martes, 27 de mayo de 2025

No a la indiferencia, sí a la estrategia para vencer (Tercera parte)

Luis Alfonso García Carmona
Luis Alfonso García Carmona

Sobre la iniciación de las acciones para triunfar, sentencia “El arte de la guerra” de Sun Tzu:

“Nunca es beneficioso para un país dejar que una operación militar se prolongue por mucho tiempo. Como se dice comúnmente, sé rápido como el trueno que retumba antes de que hayas podido taparte los oídos, veloz como el relámpago que relumbra antes de haber podido pestañear.”

Nunca habrá otra ocasión más propicia para iniciar la batalla que ahora, cuando el enemigo se encuentra atorado por la derrota de la aprobación de su consulta popular, el destape de la anarquía en su centro de mando (el Consejo de ministros), la intervención judicial contra varios de sus principales directivos desencadenada por los sucesivos casos de corrupción, los tropiezos políticos y jurídicos de sus prioritarias reformas (laboral, de salud, de pensiones) y las peleas intestinas entre sus inmediatos colaboradores por sus aspiraciones a la sucesión presidencial.

Ya deberíamos estar conformando grupos celulares de activistas a través de las redes sociales, y arbitrando recursos mediante una impactante y ordenada convocatoria a los potenciales inversionistas en esta campaña salvadora del país. Mientras el enemigo y sus aliados del “santismo” o de la autodenominada “centroizquierda” se engolosinan en la competencia de sus patrocinados por la candidatura a la Presidencia, debemos actuar como el trueno o el relámpago y dar el zarpazo letal.

“Cuando se agotan los recursos, los impuestos se recaudan bajo presión. Cuando el poder y los recursos se han agotado, se arruina el propio país. Se priva al pueblo de gran parte de su presupuesto, mientras que los gastos del gobierno para armamentos se elevan.

Los habitantes constituyen la base de un país, los alimentos son la felicidad del pueblo. El príncipe debe respetar este hecho y ser sobrio y austero en sus gastos públicos.” / (Sun Tzu)

Otra sabia reflexión que, si se pone en práctica, nos acerca a la victoria. La estrategia del enemigo para aferrase al poder ha consistido precisamente en apoderarse de los recursos públicos mientras se elevan ostensiblemente los gastos del Gobierno. Se quita el pan de la boca a los menos favorecidos para aumentar el derroche por parte de la camarilla gobernante. Se patrocinan los fraudes al Estado y a las comunidades para favorecer a unos privilegiados mandos y a sus aliados de los vetustos y desacreditados partidos políticos, a cambio de sus votos en el Congreso para elegir magistrados de bolsillo o para empantanar procesos de acusación contra el presidente. No de otra manera se explica que la coalición de Gobierno, sin tener mayoría en las cámaras, logre que estas voten a su favor.

En oposición a la estrategia del enemigo, nos corresponde:

a. Defender y practicar una política de austeridad en el gasto público. Queremos un Estado pequeño, eficiente, económico y despojado de buena parte de la farragosa tramitología.

b. Enarbolar como lema de nuestra batalla la conversión de Colombia en el “milagro económico” de América, mediante una política de crecimiento económico, atracción de la inversión, rebaja de impuestos, formación de la juventud en idiomas y en tecnología de punta, y pleno empleo. Se aplicarán experiencias como las ensayadas con éxito en Singapur. Así podremos, como el buen príncipe, corresponder a la justa aspiración del pueblo a disfrutar de la felicidad.