Por John Marulanda*
En
una entrevista con Foreign Policy, el almirante Faller, comandante del Comando
Sur y primer responsable de cualquier acción militar en Venezuela, llamó la
atención sobre una campaña china de desinformación en contra de US, en la
crisis venezolana. Y es que la República Popular China no solo está involucrada
en el drama de Caracas ¾ha vendido más de U$
615 millones en armas a Miraflores y “lo puede cambiar todo” dice un académico¾
sino que avanza discreta, paciente e inexorablemente en la región.
Sus
importaciones desde Latinoamérica han subido del 3 al 18%; es el mayor socio
comercial de Argentina, Chile, Perú y Brasil, en donde comprará 4 millones de
hectáreas en Roraima, Estado donde campean las FARC. Ya se han documentado
contactos de grupos narcocriminales de México, Colombia y Venezuela con mafias
chinas para lavar dinero a través de entidades bancarias del país asiático.
Roberto Saviano advierte: “cuando el
ciudadano medio chino, empleado u obrero, pueda consumir cocaína, quien posea
en ese momento ‘el gramo chino’ va a gobernar al mundo”.
Hay
un avance cibernético cauteloso, de largo aliento y malicioso de la RPC que
preocupa especialmente a Estados Unidos y del cual somos objetivo velado. El
espionaje cibernético chino infiltró unas 30 compañías norteamericanas, Apple y
Amazon entre ellas, y los productos Huawei están bajo seria sospecha. El 75% de
los teléfonos móviles y el 90% de los PCs del mundo poseen chips fabricados en
China: se podrían conformar redes globales con un descomunal flujo de datos,
solo transitable por una banda muy ancha y procesable por inteligencia
artificial. En la región, Beijing vende barato o regala equipos electrónicos a
los gobiernos “amigos” o interesados, montando una potencial malla que se
convertiría en un sistema de vigilancia ciudadana extracontinental poderosa. El
profesor Evan Ellis, relaciona la instalación de 1.200 cámaras en Buenos Aires,
4.300 en Ecuador, 2.100 en Uruguay, cientos más en Bolivia, sin mencionar a Nicaragua
ni Cuba, además del establecimiento en Panamá de un centro de distribución del
más grande productor de cámaras chinas.
Mientras
Estados Unidos luce cauteloso, Rusia y Cuba operan un centro de guerra
cibernética en Venezuela, y China invierte millonadas y expande sus redes de
monitoreo electrónico y espacial en Latam, campo de batalla de una Guerra de
Cuarta Generación o Guerra Híbrida, que se libra veladamente y de la cual los
totalitarismos de Venezuela, Cuba y Nicaragua, son la avanzada.