Luis Alfonso García Carmona
Como es sabido, el
pasado 7 de agosto Estados Unidos elevó una recompensa que pesaba sobre Nicolás
Maduro a 50 millones de dólares. Al hacerlo, el Gobierno americano calificó a
Maduro como “el capo de un narcoestado”. Por su parte, la fiscal
Pam Bondi, dijo que Maduro “es uno de los narcotraficantes más poderosos
del mundo y una amenaza para la seguridad nacional”.
El vínculo entre
altos oficiales de las fuerzas armadas venezolanas y funcionarios del régimen
con las bandas guerrilleras de las FARC y el ELN existe desde hace varios años,
permitiendo a estas desarrollar sus operaciones de distribución de droga y
sometimiento de la población desde sus refugios en territorio venezolano y con
la protección de la fuerza pública de ese país. Tanto el ministro de Interior y
Justicia, Diosdado Cabello, como el de Defensa, Víctor Padrino, están
vinculados al cartel de los soles.
En el último mes,
Estados Unidos ha desplegado una gran operación militar en el mar Caribe para
actuar en contra del Tren de Aragua, calificado por Trump como “organización
terrorista” y el Cartel de los Soles. Tres buques y 4000
soldados con apoyo aéreo componen el operativo. Ya van 3 embarcaciones hundidas
con un saldo de varios tripulantes muertos y abundante alcaloide destruido o
incautado. “El ataque ocurrió mientras estos narcoterroristas
venezolanos confirmados se encontraban en aguas internacionales transportando
narcóticos ilegales (¡un arma mortal que envenena a
estadounidenses!) con destino a Estados Unidos”, declaró
Trump anunciando el ataque. Y agregó: “Estos cárteles del narcotráfico
extremadamente violentos representan una amenaza para la seguridad nacional, la
política exterior y los intereses vitales de Estados Unidos”.
Para entender un poco
más la coyuntura que atraviesa Venezuela y sus futuros desarrollos, vale la
pena informarse a través de la concienzuda entrevista que el empresario Reyes
Gabriel Hernández concede al comunicador Casto Ocando (https://www.youtube.com/watch?v=bge44iCzmiA).
El entrevistado es uno
de los propietarios del hato El Chaparralito, situado en Apure, cerca
del río Arauca y de la frontera con Colombia. Narra una escalofriante vivencia
personal cuando los esbirros del régimen, bajo el mando de Diosdado Cabello lo
visitaron para invitarlo a participar en el sucio negocio de la cocaína,
atraídos por la pista aérea que poseía el fundo y su situación estratégica para
recibir la droga de Colombia y desde allí exportarla a los Estados Unidos. A
esta propuesta se negó Reyes Gabriel Hernández, y entonces el propio Cabello le
ofreció compra del predio. Al manifestarle que era una propiedad familiar que
no estaba a la venta, comenzó todo un infierno para tratar de quebrar su
voluntad. Fue encerrado sin fórmula de juicio en la tenebrosa cárcel de
Boleíta, durante 7 años y medio, y sometido, junto con otros detenidos, a infames
torturas físicas y mentales. No fue atendido el habeas corpus
presentado por su abogado, pues le inventaron un proceso por traición a la
Patria y posesión de armamento, a pesar de que en allanamiento practicado
habían certificado que el predio estaba limpio de cualquier elemento ilícito. Por
un milagro de la Divina Providencia, le fue otorgada la casa por cárcel después
de haber sufrido un infarto. Logró, por fin, ser escuchado en una audiencia,
donde el juez lo declaró inocente y lo dejó en libertad. Ya su hato había sido
ocupado por la fuerza, desmantelado y convertido en un centro de operaciones de
alucinógenos perteneciente al Cartel de los Soles y operado por el ELN. Tanto
el juez que lo liberó como su abogado defensor fueron apresados por el
régimen para que informaran el paradero de Reyes Gabriel Hernández, el cual
desconocían.
Se escabulló a Colombia
y luego a Estados Unidos, país en el cual se encuentra colaborando con un grupo
de ciudadanos venezolanos para suministrar a las autoridades toda la abundante
información y acervo probatorio que poseen sobre los responsables del cartel de
los soles y el régimen que desconoció los resultados electorales y ha
convertido al país en un narcoestado.
Concluimos de este
contundente reportaje:
1.- No hay
escapatoria para Maduro, después de conocerse la determinación de los
Estados Unidos y la abundante carga incriminatoria que posee sobre los integrantes
de la cúpula de esa organización narcoterrorista.
2.- El simulacro de
respuesta militar venezolana es apenas un “engañabobos” que no podrá enfrentar
el descomunal potencial militar y tecnológico de los Estados Unidos.
3.- Todo indica que el
propósito prioritario del Gobierno americano es la captura o neutralización del
cabecilla del cartel, Nicolás Maduro, a quien tienen localizado por medios
electrónicos en forma permanente. Si la prioridad fuera eliminar las rutas de
la droga, otra sería la estrategia, ya que la mayor parte del alucinógeno viaja
por el Pacífico hacia Centroamérica y los Estados Unidos, o por el sur del
continente hacia Europa y los países árabes.
4.- La acción
emprendida contra Maduro puede afectar a sus socios más cercanos como
Gustavo Petro. Ya comenzó una descertificación moderada contra
Colombia por su nula colaboración en la lucha contra el alcaloide. Su reacción
a esa medida ha sido poco diplomática y de plano se ha negado a aceptar las
peticiones del Gobierno americano. Por ejemplo, descartó la extradición de
algunos aliados suyos dotándolos de privilegios como “gestores de paz”.
Tampoco favorece a Petro la orden a las fuerzas militares de reforzar con 25
mil hombres la resistencia de Venezuela a una supuesta invasión de Estados
Unidos. Súmese a lo anterior el oscuro pacto celebrado con Maduro para
administrar, junto con Colombia, la región fronteriza de Catatumbo, uno de
los grandes epicentros de cultivo, transporte y distribución de cocaína.
5. Con la unidad de
la oposición venezolana y la voluntad de sus empresarios de empezar a
desnudar todas las tropelías que el régimen ha cometido para posicionar la
coca como “el nuevo petróleo” y desconocer la libertad y la democracia,
se abre un camino de esperanza para la recuperación de Venezuela como país
libre, democrático y próspero, tal como se lo merece su sufrido pueblo.
