Luis Alfonso García Carmona
Una desprevenida
ojeada a los comentarios que circulan sobre las últimas actuaciones de Gustavo
Petro nos convence de que la gran mayoría de sus gobernados no entiende para
dónde va o qué se propone con lo que algunos califican como actos
demenciales y otros como consecuencia de su conocido apego a sustancias
ilícitas.
Ni lo uno ni lo
otro. Todo está cuidadosamente programado para obtener un solo objetivo: perpetuar
la extrema izquierda en el Gobierno. Ahora que probó las mieles del poder,
la camarilla narco-comunista se prepara para conservarlo indefinidamente. Cada
paso que da está enderezado a la consecución del mismo objetivo.
No es cierto
tampoco que Petro esté acabado por sus monumentales errores ni que se está
quedando solo. Ninguno de sus factores de poder ha sido afectado hasta
ahora, aunque en el futuro se ciernen negros nubarrones que podrían afectar sus
malvados planes.
Basa su estrategia
principal en ahondar el caos en todo el territorio nacional, fomentando
el cultivo de la coca, blindando a sus cabecillas, manteniendo unas inútiles
conversaciones con los grupos guerrilleros que le permiten tener a salvo a sus
amigos con credenciales como “gestores de paz”. A la fuerza pública la subyuga
con la posibilidad de llamar a calificar servicios a quien se salga de la fila.
Sus recursos presupuestales, así como los suministros de armas, equipos y
aeronaves se han limitado, mientras se registra cómo la guerrilla emplea
modernos drones de guerra para atacar a las tropas y aumenta en forma execrable
el reclutamiento de menores.
Asimismo, crece
la crisis en todos los sectores. Aumenta el déficit fiscal y los gastos del
Estado no tienen freno; se incrementa la deuda pública a niveles insostenibles;
el desbarajuste en el sistema de salud es cada vez más evidente; la impunidad
permite el desborde de la delincuencia que tiene atemorizada a la población; y
así en todos los campos. ¿Cuál es su propósito? Declarar inviable el manejo
del Estado por las vías normales para decretar un estado de emergencia,
suspender las elecciones y perpetuar su mandato como salvador del país.
Como plan B, se
prepara para el caso de que no puedan ser aplazadas las elecciones, y por ello
los entes oficiales han dedicado sus recursos a la creación de abultadas “nóminas
paralelas” mediante la vinculación de vagos que pasan a devengar honorarios
sin trabajar para dedicarse a las labores que la campaña de la izquierda les
asigne. Se habla de cerca de 500.000 contratados hasta ahora y que la cifra
llegará a 900.000 en diciembre del presente año. Se paralizan obras de
infraestructura y se restringen servicios a la comunidad, mientras grandes
partidas presupuestales permanecen sin ser ejecutadas a la espera de
derramar ríos de dinero en época electoral para asegurar el triunfo en las
urnas.
Está claro que
Petro no anda solo. Por el contrario, cuenta con el apoyo de guerrillas,
narcotraficantes, criminales sin Dios y sin ley, gamonales del “santismo”,
contratistas del Estado, a los cuales hay que sumar el descomunal aporte
financiero del Estado que ningún candidato estaría en condiciones de superar.
No obstante, las
dantescas coyunturas que detallamos quedan algunos motivos de esperanza por los
cuales debemos luchar hasta el final:
1.- Démosle un
nuevo impulso al juicio por indignidad que, en contra de Petro, se
adelanta en la Comisión de Acusaciones de la Cámara de representantes. No
olvidemos que es el único instrumento que la democracia otorga a los ciudadanos
para separar del cargo al presidente.
2.- Pongámonos en
serio a conformar un gran “Frente Patriótico” con todos los que rechazan
al régimen. Abandonemos el egoísmo y coloquemos los intereses de la patria por
encima de nuestros propias opiniones o simpatías.
3.- Este “Frente
Patriótico” debe unirse alrededor de un programa básico para reconstruir a
Colombia y un candidato que comulgue íntegramente con el postulado de
salvar a Colombia y ofrezca garantías de poder conseguirlo. No tenemos
tiempo para improvisar en esta materia.
4.- Respaldar la acción
militar de Donald Trump contra el narcoterrorismo, incluyendo a quienes
impulsan el sucio negocio en Colombia.
Tampoco estamos
solos. Dios Nuestro Señor y la Santísima Virgen nos dan su apoyo. No creo que
nadie pueda derrotarnos con su poder de nuestro lado.
