“Nuevas
y viejas guerras” (1), de la académica británica Mary Kaldor, se presenta
como un texto revelador sobre la naturaleza de los nuevos teatros de operaciones
bélicas. El trabajo describe los elementos constitutivos de estos escenarios, marcadamente
más insidiosos y perjudiciales que los clásicos. Y aun cuando los procesos de construcción
de poder a partir de la actividad ilícita han sido apropiadamente documentados a
lo largo de la historia, en estos nuevos conflictos se entremezclan la participación
de ejércitos regulares, estructuras del crimen organizado, economías de guerra,
banderías políticas, corrupción, ideologías, grupos armados irregulares, redes sociales,
capitales subrepticios y violación masiva y sistemática de derechos humanos. Lo
anterior deviene en una oportunidad inmejorable a efectos de ejemplificar la realidad
de la América Latina, el subcontinente más peligroso de acuerdo con Naciones Unidas,
que exhibe una tasa de homicidios promedio de 25 episodios por cada 100 mil habitantes,
cuando la media global es de 7, y contando con cinco de las diez ciudades con la
mayor cantidad de asesinatos en el globo. Adicionalmente, la región produce el 97%
de toda la cocaína que se consume en el mundo; y las ganancias del narcotráfico
alimentan movimientos armados de la extrema izquierda, como los casos del elemento
remanente de Sendero Luminoso en Perú, el EPP (Ejército Paraguayo del Pueblo) y
FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), que han administrado cuotas
de poder geopolítico en la región y mantienen vínculos con el Primer Comando de
la Capital y el Comando Vermelho en Brasil, los carteles del Golfo y Jalisco Nueva
Generación, en México.
Siendo
que el Crimen Organizado Transnacional (COT) íntimamente emparentado con el narcotráfico
como telón de fondo, la proliferación de la minería ilegal, más de 60 millones de
armas ilícitas circulando en la región, el tráfico de personas, falsificación, extorsión,
secuestro y otras violaciones, la captura del poder por parte del crimen y sus fabulosas
cantidades de dinero, estas no son consecuencias que sorprendan a analistas entendidos.
En este contexto, se inserta el desastroso balance de dos décadas de gobierno a
cargo de la izquierda política, rea de corrupción, malversación, saqueo y despilfarro
de las arcas del Estado, y el consecuente deterioro del bienestar público. Emblemáticos
son los casos de Inácio «Lula» da Silva, Cristina Fernández de Kirchner, Michelle
Bachelet, Rafael Correa y ahora Nicolás Maduro Moros, para no mencionar las dictaduras
de los Castro, Daniel Ortega y el gobierno autoritario de Evo Morales. La regencia
del comentado socialismo del siglo XXI o chavismo, bajo la orientación estratégica
del Foro de Sao Paulo, motivó a tales gobiernos a ejercitar una tutela discrecional
de las finanzas estatales en aras de la revolución y, en el proceso, enriquecer
las arcas partidistas, personales y familiares. Esta recurrente descomposición gubernamental
debió complementarse, en alguna instancia ¾y de hecho, así lo hizo¾
con las extendidas y alambicadas redes del contrabando de estupefacientes, rey absoluto
de la corrupción y disparador primario de la inseguridad continental.
Por
estas horas, resulta certero calificar al régimen venezolano como una narcodictadura.
A través del territorio de ese país, circulan grandes porciones de la producción
de cocaína originada en la República de Colombia, operatoria que, actualmente, “puede cifrarse en torno de las 1.500 toneladas
métricas”, sentencia el coronel de ejército (reserva activa) de Colombia, John
Marulanda. “La camarilla que gobierna desde
Miraflores y sus círculos íntimos han sido acusados por la justicia de los Estados
Unidos de América, bajo el delito de contrabando de estupefacientes”, agrega
el oficial.
Por
su parte, el coronel (R) del ejército de Ecuador, Mario Pazmiño, añade una muestra
que ilustra el poderío de la influencia del crimen organizado en el ámbito del espectro
decisional del Estado: “La infiltración del
crimen organizado en las estructuras estatales pueden dar lugar a decisiones que
comprometen la estabilidad, no solo de un Estado en particular, sino de la región.
