Luis Alfonso García Carmona
Sobre la iniciación
de las acciones para triunfar, sentencia “El arte de la guerra” de Sun
Tzu:
“Nunca es beneficioso para un país dejar que una operación militar se
prolongue por mucho tiempo. Como se dice comúnmente, sé rápido como el trueno
que retumba antes de que hayas podido taparte los oídos, veloz como el
relámpago que relumbra antes de haber podido pestañear.”
Nunca
habrá otra ocasión más propicia para iniciar la batalla que ahora, cuando el enemigo se encuentra atorado por la derrota de la aprobación de
su consulta popular, el destape de la anarquía en su centro de mando (el
Consejo de ministros), la intervención judicial contra varios de sus
principales directivos desencadenada por los sucesivos casos de corrupción, los
tropiezos políticos y jurídicos de sus prioritarias reformas (laboral, de
salud, de pensiones) y las peleas intestinas entre sus inmediatos colaboradores
por sus aspiraciones a la sucesión presidencial.
Ya deberíamos estar
conformando grupos celulares de activistas a través de las redes
sociales, y arbitrando recursos mediante una impactante y ordenada
convocatoria a los potenciales inversionistas en esta campaña salvadora del
país. Mientras el enemigo y sus aliados del “santismo” o de la autodenominada
“centroizquierda” se engolosinan en la competencia de sus patrocinados por la
candidatura a la Presidencia, debemos actuar como el trueno o el relámpago y
dar el zarpazo letal.
“Cuando
se agotan los recursos, los impuestos se recaudan bajo presión. Cuando el poder
y los recursos se han agotado, se arruina el propio país. Se priva al
pueblo de gran parte de su presupuesto, mientras que los gastos del gobierno
para armamentos se elevan.
Los
habitantes constituyen la base de un país, los alimentos son la felicidad
del pueblo. El príncipe debe respetar este hecho y ser sobrio y austero
en sus gastos públicos.” / (Sun Tzu)
Otra sabia
reflexión que, si se pone en práctica, nos acerca a la victoria. La estrategia
del enemigo para aferrase al poder ha consistido precisamente en apoderarse de
los recursos públicos mientras se elevan ostensiblemente los gastos del Gobierno.
Se quita el pan de la boca a los menos favorecidos para aumentar el derroche
por parte de la camarilla gobernante. Se patrocinan los fraudes al Estado y
a las comunidades para favorecer a unos privilegiados mandos y a sus
aliados de los vetustos y desacreditados partidos políticos, a cambio de sus
votos en el Congreso para elegir magistrados de bolsillo o para empantanar
procesos de acusación contra el presidente. No de otra manera se explica que
la coalición de Gobierno, sin tener mayoría en las cámaras, logre que estas
voten a su favor.
En oposición a la
estrategia del enemigo, nos corresponde:
a. Defender y
practicar una política de austeridad en el gasto público. Queremos un Estado
pequeño, eficiente, económico y despojado de buena parte de la farragosa tramitología.
b. Enarbolar como
lema de nuestra batalla la conversión de Colombia en el “milagro económico”
de América, mediante una política de crecimiento económico, atracción de la
inversión, rebaja de impuestos, formación de la juventud en idiomas y en
tecnología de punta, y pleno empleo. Se aplicarán experiencias como las
ensayadas con éxito en Singapur. Así podremos, como el buen príncipe,
corresponder a la justa aspiración del pueblo a disfrutar de la felicidad.