martes, 16 de abril de 2019

De cara al porvenir: metamorfosis


Por Pedro Juan González Carvajal*

Pedro Juan González Carvajal
Resulta por lo menos curioso, confrontar las actitudes y posiciones de ciertas personas cuando ocupan un cargo, y luego cuando lo dejan.

Les insisto a mis alumnos que es la persona, el ciudadano, el profesional, quien debe darle brillo al cargo y no al contrario.

Cualquier cargo o posición es temporal y por lo tanto su nivel de poder e influencia, efímeros.

Comportamientos soberbios mientras se ocupa el cargo y opaca, inocua e intrascendente existencia, medrando los círculos de poder, para poder aspirar a nuevos aires, cuando no los ocupan, es propio de los mediocres.

Varios expresidentes hablan duro, con fuerza y razones para legalizar la droga y critican abiertamente la ineficaz política antidrogas impulsada por los Estados Unidos desde hace algunos decenios, mientras que cuando ocupaban el alto cargo, mantenían posturas sumisas y genuflexas alrededor del tema, eso sí, con rodilleras nuevas para cuando se tenían que reunir con su homólogo del norte.

Pareciera que todos los exministros se vuelven inteligentes cuando abandonan el cargo, mientras la mayoría desarrollaban ejecutorias mediocres mientras lo ocupaban.

Ni qué decir de los políticos que en su ocaso quieren fungir y aparecer como patriarcas, olvidando o haciendo olvidar que en su lejana juventud se abrían paso oficiando como “tirapiedras”.

Simpáticos los exempresarios o exaltos ejecutivos que predican lo poco necesario que es tener algunas comodidades como oficina y baño privado, secretaria y conductor, cosa que no reconocían cuando disfrutaban de las mieles de sus altos puestos.

Extraño el divorciado (a) que le reconoce puntos favorables a su expareja.

Dichosas las novias que todas se ven bonitas y los fallecidos que en la mayoría de los casos eran unos prohombres, haciendo caso al dicho de que “No hay novia fea ni muerto malo”.

Humildad y sencillez no son sinónimos, pero si son posturas y comportamientos necesarios dentro de una relación respetuosa entre los distintos grupos de humanos. Equidad, justicia, respeto, son atributos necesarios para realizar una convivencia civilizada. La promoción de estos valores es responsabilidad de la casa como primera escuela, y de la escuela como segunda casa.

No es necesario ser débil ni complaciente para poder ejercer la autoridad. Las decisiones deben ser tomadas dentro de la lógica y la racionalidad propias de los seres inteligentes. Cualquier toma de decisión toca intereses de algún tipo y para algunos grupos específicos. Sin embargo, la decisión debe ser tomada. Nadie tendría por qué recordar a los subalternos que él es quien manda. Postura mediocre que demuestra inseguridad y falta de altura con respecto a las relaciones entre humanos.

Insistimos en la conveniencia de dotar a Medellín de un adecuado centro de espectáculos, de un autódromo que cumpla con las especificaciones de la Fórmula 1 y de un velódromo cubierto. De igual manera, darle continuidad al esfuerzo de intervención de las aceras y los separadores de toda la ciudad.