Luis Alfonso García Carmona
Conmovido por la infausta
noticia del fallecimiento del senador Miguel Uribe Turbay, vilmente asesinado por
órdenes de la extrema izquierda que pretende convertir a Colombia en una
esclava del comunismo, me atrevo a compartir algunas reflexiones con mis
atribulados compatriotas.
Sabíamos de la gravedad de
las lesiones, fruto de un atentado político enderezado a remover uno de los
principales obstáculos en el propósito de perpetuar el régimen comunista del
camarada Petro, y conducirnos como borregos al fracasado sistema del
Socialismo del Siglo XXI. Pero, hasta el final abrigábamos la esperanza en una
milagrosa recuperación que pusiera fin a la aflicción de todo un pueblo. No fue
así y hoy nos agobia el pesar por su injusta partida hacia la eternidad.
Coincide esta trágica
realidad con la infame condena del jefe de la oposición, el expresidente Álvaro
Uribe, lograda mediante un proceso viciado por violaciones al derecho a la
defensa, sesgada valoración de la prueba y subjetiva sustentación del fallo
condenatorio.
Dos agresiones marcadas
por el fanatismo político y las ansias de venganza con idéntico propósito: perpetuar
el régimen anarco comunista en el poder, mediante la utilización de todas
las formas de lucha, incluyendo la violencia o el desconocimiento del Estado de
derecho y de las normas del debido proceso.
Ha perdido Colombia a uno
de sus más preclaros hijos, destinado a una brillante trayectoria, y, a la vez,
ha coartado la libertad de quien fuera catalogado como el mejor presidente del
último siglo. Dos héroes de la patria, dos mártires castigados por defender
con valor nuestros valores fundacionales y por entender la política como el
servicio al bien común, no a los intereses personales o de grupo.
El despertar de la nación
entera ha sido inmediato y contundente. Las marchas multitudinarias del 7 de agosto que
pidieron la salida de Petro y protestaron por la condena de Uribe Vélez y la
ruin agresión a Uribe Turbay son el punto de partida para una avasalladora
reacción que hará tambalear el corrupto y despiadado régimen hasta sus
cimientos.
Como el ave fénix, que
renació de sus propias cenizas, se
levantarán las gentes buenas de Colombia a rescatar al país de quienes lo
vienen destruyendo desde hace tres años y, a reconstruir nuestra sociedad tanto
en lo moral como en lo material.
La iniciativa de un
gran Frente Patriótico, con participación de todos los que no compartan la
destructora ideología de izquierda está floreciendo con la savia de nuestros
héroes y mártires. Con un básico programa para solucionar los desastres que
deja el actual régimen y un ambicioso proyecto para convertir a Colombia
en el milagro de América, nos comprometemos a honrar la memoria y el legado
de nuestros héroes-mártires.
Por todo el país se están
organizando comités coordinadores para la formación de esta gran coalición que,
una vez formalizada, acudirá a la consulta para elegir al que sea el más
indicado para llevar a cabo esta tarea restauradora de la libertad, la
justicia y el desarrollo económico.
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