Por Andrés de Bedout Jaramillo*
Recorriendo Antioquia por vías terciarias, escarpadas y con
lindos paisajes, entre más nos alejamos de los centros urbanos grandes, más
cultivos de flores, aguacate, café, cítricos, etcétera encontramos, y una
generalizada preocupación, la falta de mano de obra en el campo que está
generando pérdidas de cosechas. No hay quien las coja, a no ser que usted logre
reclutar grupos de venezolanos con el documento de autorización para permanecer
y trabajar en Colombia.
Cuando quedó Chávez de presidente, unos pocos pudientes
salieron de Venezuela con sus documentos en regla y su dinero; inclusive muchos
se instalaron en Colombia y son importantes empresarios. Luego empezaron a
salir venezolanos de clase media, con documentos en regla y algún dinero para
subsistir por algunos meses. Ahora, los que logran salir, lo hacen sin
documentos y sin dinero.
Los venezolanos en Colombia están organizados y tienen sus
representantes para interactuar con las diferentes autoridades, para manejar su
permanencia e inclusión en nuestra sociedad, lo que facilita el reclutamiento
para satisfacer los requerimientos de mano de obra. Conozco amigos que tienen
en sus cultivos 70 y más venezolanos trabajando.
En la agricultura la mayoría de los trabajos no son fijos,
arar, sembrar, fumigar, limpiar y cosechar, son actividades que requieren más o
menos personal, y en diferentes momentos. La cosecha es la que más gente
demanda, no da espera y es definitiva en la continuidad del ciclo de la
producción agrícola.
Tenemos que ser muy ingeniosos para hacer del campo, de todos
esos pueblos apartados, lugares atractivos a la mano de obra cesante colombiana
y venezolana.
El campo no es atractivo para trabajar, consecuencia de la
inestabilidad y bajos salarios, el difícil acceso a los servicios de salud,
educación, etcétera, la falta de viviendas cómodas, la deficiente y mala
alimentación, la falta de buenas y rápidas vías de comunicación con los centros
poblados. Es absolutamente necesario trabajar estos temas, para que las
apuestas que se están haciendo en el agro, puedan contar con la mano de obra
requerida.
Es una lástima ver el estado de deterioro de nuestras vías
terciarias y secundarias; para recorrerlas, se requiere de camperos con doble
transmisión y en invierno muchas son intransitables. Esto hace que las flotas,
medio de transporte y comunicación de nuestros ya escasos campesinos, sean
camiones de escalera modelo de los años 60, que cada vez disminuyen sus
frecuencias por razones obvias de demanda decreciente.
El valor de la tierra para el agro, es definitivo para el
cierre financiero de un proyecto y las más baratas están lejos de los centros
más poblados y desarrollados, donde ya nadie quiere vivir. La única forma de
acercarlos sería con buenas comunicaciones viales y acceso a Internet, además
de otros servicios elementales mencionados, que atraigan a colombianos y
venezolanos.
Si se logran las metas de este gobierno, de hacer entre
mantenimientos y aperturas de vías terciarias los 50.000 kilómetros y 1.700
kilómetros de 4G de que habla la ministra y que seguramente contempla el plan
de desarrollo, además si los inversionistas del agro aguantan vivos mientras
esto sucede, el agro en Colombia florecerá, contando mientras tanto con la mano
de obra venezolana, dispuesta en su plan de supervivencia, a las incomodidades
que su desafortunada condición les impone.
El tema Venezuela parece que va a durar para rato, tanto en
el escenario de la caída de Maduro como en el de la no caída de Maduro. En
ambos casos nos permitirá mano de obra venezolana para el agro y otras
actividades. Si cae, la recuperación demorará mucho tiempo y Colombia será el
primer abastecedor de bienes y servicios para el hermano y devastado país
vecino, y si no se cae, seguirá la migración masiva, ávida de empleo de
supervivencia que requerimos para desarrollar el sector agropecuario, con las
incómodas condiciones con que contamos.
Ahora que Rusia reafirmó su apoyo a Maduro, ni Trump se
atreverá a tocarlo, a no ser que el pueblo se subleve violentamente y el camino
de la sangre sea el escogido.
Todo esto puede sonar horrible, y toca, por supuesto,
analizar otros temas que permitan mejorar las condiciones de los venezolanos en
Colombia. No olvidemos que está surgiendo una nueva sangre, fruto de las
uniones de colombianos y venezolanos, que son y serán nuestros hermanos ya
colombianos.
La inclusión social, política y económica, ya no solo de
colombianos, sino también de venezolanos, es el reto a que estamos abocados, el
interés general tiene que ser nuestra meta, por encima de intereses
particulares, egoístas y retrógrados.
La carta de navegación está en la Biblia, que nos enseña el
comportamiento a seguir en esta vida dura, donde nadie sabe lo de nadie y todos
necesitamos mucha fuerza, paz y tranquilidad para vivirla, apoyados en la
oración.