Por John Marulanda*
La
OTAN fue creada en 1949 para enfrentar la amenaza expansionista soviética. La
izquierda internacional siempre ha deseado que esta coalición desaparezca, "antes de que sea demasiado tarde",
según el parlamentario alemán Alexánder Neu. Y claro, el Brexit la afectaría
fuertemente. En 2018, Colombia fue el primer país latinoamericano en
convertirse en socio global de este pacto, según Santos “para construir el país moderno que queremos dejarle a las nuevas
generaciones”. El mando militar santista, se regodeó con la OTAN
(Multimisionalidad, estados mayores burocratizados, planes complejos de
armonizar, apaciguamiento sicológico) mientras el ELN, las FARC, el EPL y el
narcotráfico crecían incontrolables.
Mike
Pompeo, quien visitará Cúcuta el domingo, dijo hace poco: “Debemos adaptar la OTAN para amenazas emergentes. Agresión rusa,
terrorismo islámico radical, migración descontrolada, ataques cibernéticos,
amenazas a la seguridad energética, competencia estratégica china…”,
amenazas todas reunidas desde Miraflores. La vieja estructura anti rusa,
entonces, podría realinear su interés geográfico ahora que Pence y Netanyahu
andan muy cercanos a Bolsonaro, Abrans visita Europa hablando sobre Venezuela y
Pompeo tantea Suramérica.
En
Venezuela, utilizando el gobierno tiránico, el gobierno madurista, y los recursos
procedentes del crimen organizado internacional, complotan Rusia, China, Irán,
Turquía y Cuba, todos antinorteamericanos. Una muestra reciente: la sancionada
iraní Mahan Air, reestableció los vuelos Teherán-Caracas-Teherán, justo el día
en que Washington declaró terrorista a la Guardia Revolucionaria de los
Ayatolás.
En
el Foro sobre Seguridad con los entonces precandidatos presidenciales del CD,
en Cali, en el 2017, mostré un video que citaba a un general Fernando Martínez
quien, desde Holanda, anunciaba una posible intervención humanitaria de la OTAN
en Venezuela, a solicitud de la OEA o la ONU. Dada la campaña preelectoral en
US y que Trump, a diferencia de sus antecesores, no ha estrenado su músculo
militar, con la Doctrina Monroe como sustento histórico-geográfico, el
humanitarismo como excusa y la OTAN como herramienta, “todas las opciones siguen sobre la mesa”. Nuestros militares ¿se
verían compelidos por US-OTAN a actuar, a pesar de la declarada reticencia
gubernamental?
Que
Abrams declare que no “…estemos pensando,
en este momento, en una reacción militar”, recuerda que la sorpresa siempre
es un factor decisivo. Desgraciadamente, las guerras las decretan las potencias
y las hacen los países periféricos o pobres como Colombia y Venezuela. Ni
Caracas, ni Bogotá, tienen cómo sostener un conflicto, a menos que Washington o
Moscú o Beijing, lo consideren necesario, oportuno o ventajoso. Remembre Siria.