Por José Alvear Sanín*
George
Soros es indudablemente un especulador genial. El momento estelar de su carrera
data de 1992, cuando doblegó al Banco de Inglaterra, logró devaluar la libra
esterlina y se ganó algo así como un billón de dólares con esas arriesgadas
operaciones. Convertido en uno de los hombres más ricos, se ha dedicado a
promover el nuevo orden mundial (NOM): ideología de género, aborto, matrimonio
homosexual, eutanasia, legalización de las drogas, migraciones masivas
incontroladas, etcétera, que no es otra cosa que la eliminación de los
vestigios del “viejo orden” cristiano en la sociedad. Actúa a través de
numerosas fundaciones y ONG, guiadas por la Open Society Fundation (OSF). Ese
altruismo a rebours no es
incompatible con proficuos negocios. Basta pensar en los réditos astronómicos
de la industria mundial del aborto y en los que se derivan de la legalización
de narcóticos y psicotrópicos.
Además,
Soros es un pájaro de cuenta como operador político a escala global. La
documentada crónica de Javier Llorens, “La
telaraña de líderes de George Soros” (http://www.lalinternaazul.info/2019/02/02/la-telarana-de-lideres-de-george-soros/),
nos presenta hasta con fotos, el medio centenar de personajes argentinos, entre
congresistas, ministros, columnistas y directores de ONG que impulsaron la
legalización del aborto en Argentina, operación frustrada en el último debate
del Senado, pero que se intentará nuevamente con reforzados recursos publicitarios,
políticos y crematísticos.
En
cada país europeo hay células de Open Society, y en la Eurocámara, 216 miembros
(30% del total) participan de esa cábala, lo que no debe extrañarnos dados los
deplorables progresos del NOM en el Viejo Continente.
En
Colombia la telaraña de Soros es muy activa. Varias publicaciones vienen
revelando su decisiva participación en el “proceso de paz”, tanto en el
tratamiento mediático como en el fomento de un clima social favorable a la
capitulación, mediante el accionar de numerosas ONG y fundaciones subvencionadas
por Open Society, empezando por la de León Valencia, y también con publicaciones
influyentes como Verdad Abierta, La Silla Vacía, Consejo de Redacción, la misma
Semana y docenas de columnistas y plumígrafos, para no hablar de políticos,
académicos y parlamentarios.
Una
excelente crónica de El Nodo (enero 7/2019), publicación digital que sigue los
pasos de esa conjura, nos habla del “aterrizaje
de Soros a través de satélites doctrinarios (…) la legalización del principal
cartel de la cocaína del planeta (…) la creación de instituciones paralegales
para lograr la industrialización de la coca”.
La
creación de una supraconstitución que “blinda” la posición dominante de las FARC
en la política colombiana, incluyendo la JEP (para asegurar la impunidad de sus
jefes y la prisión para los defensores de las instituciones), tiene mucho que
ver con la fundación De Justicia, dirigida por Rodrigo Uprimny, incomparable
sofista cuya estrecha relación con Soros nunca ha podido ocultarse. A la larga
lista de contribuciones de la OSF, la semana pasada se sumó la más reciente, de
US$ 2.6 millones. Esa suma no es pequeña, en pesos es del orden de $ 8.164
millones, que fuera de asegurar vida principesca al director de la Fundación,
se emplea para “orientar” magistrados y jueces ya cooptados y para promover la “formación”
de los estudiantes de abogacía en algo completamente contrario al Derecho. Si
este, en teoría, es la profesión de la legalidad y la justicia, el relativismo
jurídico, el formalismo kelseniano y la embozada militancia revolucionaria lo
anulan. Así preparan una clase profesional llamada a ocupar, inevitablemente,
desde las más encumbradas magistraturas hasta las más humildes inspecciones.
Con
profesores, becas, investigaciones, cursillos, publicaciones, conferencias
magistrales etcétera, la labor de indoctrinación cultural marxista convierte la
profesión jurídica en una muy eficaz herramienta para la edificación de una
nueva sociedad en la línea gramsciana.
En
Colombia hay como un centenar de facultades de Derecho: unas diez con relativo
nivel académico, pero perversamente orientadas, y unas noventa, sin nivel
académico, pero igualmente desorientadas. De todas ellas viene saliendo el
lumpen intelectual que ha hecho posible la total desfiguración del Derecho.
Basta considerar que ninguna facultad protestó contra el robo del plebiscito,
la aprobación inconstitucional del AF, su implementación vía fast track, la creación de la JEP ni los
demás horrores jurídicos que esclavizan al país. Los objetivos de la Open
Society Foundation se lograron durante el gobierno de Santos (AF con las FARC;
impunidad; crecimiento y protección de los narcocultivos; adoctrinación de la
juventud en la ideología de género; fomento del aborto, el matrimonio gay y la
penalización de la “homofobia y el odio”). ¡Así nos van convirtiendo en un
narcoestado en plena deriva moral!
Por
tan eficaz actuación no es de extrañar que Santos se convierta en miembro
principal de la OSF no más dejar la presidencia.
Ahora
bien, todo lo anterior nos lleva a la triste conclusión de que no hay en la
dirigencia colombiana la menor reacción frente a la colonización ideológica del
marxismo cultural y político.
Ya
se apoderaron de la enseñanza universitaria, del control ideológico y laboral
de magisterio y de los sindicatos judiciales, y ahora se avanza en frentes
vitales, como la ideología jurídica, el contenido de la educación y el dominio
total de los medios, tanto de los tradicionales como de los nuevos, digitales.
Así
se sigue tejiendo la telaraña de Soros…