Reflexiones de Semana Santa para una nación herida que no sana
Cristina
Isaza
Semana
Santa no es una época cualquiera. Es un tiempo en el que muchos entramos en un
estado contemplativo: revisamos, descansamos y disfrutamos de la compañía de
seres amados. Es una temporada en la que hay una atmósfera de tranquilidad, de
pausa e introspección, lo que da oportunidad a un análisis más tranquilo y
detallado de nuestros procesos individuales y colectivos.
Así
que me pregunté: y si Colombia fuera una persona, ¿qué tendría que aprender?
Estas
fueron algunas de mis reflexiones y quiero compartirlas con usted, mi querido
lector, para saber si compartimos algunas conclusiones y con conciencia nos
ponemos en acción.
¿En
Colombia qué deberíamos revisar y sanar?
Pienso
que Colombia está herida y dividida, pero aún con fuerza interna para renacer.
No ha “vivido de gratis” el interminable “loop” de violencia, pequeñas
épocas de “paz”, para luego retornar a mayor violencia… donde simplemente los
actores cambian de nombre (violencia bipartidista, guerrillas, narcoterrorismo,
paramilitarismo, etcétera), pero el conflicto permanece porque no resolvemos lo
esencial. Y ¿qué es lo esencial?
Vínculos
rotos: una nación, en
gran parte dividida por la siembra de narrativas negativas y desesperanzadoras.
Inversión
de valores: exceso de
relativismo moral y tergiversación de la verdad
Mesianismo
y egos
Victimismo: junto con el resentimiento y la
mediocridad, han hecho un gran daño colectivo. Los colombianos como niños
culpando a los demás, a las circunstancias de antaño y actuales, no asumiendo
su rol y esperando que el estado lo salve.
El
victimismo es el combustible para la manipulación política, el resentimiento y
la falta de acción con sentido.
Violencia: como respuesta a los problemas.
Facilismo: un ejemplo claro, el narcotráfico.
Corrupción: a todo nivel. Lo público, lo privado,
en lo macro y en las pequeñas decisiones autónomas de individuos.
Comparación: queremos parecernos a los países
nórdicos, pero sin pasar por el proceso.
Falta
de visión colectiva y cortoplacismo
Algunos
actores de poder político y económico que velan solo por el beneficio propio con malas prácticas como el
clientelismo: falta capitalismo consciente.
Impunidad
y falta de orden
Falta
de ética
Hoy
Colombia atraviesa un punto crítico con caos institucional, nuevamente una
inseguridad creciente, fragmentación social, poca confianza inversionista y
desesperanza colectiva.
Y
sí, así muchos no queramos, debe “volver la mula al trigo”… el último “loop”
viene de hace 9 años. En 2016 estábamos en pleno debate sobre los Acuerdos de La
Habana y estoy convencida de que la oportunidad que tenemos hoy es la de
revisar lo que no se hizo bien en ese entonces, para sanarlo y darnos la
oportunidad, como nación, de romper el ciclo de violencia. Tenemos el poder de
reconstruirnos potenciando lo bueno que tenemos (que es mucho) y mejorando lo
demás.
¿Cómo
rompemos el ciclo?
Lo
primero es que lo que hagamos, no sea desde la venganza o la rabia, sino desde
el sentido común, el “deber ser”, el amor y la responsabilidad.
Reconocer
el error: el perdón
requiere un acto de verdad, por parte de los líderes que impulsaron
estos acuerdos. Esto no salió bien y negarlo u omitirlo a estas alturas no
honra la verdad y mantiene abierta la herida.
No
repetición: ese modelo
de “paz” no debe ser repetido. En nuestro país, han sido una constante las
negociaciones de paz llenas de impunidad y beneficios para victimarios.
Restaurar
el orden: en los
valores, en la narrativa, en el lenguaje, en los significados. Debe haber
respeto por la ley, por la justicia no politizada y la autoridad.
