lunes, 15 de abril de 2019

El país que queremos


Por Antonio Montoya H.*

Antonio Montoya H.
Todos los colombianos sin distingo de clase social, raza, sexo o condición queremos y deseamos un país incluyente en el que se respeten los derechos de unos y otros, pero, en el que también los unos y los otros, cumplamos con las obligaciones que surgen de ser ciudadanos y de respetar la civilidad y la convivencia ciudadana.

Un país, no mantiene un gobierno democrático, si sus partidos no son fuertes, sino se respetan entre ellos mismos y no se mantiene el pilar de la independencia de las ramas del poder público, la justicia, el legislativo y el ejecutivo. Hoy dos de ellos tienen grandes falencias:

La rama judicial no es pronta, ni es imparcial y está politizada, lo cual es malo y no genera credibilidad desde su máximo poder que es la Corte suprema de Justicia.

La rama legislativa lleva dos años en lo mismo, ley de financiamiento, discutiendo sobre la ley de la JEP, su estructura, el marco jurídico y excepciones. No anda, son dos años y no hay verdad, ni reparación y mucho menos justicia.

No me refiero al ejecutivo, porque le ha tocado la más dura, como lo he dicho. Gobierna sin mermelada, con un congreso en contra y todo el mundo haciendo paros, mítines, manifestaciones y buscando pescar en río revuelto. Doy un compás de espera de más de seis meses y hasta que cumpla el primer año porque pienso que antes será difícil evaluarlo. Lo que sí es claro, y lo debo expresar con contundencia, es que, si a nuestro presidente le va mal, nos va mal a todos, por ende, es hora de definir cuál es el país que queremos, en el que deseamos vivir y en el que las generaciones futuras tengan posibilidades y una buena vida.

Sorprende la prensa nacional, los dirigentes de los partidos, los senadores y representantes porque casi todos concuerdan con las fuerzas de la oposición en que todo va mal, lo cual no es verdad. Es dañino y no permite consolidar el trabajo colectivo del país, ellos las fuerzas de la oposición ya no gobiernan, manejaron el país ocho años y según ellos era lo mejor. Pues bien, si lo fue, sigamos construyendo sobre lo que hicieron bien, el nuevo país, el que quedó después del acuerdo de paz, el que debe generar estabilidad, empleo y seguridad.

En este momento, en Colombia, tenemos legalmente constituidos nueve partidos políticos, de los cuales, cuatro de ellos, son de origen puramente liberal y algo de mezcla, ellos son:

El Partido Liberal Colombiano, liderado por César Gaviria, expresidente de Colombia, expresidente de la OEA, quien, a pesar de conocer el mundo, de vivir la política internacional continúa creyendo que la política nacional se maneja a través de él. Por ello están surgiendo disidencias y dejándolo solo al mando del partido, tal vez acompañado por su hijo. Se le fueron líderes del partido que conformaron con el exsenador Cristo, rancho aparte y eso mina su autoridad y liderazgo. Esta ala de liberales, liderados por el exministro Juan Fernando Cristo, que se retiraron del Partido Liberal por no compartir la forma en que lo dirige el expresidente César Gaviria, aspira a convertirse en partido, y lanzará listas propias en las elecciones de octubre, por firmas o con alianzas

Cambio Radical, liderado por el doctor Germán Vargas, a quien, a título personal, considero que es el mejor preparado de Colombia, que tiene claro su programa de gobierno, pero que le faltó entender que se debían buscar líderes en cada región para ganar las elecciones. Él solo no es el partido. Partido que también es de origen liberal.

La U, fundada por el expresidente Uribe y otros valiosos personajes colombianos, después liderada por el expresidente Santos y de la que hoy hacen parte muchos políticos que se la han pasado en su vida publica de un lado a otro como veletas.

El Centro Democrático, fundado por el expresidente Álvaro Uribe y muchos de los que lo acompañaron en el ejercicio del poder durante ocho años. Partido fuerte, con muchas tendencias, pero liderado con disciplina por el presidente Uribe. Asumió la tarea, no fácil, por cierto, de recuperar el camino de nuestro país, luchando contra todos y con una fundamentación ideológica clara.

Existen otras tendencias, una de ella liderado por los hermanos Galán, que desean, y no lo han logrado, revivir la personería jurídica del Nuevo Liberalismo.

El Partido Conservador, que se mantiene vivo, que se está reorganizando, que sigue aspirando a ser una fuerza activa políticamente, tiene buenos hombres, pero no cuenta con un gran líder a excepción del expresidente Andrés Pastrana y del doctor Luis Alfredo Ramos, hoy en el Centro Democrático.

En próxima ocasión escribiré de la ideología de cada uno de los partidos mencionados, si son afines entre sí, o son diametralmente tan opuestas que generen una ruptura definitiva y eviten buscar caminos de trabajo conjunto para salvaguardar el país del socialismo que pretenden implementar. A ojos vistos si nos descuidamos y no somos solidarios y trabajamos arduamente para gestionar un desarrollo armónico, contando con la sociedad que sufre y añora una mejor condición de vida, estaremos en las garras de la izquierda, con un empoderamiento total en el país y revirtiendo el camino democrático que tenemos hace 210 años, que ha costado vidas, sangre y dolor.

La izquierda tiene también muchas tendencias, unas más centradas y otras desbordadas como el populismo de Petro, la fogosidad de Claudia López, el conocimiento de Jorge Robledo y todos ellos acompañados de personajes que muestran el odio y el rencor por las instituciones y quieren arrasar con todo lo que sea historia, legalidad y orden, y no valdrá sino lo que ellos impongan.

Con este panorama, como ustedes podrán analizar después de leerlo, no estamos lejos de caer en las garras del socialismo desbordado, parecido al de Chávez, Maduro y Diosdado, alimentado por algunos países del mundo y por grupos guerrilleros nuestros, que si bien se han sometido, quieren participar activamente en la vida publica para lograr lo que no pudieron con las armas.