Por Antonio Montoya H.*
Todos
los colombianos sin distingo de clase social, raza, sexo o condición queremos y
deseamos un país incluyente en el que se respeten los derechos de unos y otros,
pero, en el que también los unos y los otros, cumplamos con las obligaciones
que surgen de ser ciudadanos y de respetar la civilidad y la convivencia
ciudadana.
Un
país, no mantiene un gobierno democrático, si sus partidos no son fuertes, sino
se respetan entre ellos mismos y no se mantiene el pilar de la independencia de
las ramas del poder público, la justicia, el legislativo y el ejecutivo. Hoy
dos de ellos tienen grandes falencias:
La
rama judicial no es pronta, ni es imparcial y está politizada, lo cual es malo
y no genera credibilidad desde su máximo poder que es la Corte suprema de Justicia.
La
rama legislativa lleva dos años en lo mismo, ley de financiamiento, discutiendo
sobre la ley de la JEP, su estructura, el marco jurídico y excepciones. No
anda, son dos años y no hay verdad, ni reparación y mucho menos justicia.
No
me refiero al ejecutivo, porque le ha tocado la más dura, como lo he dicho. Gobierna
sin mermelada, con un congreso en contra y todo el mundo haciendo paros, mítines,
manifestaciones y buscando pescar en río revuelto. Doy un compás de espera de más
de seis meses y hasta que cumpla el primer año porque pienso que antes será
difícil evaluarlo. Lo que sí es claro, y lo debo expresar con contundencia, es
que, si a nuestro presidente le va mal, nos va mal a todos, por ende, es hora de
definir cuál es el país que queremos, en el que deseamos vivir y en el que las
generaciones futuras tengan posibilidades y una buena vida.
Sorprende
la prensa nacional, los dirigentes de los partidos, los senadores y
representantes porque casi todos concuerdan con las fuerzas de la oposición en
que todo va mal, lo cual no es verdad. Es dañino y no permite consolidar el
trabajo colectivo del país, ellos las fuerzas de la oposición ya no gobiernan,
manejaron el país ocho años y según ellos era lo mejor. Pues bien, si lo fue,
sigamos construyendo sobre lo que hicieron bien, el nuevo país, el que quedó después
del acuerdo de paz, el que debe generar estabilidad, empleo y seguridad.
En
este momento, en Colombia, tenemos legalmente constituidos nueve partidos
políticos, de los cuales, cuatro de ellos, son de origen puramente liberal y
algo de mezcla, ellos son:
El Partido Liberal
Colombiano,
liderado por César Gaviria, expresidente de Colombia, expresidente de la OEA,
quien, a pesar de conocer el mundo, de vivir la política internacional continúa
creyendo que la política nacional se maneja a través de él. Por ello están
surgiendo disidencias y dejándolo solo al mando del partido, tal vez acompañado
por su hijo. Se le fueron líderes del partido que conformaron con el exsenador
Cristo, rancho aparte y eso mina su autoridad y liderazgo. Esta ala de
liberales, liderados por el exministro Juan Fernando Cristo, que se retiraron
del Partido Liberal por no compartir la forma en que lo dirige el expresidente
César Gaviria, aspira a convertirse en partido, y lanzará listas propias en las
elecciones de octubre, por firmas o con alianzas
Cambio Radical, liderado por el
doctor Germán Vargas, a quien, a título personal, considero que es el mejor
preparado de Colombia, que tiene claro su programa de gobierno, pero que le
faltó entender que se debían buscar líderes en cada región para ganar las
elecciones. Él solo no es el partido. Partido que también es de origen liberal.
La U, fundada por el
expresidente Uribe y otros valiosos personajes colombianos, después liderada
por el expresidente Santos y de la que hoy hacen parte muchos políticos que se
la han pasado en su vida publica de un lado a otro como veletas.
El Centro Democrático, fundado por el
expresidente Álvaro Uribe y muchos de los que lo acompañaron en el ejercicio
del poder durante ocho años. Partido fuerte, con muchas tendencias, pero
liderado con disciplina por el presidente Uribe. Asumió la tarea, no fácil, por
cierto, de recuperar el camino de nuestro país, luchando contra todos y con una
fundamentación ideológica clara.
Existen
otras tendencias, una de ella liderado por los hermanos Galán, que desean, y no
lo han logrado, revivir la personería jurídica del Nuevo Liberalismo.
El Partido Conservador, que se mantiene vivo,
que se está reorganizando, que sigue aspirando a ser una fuerza activa
políticamente, tiene buenos hombres, pero no cuenta con un gran líder a
excepción del expresidente Andrés Pastrana y del doctor Luis Alfredo Ramos, hoy
en el Centro Democrático.
En
próxima ocasión escribiré de la ideología de cada uno de los partidos
mencionados, si son afines entre sí, o son diametralmente tan opuestas que generen
una ruptura definitiva y eviten buscar caminos de trabajo conjunto para
salvaguardar el país del socialismo que pretenden implementar. A ojos vistos si
nos descuidamos y no somos solidarios y trabajamos arduamente para gestionar un
desarrollo armónico, contando con la sociedad que sufre y añora una mejor
condición de vida, estaremos en las garras de la izquierda, con un
empoderamiento total en el país y revirtiendo el camino democrático que tenemos
hace 210 años, que ha costado vidas, sangre y dolor.
La
izquierda tiene también muchas tendencias, unas más centradas y otras
desbordadas como el populismo de Petro, la fogosidad de Claudia López, el
conocimiento de Jorge Robledo y todos ellos acompañados de personajes que
muestran el odio y el rencor por las instituciones y quieren arrasar con todo
lo que sea historia, legalidad y orden, y no valdrá sino lo que ellos impongan.
Con
este panorama, como ustedes podrán analizar después de leerlo, no estamos lejos
de caer en las garras del socialismo desbordado, parecido al de Chávez, Maduro
y Diosdado, alimentado por algunos países del mundo y por grupos guerrilleros
nuestros, que si bien se han sometido, quieren participar activamente en la
vida publica para lograr lo que no pudieron con las armas.