miércoles, 11 de junio de 2025

Caranga resucitada

José Alvear Sanín
José Alvear Sanín

Al salir del inimaginable antro donde escapó de los misiles del alto mando narco-islámico, reapareció la caranga resucitada, que es la que más duro pica...

Después de varios días de un país que sonreía de nuevo, la siniestra sombra volvió a gravitar sobre todos.

Es verdad que el jefe de la kakistocracia está cada vez más disminuido, incluso políticamente. Bastaría entonces con que alguno de los poderes preavisados de extinción —el Congreso y la Justicia— quisieran cumplir con el deber constitucional, para que el régimen del rufián se desmoronara estrepitosamente.

En los 34 meses de su régimen, apenas en cuatro o cinco casos menores se ha visto algo de repulsión judicial o legislativa. Por tanto, no podemos abrigar demasiadas esperanzas en esos órganos, a no ser que, in articulo mortis, salven la democracia...

Ahora bien, Petro regresa de su eclipse con renovados bríos, para anunciar que ya no rigen los vestigios constitucionales que todavía se veía obligado a respetar, porque va a convocar por decreto su “consulta popular”, de la cual espera sacar la nueva Carta que le asegure el éxito del autogolpe y la reelección, a través de comicios a la manera madurista.

No lo decimos ya solamente unos pocos, porque Álvaro Leyva, con pelos y señales, revela el pensamiento real y profundo de quien fue su jefe y amigo. No conocemos, y no nos importa, lo que motivó el retorno de Leyva a las filas de los defensores del Estado de derecho, dejando las de las Farc donde militó tantos años, pero nadie puede desconocer que ahora revela la verdad de un gobernante enfermo, vicioso y tóxico, que conduce velozmente el país al abismo.

A la hora de la verdad, ¿qué le importa a Petro el horror de las gentes ante su conducta inverecunda, mientras pueda disponer de torrentes de corruptora mermelada y de la diaria dictadura de decretos conducentes a la República Aureliana de Colombia?

La última quincena registra los decretos que eliminan la libre negociación de predios rurales, y el 527, que descapitaliza a los empresarios y arruina a los contribuyentes.

Desde luego, tanto la “consulta popular” como los decretos que vulneran la libre empresa y la legalidad tributaria, son inconstitucionales. Pero ese vicio es lo que menos lo preocupa, porque, al anunciar que la “consulta” será por decreto, Petro admite que la Corte Constitucional la examine. Muy seguro debe estar, entonces, de haber logrado ya la mayorá en ese alto tribunal, porque el Congreso le acaba de regalar la magistratura a su abogado personal, el mismo que ha prometido “decidir con ninguna imparcialidad”, como cierta fiscal General del Régimen.

El espectáculo de inmoralidad, corrupción, vulgaridad y prevaricación que presentan las máximas autoridades en Colombia ha llegado a repugnantes e inverosímiles extremos...

Si las instituciones que pueden eliminar constitucionalmente este Gobierno no lo hacen, que Dios y la Patria se lo demanden.

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