Con
verdad y reparación: pero
no de nombre, pues no hay reparación efectiva cuando los victimarios terminan
en el poder, no pagan por sus crímenes y hoy posan de “adalides de la moral”
desde el Congreso.
Sanar
vínculos rotos: necesitamos
reconciliación sin impunidad. Además, encontrar quiénes somos y qué nos une
como colombianos.
Rechazo
al resentimiento: la
memoria histórica debe ser usada para crecer, no para dividir y manipular. No a
los discursos colectivistas y progresistas que solo dividen y ahondan heridas
sin soluciones prácticas y reales, mientras destruyen al mérito.
Justicia
efectiva: para
construir confianza. Un país con más del 90 % de impunidad no aprende de
errores, no madura y no crece. Esto deteriora la “autoestima colectiva” y se
crea una “cultura de impunidad”.
Libertad
responsable: el orden y
la perseverancia son claves para lograr el objetivo.
Educación: asertiva, pertinente. Valores positivos,
ética y nuestro propósito con impacto social.
Cultura
de responsabilidad individual:
el gran salto del victimismo a la responsabilidad. Una ciudadanía que entienda
que el proceso no es fácil ni inmediato y que se “agencie” para ser parte de la
solución con acción consciente. La participación ciudadana activa y positiva es
clave en el proceso.
Inspiración: diferente a la fría manipulación
maquiavélica (como “correr la línea ética”), que controla, distrae,
distorsiona y/o engaña.
Volver
a la esencia: tenemos
talento, calidez humana, creatividad, resiliencia, riqueza natural.
Visión
de nación: gracias a
una visión compartida, países como la Alemania de la post II Guerra Mundial,
Corea del Sur y Singapur, lograron lo impensable y hoy son ejemplos en el mundo.
Proyecto
de transformación colectiva: soñemos
a Colombia, pero con pies en la tierra. Con estructura, basándonos en datos y
hechos. Una visión clara y conjunta del país, que no dependa de partidos ni
mesías. ¡De colombianos, para colombianos!
Liderazgo
transformador y constructivo:
No necesitamos “mesías”, demagogos, ni liderazgos paternalistas o populistas.
Se necesita decencia, firmeza, arrojo, coherencia, sentido común, disposición a
hablar con la verdad sin eufemismos (así incomode), soluciones reales, tender
puentes.
Visión
colectiva a largo plazo de país
y el despoje de egos: se necesita de carácter, generosidad,
responsabilidad y altura.
Pienso
que los líderes que hoy no entiendan esto y no vean al poder como instrumento
para el servicio colectivo, quedarán relegados. ¡Este momento que vivimos
también es una prueba para ustedes!
Para
finalizar
En
2026 no solo es ganar una elección, es salvar a una democracia.
Más
que 40 candidatos, necesitamos un propósito común: un “frente ético por Colombia”
que se una en la defensa de unos puntos esenciales y unos proyectos comunes
para la construcción de país. Unirse por amor a Colombia y responsabilidad
histórica.
Colombia
necesita un proyecto conjunto con alma, que nos enamore a los
colombianos de nuestro país, que nos devuelva el orgullo y nos muestre el
potencial que tenemos.
Estamos
en el momento perfecto para sembrar una nueva identidad y propósito nacional.
Esto va mucho más allá de unas elecciones, es un proyecto país con raíces
firmes para que renazca una conciencia colectiva.
Necesitamos
avanzar, trascender, aprender esta lección… En el año 1946 comenzaron a
reportarse los enfrentamientos armados entre liberales y conservadores en zonas
rurales de Colombia… qué bueno que para el 2026, cuando se cumplan 80 años de
estos primeros brotes de violencia partidista, Colombia, por fin, de un viraje
hacia su sanación y renazcamos… depende de todos, pues Colombia cambiará
cuando los colombianos cambiemos y dejemos de normalizar el caos, justificar
las injusticias, culpar a los demás y actuemos bajo sentido común y principios
éticos que desde la acción individual impacten positivamente en toda nuestra
sociedad.
Pd:
el mal gobierno Petro es una lección común… ¿la vamos a aprender?