martes, 5 de febrero de 2019

De cara al porvenir: de frente


Por Pedro Juan González Carvajal*

Pedro Juan González
Es más que lamentable que en este dichoso país tengamos que convivir con la intranquilidad y la violencia como compañeras permanentes de viaje.

No podemos pasar un período de tiempo razonable sin que se dé un acontecimiento de alguna magnitud que nos estremezca a todos, sin dejar de reconocer que a diario se suceden una cantidad de aconteceres que lamentablemente se convirtieron en parte del paisaje, como el asesinato de líderes sociales, de soldados, de policías,  de reinsertados, de niños, de niñas y de mujeres violentadas, aunados a los crímenes propios de la delincuencia común y asociados a las inseguridades varias en medio de las cuales sobrevivimos.

Cada tanto actualizamos la tragedia de turno y cambiamos el tema de conversación. Alguien sostendrá que ¡ya basta!, que ¡los buenos somos más!, y que ¡los malos no pasarán! Frases de cajón enmarcadas dentro del manejo simbólico del derecho en el que se escudan quienes tienen las riendas del Estado y brillan por su incapacidad para enderezar el camino torcido hace muchos decenios.

Las malas noticias no hacen sino distraernos de asuntos que están temporalmente en proceso y sobre los cuales no se vislumbran soluciones, lo que hace que estemos caminando permanentemente en medio del estercolero, levantando esporádicamente las cabezas ante los sucesos infames, para luego seguir con nuestra febril trayectoria hacia la deriva.

Por más dolorosa que sea la tragedia de turno, no podemos bajar la guardia con los otros variados temas que nos afectan hasta la médula y sobre los cuales muchos intereses ocultos tratan de opacar con cortinas coyunturales de humo: la viabilidad de Hidroituango, la iniciativa de seguir vendiendo por pedazos a Ecopetrol, las nuevas solicitudes de licencias mineras para la explotación del Páramo de Santurbán, la audiencia por pérdida de investidura de Macías, la captura de la secretaria de la Fiscalía Anticorrupción, la presentación de nuevas pruebas en contra del fiscal por parte del senador Robledo, las movilizaciones por la educación y la corrupción, la denuncia sobre la mala calidad de distintas obras de infraestructura en proceso o por entregar y la crisis de los refugiados venezolanos, entre otros varios.

Ahora comenzarán las campañas electorales del orden departamental y municipal, para completar nuestro tradicional sainete.

Es vergonzosa la cantidad de gobernadores y alcaldes enredados en este cuatrienio por causa de la corrupción. No podemos dejar que esto pase. Sería un grave pecado de complacencia, tolerancia o complicidad, permitir que personajes oscuros se presenten a la competencia democrática y mucho menos, llegar a elegir a personajes de dudosa reputación. Como decían los abuelos, “en la duda, abstente”.

Sería importante que la Procuraduría y la Fiscalía asumieran el compromiso histórico de tomar las acciones que sean aplicables para no permitir la aparición de este tipo de sujetos o de sus testaferros, situación que hasta el momento no se ha presentado.

De igual manera, exigir claridad con respecto al compromiso de los candidatos con relación a la continuidad o no de las obras y programas que encontrarán en proceso o en desarrollo.

Insistimos en la necesidad y conveniencia de dotar a Medellín con un adecuado centro de espectáculos, de un velódromo techado y de un autódromo que cumpla con las exigencias de la Fórmula 1.

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