias de fácil medición cuando hay voluntad de
hacerlo. Todos los explotadores de petróleo se tienen que dar la pela, dejar la
codicia, invertir en todas las medidas de mitigación; no se la pueden ganar
toda y dejar embaladas a las comunidades con los problemas ambientales que
generan.
Definitivamente, si las
medidas de mitigación ambiental resultan tan costosas, que no permitan el
cierre financiero del fracking, no se
podrá explotar ese petróleo y no se pueden permitir ningún tipo de esguinces
que terminen afectando los acuíferos, y por ende a las comunidades, para hacer
que los proyectos cuenten con cierre financiero.
La codicia sin hígados,
así genere muchas utilidades para muy pocos que se puedan justificar con
impuestos y regalías, dejan miles de hectáreas inutilizadas y a sus dueños en
la miseria, totalmente desamparados, y más si se trata de comunidades pobres y
olvidadas.
De aquí la importancia
de que sean empresas del estado, o por lo menos de economía mixta con mayoría
de capital público, las que puedan adelantar este tipo de proyectos. No hay
cuña que apriete más que la del mismo palo, en este tipo de empresas, el
cumplimiento de las normas ambientales por parte de sus administradores tiene
que ser al pie de la letra, so pena de sanciones que pueden generar acciones de
repetición que afectan sus propios patrimonios; además, las entidades de vigilancia
y control quedan por fuera de la posibilidad de que sus funcionarios sean
comprados para hacerse los de la oreja mocha o desviar investigaciones. No es
sino mirar como le han caído a las EPM todas las autoridades de vigilancia y
control, por el tema de Hidroituango.
En YouTube encontramos la historia de los países árabes y las riquezas
de los jeques y sus inmensas familias, en países que eran absolutamente pobres
y hoy, gracias al petróleo, son inmensamente ricos, entre comillas, porque gran
cantidad de su población vive en condiciones precarias de pobreza y unos pocos
en una riqueza que les permite en sus colecciones
de automotores de alta gama, carros y motos forrados en diamantes, palacios y
aviones forrados en oro; en fin, una
cantidad de excentricidades obscenas, que, gracias a la codicia, no
permiten que esos recursos mal utilizados se inviertan en el bienestar de las
comunidades más pobres. Inclusive, en esos países petroleros son conscientes
de que sus reservas se están agotando y están convirtiendo esos desiertos en
ciudades modernas orientadas al turismo, al comercio y a los servicios. Me
asalta la duda de si ya no hay una sobreoferta de turismo en el mundo y los
excedentes de ese oro negro se deban invertir en otras actividades productivas.
En Colombia, Ecopetrol,
empresa mixta con mayoría de capital público, produce muy buenos dividendos
para alimentar el presupuesto de la nación; paradójicamente, Reficar ha sido
factor determinante en los resultados de la empresa, pero no podemos olvidar
que el presupuesto de la nación está desbalanceado y se requieren más recursos
para poder llevar bienestar a las comunidades más desfavorecidas. Pero la
sostenibilidad de la empresa depende del fracking,
mientras se proyectan a las otras energías alternativas, con miras a los
próximos 10 o 20 años de reservas en nuestro territorio.
Venezuela tiene que
moverse rápido y poner a funcionar a toda máquina su empresa petrolera PDVSA. Sería
su salvación a la crisis; siempre y cuando, la codicia, que también genera
corrupción, se los permita, evitando que sean unos pocos los que se lucren y
puedan iniciar el proceso de reconstrucción de su país, que cuenta con las
mayores reservas de ese oro negro.
Mejor dicho, toca
aprovechar la riqueza que nos pueden generar las reservas del petróleo,
haciendo su extracción con responsabilidad ambiental y social, sin codicia y
sin corrupción, aprovechándolas en la satisfacción de las necesidades más sentidas
de las comunidades más desfavorecidas, invirtiendo en infraestructura
productiva, generadora de empleo y de riqueza, y preparando la empresa para el
futuro con energías alternativas que suplan el agotamiento del petróleo.
Esas energías
alternativas también se tendrán que hacer con responsabilidad social y
ambiental, son infraestructuras muy costosas que, en su instalación y
funcionamiento, utilizando el aire, el sol, el agua, el mar, presentarán
afectaciones al medio ambiente; todo objeto extraño a la naturaleza afecta el
medio ambiente.
El mundo requiere de la
energía para su supervivencia y desarrollo.