jueves, 21 de febrero de 2019

El agro y los venezolanos


Por Andrés de Bedout Jaramillo*

Andrés de Bedout Jaramillo
Recorriendo Antioquia por vías terciarias, escarpadas y con lindos paisajes, entre más nos alejamos de los centros urbanos grandes, más cultivos de flores, aguacate, café, cítricos, etcétera encontramos, y una generalizada preocupación, la falta de mano de obra en el campo que está generando pérdidas de cosechas. No hay quien las coja, a no ser que usted logre reclutar grupos de venezolanos con el documento de autorización para permanecer y trabajar en Colombia.

Cuando quedó Chávez de presidente, unos pocos pudientes salieron de Venezuela con sus documentos en regla y su dinero; inclusive muchos se instalaron en Colombia y son importantes empresarios. Luego empezaron a salir venezolanos de clase media, con documentos en regla y algún dinero para subsistir por algunos meses. Ahora, los que logran salir, lo hacen sin documentos y sin dinero.

Los venezolanos en Colombia están organizados y tienen sus representantes para interactuar con las diferentes autoridades, para manejar su permanencia e inclusión en nuestra sociedad, lo que facilita el reclutamiento para satisfacer los requerimientos de mano de obra. Conozco amigos que tienen en sus cultivos 70 y más venezolanos trabajando.

En la agricultura la mayoría de los trabajos no son fijos, arar, sembrar, fumigar, limpiar y cosechar, son actividades que requieren más o menos personal, y en diferentes momentos. La cosecha es la que más gente demanda, no da espera y es definitiva en la continuidad del ciclo de la producción agrícola.

Tenemos que ser muy ingeniosos para hacer del campo, de todos esos pueblos apartados, lugares atractivos a la mano de obra cesante colombiana y venezolana.

El campo no es atractivo para trabajar, consecuencia de la inestabilidad y bajos salarios, el difícil acceso a los servicios de salud, educación, etcétera, la falta de viviendas cómodas, la deficiente y mala alimentación, la falta de buenas y rápidas vías de comunicación con los centros poblados. Es absolutamente necesario trabajar estos temas, para que las apuestas que se están haciendo en el agro, puedan contar con la mano de obra requerida.

Es una lástima ver el estado de deterioro de nuestras vías terciarias y secundarias; para recorrerlas, se requiere de camperos con doble transmisión y en invierno muchas son intransitables. Esto hace que las flotas, medio de transporte y comunicación de nuestros ya escasos campesinos, sean camiones de escalera modelo de los años 60, que cada vez disminuyen sus frecuencias por razones obvias de demanda decreciente.

El valor de la tierra para el agro, es definitivo para el cierre financiero de un proyecto y las más baratas están lejos de los centros más poblados y desarrollados, donde ya nadie quiere vivir. La única forma de acercarlos sería con buenas comunicaciones viales y acceso a Internet, además de otros servicios elementales mencionados, que atraigan a colombianos y venezolanos.

Si se logran las metas de este gobierno, de hacer entre mantenimientos y aperturas de vías terciarias los 50.000 kilómetros y 1.700 kilómetros de 4G de que habla la ministra y que seguramente contempla el plan de desarrollo, además si los inversionistas del agro aguantan vivos mientras esto sucede, el agro en Colombia florecerá, contando mientras tanto con la mano de obra venezolana, dispuesta en su plan de supervivencia, a las incomodidades que su desafortunada condición les impone.

El tema Venezuela parece que va a durar para rato, tanto en el escenario de la caída de Maduro como en el de la no caída de Maduro. En ambos casos nos permitirá mano de obra venezolana para el agro y otras actividades. Si cae, la recuperación demorará mucho tiempo y Colombia será el primer abastecedor de bienes y servicios para el hermano y devastado país vecino, y si no se cae, seguirá la migración masiva, ávida de empleo de supervivencia que requerimos para desarrollar el sector agropecuario, con las incómodas condiciones con que contamos.

Ahora que Rusia reafirmó su apoyo a Maduro, ni Trump se atreverá a tocarlo, a no ser que el pueblo se subleve violentamente y el camino de la sangre sea el escogido.

Todo esto puede sonar horrible, y toca, por supuesto, analizar otros temas que permitan mejorar las condiciones de los venezolanos en Colombia. No olvidemos que está surgiendo una nueva sangre, fruto de las uniones de colombianos y venezolanos, que son y serán nuestros hermanos ya colombianos.

La inclusión social, política y económica, ya no solo de colombianos, sino también de venezolanos, es el reto a que estamos abocados, el interés general tiene que ser nuestra meta, por encima de intereses particulares, egoístas y retrógrados.

La carta de navegación está en la Biblia, que nos enseña el comportamiento a seguir en esta vida dura, donde nadie sabe lo de nadie y todos necesitamos mucha fuerza, paz y tranquilidad para vivirla, apoyados en la oración.