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miércoles, 1 de junio de 2022

Salida inesperada del túnel

Luis Alfonso García Carmona
Por Luis Alfonso García Carmona*

Los resultados de la primera vuelta presidencial produjeron, de manera sorpresiva, una salida al oscuro panorama que se cernía sobre Colombia ante un eventual triunfo de la izquierda radical en la primera vuelta.

Petro no alcanzó el triunfo en la primera vuelta, como lo había anunciado, y ahora deberá enfrentar en la segunda vuelta la cerrada unión del anticomunismo que podría llegar a más de 11.000.000 de votos, muy por encima de las reales posibilidades del petrismo.

Hay que resaltar que el motor de este revolcón político lo constituyó la desconcertante votación obtenida por el ingeniero Rodolfo Hernández, quien, a la cabeza de un movimiento independiente, pasó a la segunda vuelta con casi 6.000.000 de votos, eliminando las posibilidades de Fico Gutiérrez, posicionado en las encuestas como el más opcionado para disputar el triunfo al candidato izquierdista.

Todavía se preguntan en las campañas de Fico y de Petro cómo logró Rodolfo desbarajustar sus planes. A mi entender, supo interpretar el sentimiento nacional de un pueblo fatigado con la corrupción de la obsoleta clase política y abandonado por un macrocefálico aparato estatal cuyos recursos, destinados a alimentar la burocracia, no llegan a satisfacer las ancestrales necesidades de los menos favorecidos.

Un día después de las elecciones, ya contaba Rodolfo con el apoyo del electorado de Federico Gutiérrez que, sumado al suyo, supera ampliamente las posibilidades del candidato de la ultraizquierda. Consciente este de su inminente derrota se ha apresurado a tildar a Hernández de ser un instrumento del uribismo, manida táctica en la cual ya nadie cree. Se quedó sin banderas y ya no tendrá tiempo para improvisar.

Mientras tanto, la gente en Colombia, en forma espontánea y masiva, se está alineando con este ingeniero que ha demostrado tener carácter, independencia y un lenguaje sencillo y directo que cala profundamente en el alma de los colombianos.

No puedo dejar de comparar a nuestro país con Singapur, ese pequeño país que se debatía en medio de la violencia, la droga, la miseria, la falta de educación y el subdesarrollo hasta la llegada al poder de Lee Kuan Yew. Con fórmulas sencillas como las que ofrece Rodolfo convirtió a Singapur en una de las potencias del sudeste asiático, con uno de los niveles de vida más altos de la tierra. Educación bilingüe y orientada al desarrollo, libre mercado, atracción de inversionistas, lucha implacable contra la corrupción y mano dura contra el crimen y la droga.

Si en lugar del salto al vacío que ofrece el neo-comunismo de Petro, acompañamos al ingeniero y empresario Rodolfo Hernández con nuestro voto el próximo 19 de junio, Colombia tendrá la oportunidad de convertirse en la potencia que queremos y, mediante un manejo juicioso del Estado, ofrecer a cada colombiano una alternativa para mejorar sus condiciones de vida.

La Divina Providencia nos ha proporcionado una salida al oscuro túnel en el que nos encontrábamos. No dejemos pasar esta oportunidad. Votemos masivamente por nuestro Lee Kuan Yew, el empresario Rodolfo Hernández.

miércoles, 30 de junio de 2021

¿Muchos para figurar o uno para ganar?

José Alvear Sanín
José Alvear Sanín*

Después del lanzamiento, en la semana que acaba de concluir, de otras tres candidatas para la presidencia, contabilizo como 40 nombres excelentes, con excepción del de Petro, execrable puntero (por varias cabezas) en esa carrera, y faltan datos de varios municipios.

En los íntimos pliegues de cada político está siempre agazapada la tentación presidencial, pero para que esta no lo exponga al ridículo debe operar la consideración de “lo posible”. ¡Si en Colombia hubiera siquiera 10 presidencias al mismo tiempo, sería lógico el número de aspirantes que se han presentado!

Ahora bien, por más torpezas que cometa Petro (que puede, al contrario, seguir posando de paloma), en junio del año venidero seguirá a la cabeza, y detrás de él llegará, si seguimos como vamos, un pelotón compacto de aspirantes, cada uno soñando con lograr el codiciado segundo puesto en la primera vuelta…

Arriesgada apuesta, entonces, la de los ilusos candidatos democráticos, porque existe el riesgo de que el segundo en esa fecha sea otro funesto izquierdista.

Como puede ver el amable lector, hay un candidato guiado por la estrategia, al que se oponen las docenas que apuestan por la táctica. Lo estratégico consiste en una preparación de años, una financiación inagotable y una figura conocida en todos los rincones, mientras lo táctico es soñar que “si gano el segundo lugar, el país, aterrado por el ejemplo de Venezuela, me rodeará para ganar en la segunda vuelta”.

El espejismo, la ilusión, de pasar a la segunda vuelta, nada tiene de sólido. Es un juego tan inseguro como el de la ruleta rusa, y este país no lo podemos jugar a la ruleta rusa. Si el año entrante Petro llega a la presidencia, será el fin de la patria y el principio de la revolución colombiana, para completar el dominio del subcontinente. La candidatura presidencial no puede, entonces, convertirse en un renglón adicional del curriculum vitae de ciudadanos meritorios.

La preservación de la democracia y del estado de derecho es asunto de vida o muerte, que exige perentoriamente la escogencia, desde ahora mismo, de un candidato viable, es decir, de alguien que pueda ganar las elecciones del 2022, tanto la del Congreso como la de la presidencia, y por eso tantas aspiraciones ilusorias deben retirarse de inmediato. Deponer los egos es imperativo.

Para ganar se requieren principios y suficiente financiación, con el fin de poder contar con medios masivos, equipos de trabajo, desplazamientos, grupos preparados para prevenir el fraude y otros para contrarrestar en las redes sociales las innumerables bodegas de la izquierda y las potentes emisoras que el gobierno ha construido y financia para las Farc.

Una campaña electoral moderna es una empresa que cuesta centenares de millones. Solamente un gran candidato puede obtenerlos, porque si seguimos como vamos, nadie va a financiar a tantos aspirantes porque “tanto pobre junto pierde la limosna”.

Aplazar la respuesta a la ofensiva revolucionaria para cuando se sepa quién queda de segundo en la primera vuelta equivale a suicidarse, porque el intervalo entre la primera y la segunda ronda es muy corto. Apenas alcanza para el último forcejeo.

La batalla de 2022 es la final y decisiva. Desde hoy mismo hay que prepararse para ganarla. De lo contrario nos tocará asistir a la película Colombia no-futuro.