La presencia de la Base de Manta, desde 1998 hasta el 18 de septiembre del 2009,
era un estorbo para las actividades delictivas de los carteles de drogas colombianos
y mexicanos, que la veían como el cerebro tecnológico que permitía un mejor control
e incautaciones a gran escala de cargamentos aéreos, marítimos y terrestres de cocaína”.
Acto seguido, Pazmiño agrega: “Su clausura,
entonces, era necesaria y su principal beneficiario eran las FARC, como parte de
la estructura del narcotráfico. Este grupo consolidó acercamientos y acuerdos con
funcionarios del correísmo, en donde ambos resultaban ganadores: el grupo narcoterrorista
apoyaría la campaña electoral de 2006 de Rafael Correa con recursos económicos,
amén de realizar actividades proselitistas en la frontera, mientras que Correa,
una vez nombrado como presidente, debía sacar la Base con el argumento de afectación
a la soberanía nacional”.
Completa
el coronel Pazmiño: “En rigor, la decisión
que condujo a la clausura de la Base de Manta se encuentra próxima a cumplir una
década, y sus efectos, que favorecieron las actividades del crimen organizado, no
han dejado de pasar factura. Y a los hechos servirá remitirse: Ecuador es hoy uno
de los más importantes centros de acopio y plataforma internacional de distribución
de alcaloides. La geografía ecuatoriana contabiliza dos de los cuatro más importantes
corredores internacionales de la droga (el Corredor del Pacífico y Amazónico)”
(2).
Esta
corrupción narcoideologizada y los resultados administrativos negativos han abonado
el terreno para que la derecha, en contraposición a la izquierda corrupta, retome
el poder en la región, en un mapa político que, conforme lo ilustra el coronel del
ejército argentino Pablo Quiroga, ha cambiado su color (3). “El giro comienza con la victoria electoral del
ingeniero Mauricio Macri en la Argentina, diciembre del 2015. En Ecuador, Lenín
Moreno rompería relaciones con la izquierda, acercándose a la cosmovisión de los
Estados Unidos de América. Hacia noviembre de 2017, tuvo lugar la victoria del aspirante
conservador Sebastián Piñera en la República de Chile. Contexto que se completa
con el triunfo del capitán Jair Messias Bolsonaro en la República Federativa del
Brasil. No obstante, ello, el protagonismo del ex uniformado Bolsonaro en el referido
giro político regional no consigna, necesariamente, un retorno de los militares
a la actividad política en el subcontinente. En los hechos, luego de los gobiernos
de facto, Brasil legó un proceso de orden político y de industrialización consolidado,
y el cargo de Ministro de Defensa ha quedado en manos de un militar; mientras tanto,
Chile ha legado no solamente un parlamento que simpatiza con lo actuado, sino también
una legislación progresiva de presupuesto de defensa, sustentada en un sistema de
regalías sobre la exportación y comercialización del cobre en los mercados internacionales.
En contrario, la República Argentina se enfrentó a la movilización de 1978 y se
involucró en la Guerra de Malvinas, recorrido que selló con una salida apurada del
gobierno castrense. A la hora del quebranto, puede certificarse que el caso de Jair
Bolsonaro en Brasil y su gabinete militar se enmarcan en una excepción que difícilmente
pueda trasladarse a los países de la región”, señala el coronel Quiroga. “Relacionada la variable militar como elemento
de presión y poder, decididamente es factible consignar que han abandonado esos
espacios, inclinándose a la subordinación plena al poder político democráticamente
elegido, en los países de interés”, concluye el oficial argentino.
En
otro andarivel ¾que ocupa hoy las primeras
planas de los periódicos del globo¾,Venezuela, origen mediato
y consecuencial del giro ideológico-político actual, transita un estado de conmoción.
