lunes, 28 de julio de 2025

¿Cómo desmantelar la fuerza pública en 10 pasos?

Luis Alfonso García Carmona
Luis Alfonso García Carmona

La primera evidencia de que el verdadero propósito del régimen petrista ha sido perpetuarse en el poder en lugar de buscar el bienestar de la población y la prosperidad del país es, sin lugar a duda, el despiadado desmantelamiento de las fuerzas militares y de policía.

Nunca en la historia republicana se había presentado una demolición de las estructuras encargadas del mantenimiento del orden y de la seguridad de la población como la que hemos presenciado en los últimos 3 años.

Diez perversos pasos han bastado al régimen para cumplir su execrable cometido:

Primero. Retiro de oficiales de alta graduación. Según un análisis de El Tiempo, en el primer mes del Gobierno salieron cerca de 40 generales entre ejército y policía, y en total se removieron más de 70 generales y coroneles de la fuerza pública. En 2025 la cifra de la policía se mantiene en 18 generales, menos de la mitad de los vinculados a la llegada de Petro que eran 37. Se ha arrojado por una alcantarilla todo el esfuerzo estatal para preparar sus oficiales de alta graduación, así como la invaluable experiencia de estos al frente de la tropa durante varias décadas.

Segundo. Reducción de recursos económicos. En 2024 se registraron recortes presupuestales del 47 % para el ejército, del 30 % para la fuerza aeroespacial y del 25 % para la armada. En 2025, 921 000 millones quedaron afectados por restricciones fiscales, afectando inversión, mantenimiento y compras esenciales. 279 000 millones para defensa y policía fueron congelados en 2025, paralizando operaciones en Catatumbo y Chocó. La mayor parte del presupuesto se dedica a gastos de personal, quedando muy poco para mantenimiento e inversiones. Estas se redujeron al 1 % en la policía. Se ha debilitado el mantenimiento de la flota aérea: helicópteros en tierra, reducción de horas de vuelo y uso de municiones y partes vencidas.

Tercero. Disminución del pie de fuerza. Según la Procuraduría, la plantilla del ejército pasó de 239 618 soldados en 2021 a 167 992 en lo corrido de 2025, lo que implica una pérdida de 71 626 efectivos, que equivale a un recorte del 29,8 %. Como vivimos en el régimen de la mentira, salió el ministro de la Defensa, Iván Velásquez, a aseverar que la reducción fue sólo de 16 000 efectivos, debida a “retiros normales”. Como es natural, las demandas de alcaldes y gobernadores para una mayor presencia de la fuerza pública cada vez son más difíciles de atender.

Cuarto. Supresión de bases y operaciones estratégicas. En noviembre de 2024, se eliminaron las fuerzas de tarea conjunta, unidades integradas del ejército, armada y fuerza aérea creadas para operar de manera coordinada contra grupos como el ELN y las disidencias de las FARC. Se redujo significativamente la capacidad operativa interinstitucional, afectando la respuesta ante amenazas como las del Catatumbo.

En abril de 2025, Petro ordenó suspender operaciones militares ofensivas por parte del ejército y la policía contra disidencias de las FARC en la zona del Catatumbo por un mes, del 18 abril al 18 mayo, con el fin de priorizar un proceso de paz. Esta pausa incluyó la suspensión temporal de despliegues móviles y ofensivos planeados en zonas estratégicas afectadas por el narcotráfico.

A comienzos del Gobierno se implementaron nuevos protocolos restrictivos para bombardeos, arma fundamental utilizada contra escondites y laboratorios de la guerrilla; aunque no se eliminaron, su uso fue severamente limitado. Esto supuso un freno táctico a las unidades móviles que tradicionalmente participaban en estas operaciones, como brigadas o batallones de despliegue aéreo.

5. Deterioro de la inteligencia militar y policiva. Más de 200 oficiales especializados en inteligencia (Cede2, Caimi, Baimi, Dipol, DNI) se han retirado o han sido desplazados entre 2022 – 2024, reduciendo significativamente la experiencia del personal operativo. La Dirección Nacional de Inteligencia rotó tres directores en dos años, nombrando a líderes sin experiencia operativa (excombatientes del M-19), lo que ha mermado la credibilidad internacional y la cooperación con aliados. Unidades de inteligencia técnica y contrainteligencia, como batallones Baimi, pasaron de tener hasta 200 especialistas a solo 50, lo que supone una reducción del 75 % que acarrea una desarticulación operativa significativa. La salida de personal con experiencia ha desplazado especialistas a funciones rutinarias, dejando la inteligencia “en pañales”.

