lunes, 25 de marzo de 2019

La Jurisdicción Especial para la Paz


Por Antonio Montoya H.*

Antonio Montoya H.
La JEP es un instrumento jurídico que en mala hora surgió en las negociaciones de paz con la FARC, que pretendió y pretende ser el órgano a través del cual se juzgue, condene o absuelva a los que son admitidos a dicha jurisdicción. En el fondo, el objetivo es condenar a aquellos que cometieron distintos delitos en el trasegar de la vida guerrillera, sobre todo a los comandantes y al primer grupo de dirección, a toda la cúpula del comando superior encabezado por Timochenco y otros más que cumplían su misión en diferentes frentes del territorio nacional, así como a los que participaron en el conflicto, los militares y terceros que de una u otra forma fueron activos en el desarrollo de estos cincuenta años de guerra.

Esta bien que se sometan a decir la verdad de lo ocurrido en tantos años de violencia y se les condene si se les encuentra culpables, además que se dé la reparación y se comprometan a la no repetición. Es fácil si se cumple y someten a ello, no a dilatar, torpedear y negarse a presentarse.

Si queríamos una justicia ágil y pronta, con esta jurisdicción perdimos el año, se van a cumplir dos años del acuerdo y nadie ha visto resultados tangibles. Mucho bla, bla y nada de acción, se ha ido el tiempo en explicar en que se gastan el dinero, en crear una burocracia y otorgar contratos de increíble valor para nada, por eso es que es un adefesio jurídico la Jurisdicción Especial para la Paz. Tiene un nombre rimbombante y ha creado grandes expectativas que se están diluyendo en el tiempo, no creemos en ella y se vuelve en otro elefante blanco de la justicia en nuestro país.

Por qué no haber creado al interior de la misma Corte Suprema de Justicia una sección especial de magistrados, con investigadores apoyados por la fiscalía para encarar este tortuoso y necesario ejercicio de nuestro país para buscar la justicia, no la genérica, sino la que realmente recaiga en los responsables de los múltiples delitos que se cometieron, que no tienen justificación y que han afectado a miles de familias en Colombia, entre ellos violación, tortura, desaparición, desplazamiento, secuestro, utilización de menores, masacres, genocidios y en fin todos aquellos actos que se cometieron en el conflicto.

La verdad se debe conocer, sin ambigüedades ni engaños, así sea dolorosa, angustiante y terrible para aquellos que en forma directa van a conocer la causa de la muerte o desaparición de sus seres querido familiar y la explicación que se dé llenará sus almas de un dolor que no los dejará respirar. Es la verdad que se requiere para sanar el cuerpo y el alma no solo de sus parientes, sino de todo un país que sufrió el horror del conflicto, que vio su economía y futuro truncado por los actos vandálicos de los guerrilleros y los otros actores que hicieron parte del conflicto.

La justicia, si la hay, debe ser pronta y rápida, deberíamos tener condenas y aun no las hay, se pierde la esperanza.
La reparación no parece que se fuera a dar porque dicen que el dinero no está, que han entregado lo que tenían. Mentira, mentira, debe estar encaletado, esperando que las aguas se enfríen y proceder a legalizarlo.

La no repetición, es sin duda alguna el objetivo, el deseo que tenemos de que, aunque se den dificultades en la puesta en marcha, no se genere una desbandada y se vayan otra vez, como ya está ocurriendo, a ser parte de otros grupos. Pero, los caso que observamos de Santrich, el Paisa, Márquez y otros, que ya han sido dados de baja, hace dudar de la no repetición.

Ahora bien, además de las dificultades anteriores para el cumplimiento del objetivo final del conflicto, nos hacemos la pregunta que claramente expresó el exmagistrado de la honorable Corte suprema de Justicia, Jaime Arrubla Paucar, en el programa de televisión El Pensamiento al Aire que grabamos en días pasados en la ciudad de Medellín: para qué y por qué la Jurisdicción para la Paz tiene que tener una vigencia de veinte años. No tiene razón de ser, si va haber justicia debe ser ya, no dilatar decisiones y actuar. No debió tener más de cuatro años de duración ese esperpento jurídico, porque, además, fue un atropello contra la rama jurisdiccional, el soporte con el ejecutivo y el legislativo de la institucionalidad del país.

También, un sector grande del país se fue lanza en ristre contra el presidente Iván Duque, porque en el ejercicio de su deber constitucional considero que 6 de los 158 artículos de la ley estatutaria de la JEP, son inconvenientes. Pues lo son y de qué manera. Ahora tendrá el congreso que analizar el tema, con mucho cuidado y sin pasión, porque por causa de la polarización estamos camino del despeñadero.

No se nos puede olvidar que cuando el país se divide, el desorden crece y los populistas aprovechan para hacer y deshacer y convertirse en los lideres y mesías salvadores de la democracia. Son hábiles y así lo vemos todos los días, aprovechando las marchas para tomarse fotos, llegar a los sitios del conflicto no para apoyar sino para enrarecer más el ambiente, y eso no lo ven los líderes de los partidos, absortos en sus propias ideas y permitiendo que el país vaya al caos y aquellos otros aprovechando nuestras diferencias, para después darnos jaque mate. Así perderemos lo construido en 210 años de luchas por la democracia.