¿Podría caer en un gobierno militar que eventualmente restableciera un régimen democrático
de derechas o, lo que es peor, podría esta nación mutar en un proscenio de confrontación
geoestratégica, acaso una nueva Guerra Fría (conforme lo advirtiera el matutino
estadounidense New York Times en 2014)? “Todo
aquel que confunda la participación de otros actores de peso como la Federación
Rusa, la República Popular China, la República Islámica de Irán o, peor aún, continúen
soñando con un golpe de estado, he de advertirles que la enajenación y control de
este tema ha quedado en manos de los Estados Unidos, a partir del exitoso liderazgo
que ha certificado el vicepresidente de ese país, Mike Pence, en donde ninguna de
las hipótesis previamente mencionadas está siendo considerada”, subraya el coronel
(retirado) del ejército de Chile, Christian Slater. “A criterio de comprender los hechos que hoy tienen lugar en Venezuela,
se vuelve estrictamente necesario centrar la atención en el rol del vicepresidente
estadounidense, quien ha visitado América Latina en tres oportunidades. En lo que
constituye una clara política de Estado desde la Casa Blanca de Donald Trump, la
mano derecha del presidente de los EE.UU., inadvertidamente y sin involucrarse en
las polémicas situaciones que afectan a su jefe, ha puesto esmero en obtener el
respaldo de Brasil, Ecuador, Chile, Perú, Colombia, Argentina, Panamá y Guatemala.
Todas ellas, naciones que hoy se han alineado, no por obra de la casualidad ni de
la coincidencia, con el gobierno estadounidense, apoyando al joven y recientemente
proclamado presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó Márquez, y dejando en una
frágil situación de poder no solo a Nicolás Maduro Moros, sino también a las fuerzas
armadas y al poder judicial de ese fallido y tirano régimen de izquierda”, concluye
el oficial chileno.
A
partir de lo mencionado, queda entonces delineado un claro vínculo entre el Crimen
Organizado Transnacional, el narcotráfico, el poder político de filiación izquierdista,
y el resurgimiento de la derecha en los sistemas de gobierno de la región bajo análisis.
Para
el coronel (RA) colombiano John Marulanda, la referida relación se presenta emparentada
con los gobiernos, sean estos de izquierda o de derecha, teniéndose como consideración
que una de las obligaciones fundantes en cualquier sistema de gobierno se sintetiza
en garantizar la seguridad de sus asociados, y que el narcotráfico ocupa el rol
de generador primigenio de inseguridad e inestabilidad en la totalidad de las naciones
de la región. “Un ejemplo: uno de los retos
críticos de la flamante administración de izquierda de Andrés Manuel López Obrador
(AMLO) en México, país que el año pasado registró un récord histórico de homicidios,
ha sido orientado hacia la disminución de los elevados índices de violencia. En
tal sentido, preocupa que el presidente, dado el fracaso de la gendarmería creada
en gobiernos anteriores, implemente metodologías extraídas del manual castro-chavista,
de confesión comunista, conformando una guardia nacional, reproduciendo la ruta
elegida por Hugo Chávez Frías en su momento”, comparte el coronel Marulanda.
“Si el propósito es lidiar realmente con esta
amenaza común del narcotráfico, que deslegitima el arco institucional de los Estados
a partir de la corrupción, y que destruye el tejido social a través de la violencia,
aún está por verse cómo funcionará en el terreno el esfuerzo colaborativo entre
la administración Duque, de derecha, presidente del país principal productor de
cocaína, y López Obrador, de izquierda, jefe de Estado de la nación que contabiliza
los cárteles de la droga más importantes”, puntualiza Marulanda.
Referencias
(1.)
Kaldor, Mary (2012). New & Old Wars: Organized Violence in a Global Era (3rd
ed.). Stanford, California: Stanford University Press. ISBN 9780804785495
(2.)
y (3.) Mapas adjuntos
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El
Consorcio Geoestratégico Latinoamericano (CGLAT) reúne a ex oficiales militares
y policiales reconocidos por su experiencia en planificación estratégica, en temas
de inteligencia y geopolítica. Sus opiniones en los medios de comunicación han constituido
destacados aportes a la comunidad de defensa de los gobiernos regionales que, en
algunos casos, han derivado en trabajos de consultoría para firmas privadas nacionales,
regionales y multinacionales, relacionadas con la Seguridad Corporativa y la Defensa.
Autores
del presente documento (correos electrónicos de contacto incluidos)
Coronel
(R) Christian Slater, Ejército de Chile
Coronel
Pablo Quiroga, Ejército de Argentina
Coronel
(R), Mario R. Pazmiño S., Ejército de Ecuador
Coronel
(RA) Jhon Marulanda, Ejército de Colombia
*Los análisis por ellos
compartidos no reflejan necesariamente la opinión oficial de las instituciones de
la Defensa de sus respectivos países.