Muchos equipos técnicos cruciales (poligrafía, sensores infrarrojos, Star Safire HD-380) no cuentan con personal entrenado ni mantenimiento, lo que reduce drásticamente el poder de vigilancia y persecución.

Operativos de contrainteligencia y “objetivos de alto valor” fueron restringidos, afectando la captura de narcotraficantes y cabecillas. Cumple el Gobierno a cabalidad su compromiso con narcotraficantes y capos criminales facilitando su actividad delincuencial en compensación a su apoyo electoral y financiero. Fuentes militares reportaron a Semana que hoy la inteligencia “prende los equipos, se escucha uno que otro bandido” sin análisis profundo ni liderazgo operativo.

Recortes presupuestales. En ejército y policía, los fondos para inteligencia han sido recortados. La Dirección de Inteligencia Policial sufrió reducciones de hasta el 44 % entre 2022 y 2025; recompensas a informantes cayeron de 5000 millones a apenas 106 millones. El ejército contaba, en abril de 2025, con 0 % para iniciativas de ciberseguridad e infraestructura de inteligencia. El Ministerio de Defensa congeló 279 000 millones, lo cual limitó operativos fundamentales de inteligencia en el Catatumbo y otras regiones. La limitada inteligencia técnica y la reducida red de informantes han debilitado la capacidad de anticipación de acciones contra grupos armados, narcotráfico y terrorismo. El resultado lo evidencian las diarias informaciones de prensa que recibe con angustia la población. Expertos advierten que este debilitamiento ha permitido a grupos como el ELN, Clan del Golfo y disidencias ampliar su influencia territorial sin ser detectados a tiempo.

6. Ruptura diplomática con Israel. El 1 de mayo de 2024, Colombia formalizó la ruptura diplomática con Israel, retirando emisario y cerrando embajada. Petro ha calificado a Israel de "Estado genocida" y nombrado embajador ante Palestina. Estas decisiones incluyeron la prohibición de exportación de armas y boicot a la industria militar israelí. Israel suspendió las exportaciones de equipos de seguridad, afectando la provisión de piezas y soporte para los aviones Kfir. Como resultado, varias aeronaves se encuentran en tierra, poniendo en riesgo la defensa del espacio aéreo nacional. Aunque existían contratos para mantenimiento hasta 2024 – 2026, su cumplimiento es incierto por falta de apoyo diplomático y operativo. El exministro Velásquez mencionó que, aunque se cumplirían algunos contratos vigentes, se busca diversificar proveedores (Suecia, EE. UU., Francia). Sin embargo, la renovación de la flota Kfir requiere soporte israelí exclusivo, lo que complica cualquier transición rápida. Las defensas aéreas están debilitadas, por la falta de mantenimiento en los Kfir.

Piezas críticas como casco con sistemas de comunicación, radares, sistemas de guerra electrónica, misiles Spike, entre otros, provenían de Israel. La ruptura compromete el mantenimiento y la actualización de esos sistemas, así como la producción local de armas bajo licencia israelí (fusil Galil / Indumil).

La cooperación en inteligencia, ciberseguridad y vigilancia fronteriza era esencialmente facilitada por tecnología israelí. Esa relación incluía equipos de interceptación, análisis y formación de personal en técnicas avanzadas. La vulnerabilidad en fronteras se intensifica ante la ausencia de radares y vigilancia aérea efectiva. Se pierde acceso a sistemas de datos, inteligencia y ciberdefensa que aportaban ventaja operacional.

El impacto indirecto también puede influir en la cooperación de EE. UU. y otros aliados, ante la percepción de aislamiento diplomático. Es la consecuencia de una loca política internacional de corte anarco-comunista.

