José Leonardo Rincón, S. J.
Coincidió
mi visita a Cali con un evento académico que organizó el colegio Berchmans con
ocasión de los 30 años de ACODESI: invitó al jesuita filipino Johnny Go para
hablar de educación por refracción inspirado en el planteamiento práctico de la
pedagogía ignaciana.
En
un contexto global donde los cambios son exponenciales, hay que ir igualmente
rápido para responder de la mejor manera con nuestra propuesta.
Recordamos
históricamente que los primeros jesuitas que se lanzaron a la aventura de
educar “fueron al supermercado” de las mejores propuestas pedagógicas de su
tiempo para buscar, igualmente, los mejores “ingredientes”. Con ello querían
innovar, reinterpretar y reinventar con el ánimo de ofrecer una educación de
calidad que pudiera influir en los diversos contextos con personas abiertas a
la transformación y el desarrollo.
En
el caso que nos ocupa, la educación por refracción hace caer en cuenta que el
acto educativo no consiste en que los estudiantes repitan como loros lo que les
enseña el profesor (aprendizaje centrado en el profesor) y de cara a un examen
que revisa si se repite fielmente lo que el profesor dijo, sino que pretende
que se aprenda por cada uno, de manera contextualizada y personalizada, donde
el estudiante es el centro, y desde la experiencia aprende a punta de ensayo y
error, en interacción estrecha de profesor-estudiante buscando pensamiento
reflexivo, crítico, auténtico.
Nuestra
marca de identidad es fuerte, es verdad, pero nos podemos dormir en los
laureles. Tampoco basta con emplear verbalmente ciertas expresiones que nos
caracterizan como si por sí solas fueran suficientes. Lo importante es la
acción, esto es, lo que se logra efectivamente como impacto en el aula y
también fuera de ella.
El
planteamiento práctico de la pedagogía ignaciana comprende cinco momentos
dinámicos, interrelacionados, que no compartimentos estancos: partir de un contexto
relevante; propiciar experiencias holísticas; ejercitar una reflexión
significativa que lleve a una acción
aplicable, después de la cual concluye con una evaluación
formativa.
Simultáneamente,
la tríada de relaciones claves: estudiante – profesor - mundo, muestra que la
relación profesor - estudiante está marcada por la empatía y el empoderamiento.
La relación profesor - mundo por la competencia y el entusiasmo, esto es, un
conocimiento que se enseña de manera atractiva. La relación estudiante - mundo
por la implicación y la excelencia que es la más importante dado que marca la
diferencia y es la que, finalmente, sirve para la vida.
No faltó la consideración sobre la incursión de la inteligencia
artificial en el ámbito educativo, para decir que cada día muestra cambios y
también muchos avances. No hay que tenerle miedo, pero tampoco darle todo el
protagonismo renunciando al control de la mente sobre la misma, lo cual
significaría, ni más ni menos, que la involución humana. Muy interesante y
cuestionador.
En síntesis, la educación por refracción busca que nuestros estudiantes
sean auténticos, esto es, piensen por sí mismos, construyan conocimiento,
hablen por sí mismos, actúen por sí mismos. O sea, no es formación de clones en
serie como muchos quisieran, dado que todos somos únicos, irrepetibles y se
pretende formar para la pluralidad, rasgo esencial de nuestro ser humanos. Hasta
aquí, me iba alargando.
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