martes, 26 de marzo de 2019

De cara al porvenir: ¿Sí al fracking?


Por Pedro Juan González Carvajal*

Pedro Juan González Carvajal
Hace algunas semanas una comisión de expertos, conformada en el 2018, dio sus primeras recomendaciones y le dio luz verde, de manera preliminar, al desarrollo de planes piloto de investigación (PPI) para la explotación de hidrocarburos por este método alternativo, en desuso por parte de la mayoría de países desarrollados que tienen reservas de hidrocarburos.

En nuestro país, el país del Sagrado Corazón, donde se delimitan los parques naturales y los páramos para después otorgar licencias ambientales para la explotación de minerales, violando la legislación expedida, esta noticia no debe sorprendernos.

Es claro que en términos económicos la explotación de hidrocarburos es muy importante y significativa para el país, lo cual es un buen argumento, pero no concluyente, para determinar la aprobación de procedimientos vetados en el mundo desarrollado.

Es la visión de corto plazo, una de las causas por las cuales el activismo y la precipitud no nos dejan ni pensar, ni planear, ni ser asertivos a la hora de tomar decisiones.

Ahora que fuimos admitidos en la OCDE y que falta solo un formalismo legal interno para que esta vinculación entre en plena vigencia, se hace más que necesario estudiar las buenas prácticas y las decisiones que los países miembros han tomado alrededor del tema.

El uso del glifosato y del paraquat, el empleo del fracking, la despreocupación por el uso actual del asbesto, la venta de medicamentos prohibidos en otras latitudes, el vertimiento descontrolado de residuos propios de la minería en nuestros ríos, la voraz deforestación de nuestros bosques y nuestras selvas, es solo una pequeña muestra, de la flagrante irresponsabilidad de los órganos de control colombianos, de todos los pelambres, que no se preocupan ni se ocupan, repito, de manera irresponsable, por la salud y el bienestar de los colombianos.

La debilidad del Estado hace que tengamos fronteras desprotegidas, mares y espacio aéreo irrespetados, injerencias ajenas en los asuntos internos, patrimonios de la humanidad, otorgados por la UNESCO, descuidados; firma de contratos cuasi leoninos, Planes de Ordenamiento Territorial ( POTs ) violentados, leyes respetadas pero incumplidas, incumplimiento en la entrega oportuna y de calidad de los derechos constitucionales a los que tienen derecho los ciudadanos, ineficiencia en los procedimientos lo cual fomenta la corruptela, incumplimiento de reglas de juego internacionales, entre otras variadas circunstancias, lo que hace que la falta de gobernabilidad sea evidente y que los ciudadanos no tengamos plena confianza en las reales capacidades del Estado.

Todo lo anterior obliga a repensar al Estado y al tipo de ciudadanos que tenemos en Colombia. Solo la formación de una adecuada conciencia histórica y geográfica nos permitirá conocer, reconocer, valorar y respetar nuestro patrimonio nacional.

Arduo trabajo nos espera, puesto que para sacar adelante este importante objetivo es necesaria la existencia de un sistema educativo pertinente, lo cual hasta la fecha no lo hemos podido establecer.

Nace entonces una nueva comisión de sabios conformada por académicos, intelectuales y artistas nacionales e internacionales, con el fin de presentarle al gobierno nacional, en 10 meses, una serie de recomendaciones parta impulsar la ciencia, la tecnología y la innovación.

Ojalá esta comisión tenga más peso que aquella integrada por 10 sabios nacionales    que por encargo del entonces presidente César Gaviria, en septiembre de 1993, recibieron el encargo de presentar un documento que fue titulado como “Al filo de la oportunidad”, para impulsar la educación, la ciencia, el desarrollo económico y el progreso, documento entregado en julio de 1994.

Sea el momento entonces de insistir en la siguiente arenga: ¡Todo por Colombia, nada contra Colombia!