7. Acuerdos de cese al fuego y de paz total. En agosto de 2023, el Gobierno y el ELN firmaron un acuerdo bilateral de cese al fuego, inicialmente por seis meses, extendido hasta agosto de 2024. Aunque cedieron en secuestros y combates iniciales, durante la tregua el ELN recrudeció reclutamientos y expandió su control territorial. En agosto de 2024, tras un violento ataque en el Catatumbo y un atentado contra una base militar en Arauca, que dejó soldados muertos y heridos, Petro suspendió el cese alegando que “el ELN no tenía voluntad de paz”. La suspensión derivó en desplazamientos masivos (más de 50 000 personas) y alto número de víctimas civiles. El resultado era previsible, dadas las pésimas experiencias que dejó el espurio acuerdo de La Habana, y el anotado deterioro de la inteligencia militar.

Con disidencias de las FARC (Estado Mayor Central y Calarcá) también se firmó acuerdo de cese al fuego en octubre de 2023, que en julio de 2024 el Gobierno lo dio por terminado contra estructuras dirigidas por “Mordisco”, conservando la tregua solo con “Calarcá”. El cese al fuego pactado con este expiró el 15 de abril de 2025, tras lo cual se reactivaron órdenes de captura y operaciones militares. La suspensión de estas treguas desencadenó nuevos operativos militares, fortaleciendo ofensivas en la Amazonía y Cauca. Sin embargo, también escaló el riesgo de respuesta violenta de las FARC disidentes.

Se iniciaron negociaciones en Buenaventura con los grupos ‘Shottas’ y ‘Espartanos’, con treguas urbanas que tuvieron resultados de alcance limitado. A los pocos meses, surgieron efectos negativos: el ELN y las disidencias reforzaron su presencia territorial, desplazaron a rivales y utilizaron la tregua para reconfigurar estructuras criminales.

La estrategia de “Paz total” incluyó varios acuerdos de cese al fuego: con el ELN (2023 – 2024), con disidencias de las FARC (EMC y Calarcá), e incluso con bandas urbanas. Los incumplimientos y las rupturas derivaron en recrudecimiento de la violencia, desplazamientos y ataques a fuerzas estatales; utilización de la tregua por la guerrilla para desplazar a sus rivales y reconfigurar sus estructuras, y pérdida de la iniciativa operativa por parte del Estado en territorios donde prevaleció la insurgencia.

8.- Restricciones a la fuerza pública

a) Regulación del uso de la fuerza en protestas. Expidió Petro un decreto que prohíbe el uso de fuerza letal para proteger bienes materiales y establece que la fuerza solo debe utilizarse como último recurso, priorizando medios preventivos y disuasorios, como el diálogo y la proporcionalidad en la intervención. Esta medida ha permitido el incremento de agresiones a la fuerza pública y a la población civil, así como daños a la infraestructura urbana y a los sistemas de transporte, como se observa en cada marcha de protesta organizada por los aliados del régimen.

b) Prohibición del uso de animales. En agosto de 2023, se sancionó una ley que prohíbe a la fuerza pública utilizar animales, como caballos y perros, para disuadir manifestaciones, motines y asonadas. Estos animales solo podrán desempeñar funciones de vigilancia, rescate, búsqueda y detección de explosivos, entre otras actividades no relacionadas con el control de protestas.

c) Proyecto de ley sobre garantías para la protesta social. El partido de gobierno, Pacto Histórico, presentó un proyecto de ley estatutaria que busca garantizar el derecho fundamental a la protesta social. Este proyecto limita la intervención de la fuerza pública en las manifestaciones, estableciendo que solo podrá intervenir desde un puesto de mando unificado y previa advertencia a los manifestantes. Además, se promueve el uso de la fuerza como último recurso y se restringe el uso de armas letales.

d) Impunidad para los ataques a la fuerza pública. Se ha aceptado oficialmente que la tropa militar o de policía puede ser agredida y hasta secuestrada por grupos civiles que cuentan con la protección del Estado. Así ocurrió en El Plateado, San Vicente del Caguán, Cauca, en marzo de 2023. Cuando cumplían labores de vigilancia fueron secuestrados 78 agentes de policía por una denominada “guardia campesina”. Se defendieron del ataque de más de 5000 hombres que pretendían secuestrarlos para vendérselos a la guerrilla. Cuando se les agotaron las municiones pidieron apoyo del ejército que se encontraba en la misma zona, pero el ministro del Interior, Alfonso Prada, calificó el hecho como un “cerco humanitario”. El presidente Petro, como jefe de las fuerzas militares, prohibió que se les prestara ayuda. Como resultado de ello, el superintendente Ricardo Arley Montoya fue vilmente degollado ante la impotencia de sus compañeros desarmados y sin refuerzos. En cualquier país del mundo, esta actitud sería suficiente para derrocar al Gobierno y proteger a sus fuerzas armadas.

