Por Pedro Juan González Carvajal*
Resulta por lo menos curioso, confrontar las
actitudes y posiciones de ciertas personas cuando ocupan un cargo, y luego
cuando lo dejan.
Les insisto a mis alumnos que es la persona, el
ciudadano, el profesional, quien debe darle brillo al cargo y no al contrario.
Cualquier cargo o posición es temporal y por lo
tanto su nivel de poder e influencia, efímeros.
Comportamientos soberbios mientras se ocupa el
cargo y opaca, inocua e intrascendente existencia, medrando los círculos de
poder, para poder aspirar a nuevos aires, cuando no los ocupan, es propio de
los mediocres.
Varios expresidentes hablan duro, con fuerza y
razones para legalizar la droga y critican abiertamente la ineficaz política
antidrogas impulsada por los Estados Unidos desde hace algunos decenios,
mientras que cuando ocupaban el alto cargo, mantenían posturas sumisas y
genuflexas alrededor del tema, eso sí, con rodilleras nuevas para cuando se
tenían que reunir con su homólogo del norte.
Pareciera que todos los exministros se vuelven
inteligentes cuando abandonan el cargo, mientras la mayoría desarrollaban
ejecutorias mediocres mientras lo ocupaban.
Ni qué decir de los políticos que en su ocaso
quieren fungir y aparecer como patriarcas, olvidando o haciendo olvidar que en
su lejana juventud se abrían paso oficiando como “tirapiedras”.
Simpáticos los exempresarios o exaltos
ejecutivos que predican lo poco necesario que es tener algunas comodidades como
oficina y baño privado, secretaria y conductor, cosa que no reconocían cuando
disfrutaban de las mieles de sus altos puestos.
Extraño el divorciado (a) que le reconoce
puntos favorables a su expareja.
Dichosas las novias que todas se ven bonitas y
los fallecidos que en la mayoría de los casos eran unos prohombres, haciendo
caso al dicho de que “No hay novia fea ni
muerto malo”.
Humildad y sencillez no son sinónimos, pero si
son posturas y comportamientos necesarios dentro de una relación respetuosa
entre los distintos grupos de humanos. Equidad, justicia, respeto, son
atributos necesarios para realizar una convivencia civilizada. La promoción de
estos valores es responsabilidad de la casa como primera escuela, y de la
escuela como segunda casa.
No es necesario ser débil ni complaciente para
poder ejercer la autoridad. Las decisiones deben ser tomadas dentro de la
lógica y la racionalidad propias de los seres inteligentes. Cualquier toma de
decisión toca intereses de algún tipo y para algunos grupos específicos. Sin embargo,
la decisión debe ser tomada. Nadie tendría por qué recordar a los subalternos
que él es quien manda. Postura mediocre que demuestra inseguridad y falta de
altura con respecto a las relaciones entre humanos.
Insistimos en la conveniencia de dotar a
Medellín de un adecuado centro de espectáculos, de un autódromo que cumpla con
las especificaciones de la Fórmula 1 y de un velódromo cubierto. De igual
manera, darle continuidad al esfuerzo de intervención de las aceras y los
separadores de toda la ciudad.