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jueves, 14 de agosto de 2025

De cara al porvenir: la noria macabra de Colombia

Pedro Juan González Carvajal
Pedro Juan González Carvajal

Tristemente, en medio de un marco generalizado de impunidad, intolerancia y violencia genética, Colombia despide una vez más a otra de sus promesas.

Y no es que hayamos retrocedido 35 años. Es que hemos perdido miserablemente 3 decenios y medio, y nada que aprendemos a vivir, o al menos a coexistir de una manera civilizada. Cada vez más nos empeñamos en tratar de demostrar que somos un proyecto de sociedad fallido. Y a fe que lo estamos logrando.

De una manera respetuosa pero cruda, expongo una lista de chequeo que evidencia entre la realidad y la imaginación como en Colombia se cometen magnicidios, se anuncian magnicidios, se irrespeta la vida humana y no pasa absolutamente nada.

* Diferentes tipos de criminalidades y distintos tipos de violencia ponen en jaque y en ridículo al Estado que impotente ve como pierde presencia en el territorio y lo que es más grave, credibilidad ante los ciudadanos.

* Aparece de cuando en vez un personaje ingenuo y honesto que trata de hacer frente y se atreve a denunciar el orden de cosas.

* Los núcleos criminales y los enemigos políticos comienzan a incomodarse y a preparar su andanada de descrédito y de eliminación.

* Se solicita por parte del personaje ingenuo y honesto que se le asigne o se le refuerce el esquema de seguridad asignado ante el incremento de amenazas en su contra.

* Se comienza a comentar en diferentes círculos que es muy probable que el personaje ingenuo y honesto sea víctima de un atentado contra su integridad.

* Hay cambios inesperados en el esquema de seguridad del personaje ingenuo y honesto.

* En el ambiente se siente que el personaje ingenuo y honesto corre peligro.

* El personaje ingenuo y honesto y su círculo inmediato denuncian el aumento de amenazas en su contra y piden que se refuerce su esquema de seguridad.

* De manera injustificada y silenciosa se realizan cambios en el esquema de seguridad del personaje ingenuo y honesto, el cual es reducido de manera inexplicable.

* En medio de las giras y las actividades políticas, se vive un ambiente de intranquilidad y de zozobra.

* Finalmente, y como si fuera una crónica de una muerte anunciada, ocurre el fatal atentado contra el personaje ingenuo y honesto.

* Como buitres, los medios de comunicación, sin excepción, siempre morbosos, siempre amarillistas, convierten el suceso en una noticia vendedora de rating.

* Comienzan a darse los enérgicos pronunciamientos por parte de todo tipo de autoridades gubernamentales.

* Se declaran 3 días de duelo nacional y la velación y el sepelio se convierten en todo un espectáculo luctuoso.

* Se pide que se baje el tono a las autoridades competentes.

* Se enardece la sensiblería nacional.

* Se reclama por lo frágil del esquema de seguridad al momento del atentado y otros políticos advierten del peligro que están corriendo y reclaman mejores condiciones para continuar con sus actividades proselitistas.

* La inefable Fiscalía General de la Nación y el director de la Policía Nacional anuncian que hay pistas y que se harán todos los esfuerzos posibles para encontrar a los responsables.

* Se anuncia el incremento de operativos y cuantiosas recompensas para quienes den información que permita dar con los responsables.

* Se anuncia con bombos y platillos la captura de un posible participante (usualmente menor de edad), el eslabón número 10 000 dentro de la cadena delictiva que planeó, organizó y perpetró el atentado.

* Se anuncian nuevas pistas y capturas, mientras la indignación crece.

* De manera insólita se reconoce que se han extraviado objetos decomisados a los detenidos, que permitirían algún avance en las investigaciones.

* Misteriosamente se informa de la fuga de uno de los capturados.

* Se pide un gran acuerdo nacional para frenar el odio y la polarización.

* Pasan los días y las investigaciones exhaustivas no avanzan.

* Se anuncia el asesinato de uno de los testigos o colaboradores del atentado recluido en una cárcel de máxima seguridad.

* Mientras tanto se realizan velatones, se organizan eventos donde la gente suelta bombas blancas y aumentan los discursos que promueven aquello de que “los buenos somos más” y que “los malos no pasarán”, teniendo como pancartas de fondo anuncios con el mensaje de “nunca más”.

* Todas las “fuerzas vivas del país” periódicamente se pronuncian repudiando el hecho e invitando a la concordia y aseverando que un hecho tan horrible no puede volver a suceder.

* Se realizan plantones de rechazo.

* Los directores gremiales llaman a la reconciliación.

* Se organizan marchas (que entre otras curiosidades se han convertido en un elemento más del folclore nacional) y los asistentes se visten de blanco y entonan arengas de reclamo y de repudio.

* Se solicita que el crimen cometido sea elevado a la categoría de lesa humanidad.

* Sigue pasando el tiempo y no hay avances significativos en la investigación y las rutinas de siempre van dejando atrás el suceso que si acaso va apareciendo en el horizonte como un recuerdo.

* Pasan presidentes, pasan fiscales, pasan ministros, pasan directores de la Policía y el crimen no se esclarece.

* De nuevo, se consolida la impunidad.

En Colombia un crimen y un escándalo es reemplazado por otro, y así la noria de nuestra historia cuenta y recuenta nuestro fracaso institucional, la ineptitud de nuestras autoridades, la inexistencia de un verdadero sistema de justicia y el espíritu violento que acompaña a los colombianos, agravado por el hecho de una inexistente conciencia geográfica e histórica.

A la fecha, los grandes magnicidios han quedado en la impunidad y nos hemos acostumbrado a eso, quedando solo un creciente inventario de víctimas, de viudas y de huérfanos.

La resignación se convierte en complicidad mientras el miedo y el odio se apoderan de la población y el Gobierno de turno como cabeza conductora temporal del Estado, hace maromas y trata de mantener un forzado equilibrio tratando de aparentar y de simular que manda, que tiene el control de la fuerza y de las armas, que controla el territorio y que, sobre todo, tiene la confianza y el respaldo de los ciudadanos, confianza y respaldo que ya se están desvaneciendo llegando a límites insostenibles.

Paz en la tumba de Miguel Uribe Turbay.