9. Designación de un enemigo de las fuerzas militares como ministro de Defensa.

Iván Velásquez fue nombrado ministro de Defensa en julio de 2022 por el presidente Gustavo Petro y permaneció en el cargo hasta presentar su renuncia irrevocable en febrero de 2025. Antes de llegar al ministerio, Velásquez fue señalado abiertamente como crítico de la policía y el ejército, mencionando públicamente casos de “impunidad”, actuaciones indebidas y masacres atribuidas a policías. El partido Centro Democrático lo calificó como una “amenaza a las fuerzas armadas”, citando un trino suyo de 2020:

“Todavía fresca la sangre derramada por las acciones criminales de la policía nacional…” El exgobernador Juan Guillermo Zuluaga afirmó que actuó como “agente liquidador de las fuerzas militares y de policía” y criticó que se removieron más de 60 generales durante su gestión. La oposición promovió múltiples mociones de censura y debates por parte de congresistas, señalando que Velásquez no avanzó en detener secuestros, ni redujo la expansión de grupos ilegales como ELN y disidencias de las FARC. Durante su mandato, el ELN pasó de operar en 183 a 231 municipios, y las disidencias crecieron de unos 5 200 a más de 7 000 integrantes; cifras respaldadas por Indepaz y la Fundación Paz y Reconciliación. Se le criticó por reorientar recursos, disminuir presupuesto, y debilitar capacidades logísticas de la fuerza pública, afectando su operatividad en zonas como Catatumbo, Cauca, Chocó y Arauca.

10. Persecución a la fuerza pública en la JEP. La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), establecida en 2017 como parte del espurio Acuerdo de Paz entre el Gobierno colombiano y las FARC, tiene como objetivo investigar y juzgar los más graves crímenes cometidos durante el conflicto armado, y satisfacer los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia y la reparación.

Su objetivo principal no se ha cumplido. En más de 7 años de funcionamiento no ha producido una sola sentencia condenatoria. Es como decir que los criminales más crueles de nuestra historia, los cabecillas de las FARC, no hubiesen cometido ni un solo delito. Quedan en la más absoluta impunidad las masacres, genocidios, asaltos a poblaciones, reclutamiento y violación de menores, destrucción de la infraestructura energética, desplazamiento de la población, miles de casos de secuestro y extorsión, explotación de la minería ilegal, etcétera. En cambio, sí han investigado con acuciosidad las denuncias contra militares por los llamados “falsos positivos” y acusado a numerosos oficiales y suboficiales, algunos de los cuales han aceptado participación en algún delito para evitar condenas por 20 años.

Mientras tanto, los cabecillas de los grupos terroristas de las FARC gozan de la investidura de congresistas, subsidios del Estado para hacer política, sistemas sofisticados de seguridad, cadena radial para difundir su ideología marxista, etcétera. Tampoco ha satisfecho el segundo objetivo, cumplir con los derechos de las víctimas a la Verdad, la Justicia y la Reparación, ya que las verdaderas víctimas de las FARC no son oídas en la JEP, son suplantadas por militantes de las FARC y por supuestos parientes de los desaparecidos en los “falsos positivos”. No es otra cosa que un mecanismo inventado en el tramposo acuerdo de La Habana para perseguir a las fuerzas del orden.

Epílogo

No basta con rodear retóricamente a nuestras fuerzas armadas, víctimas de esta infame maquinación dirigida a su destrucción. Es urgente impedir que Petro continúe tan execrable tarea. Y eso solamente lo conseguiremos apoyando cada uno de nosotros el juicio por indignidad que cursa en la Comisión de Acusaciones de la Cámara y que permitiría la pérdida de la investidura obtenida por Petro ilícitamente.

Con el sátrapa fuera del poder, nos corresponde aunar voluntades en el Frente Patriótico, amplio y generoso, que hemos convocado para restaurar la moral, la seguridad y el bienestar de todos los colombianos.