Luis Guillermo Echeverri Vélez
Este país es único,
hermoso y tiene todo para salir adelante y desarrollarse en este siglo
cambiante, pero hay un problema, y es que como sociedad perdimos la verraquera
de la que tanto alarde hacemos como colombianos, y en menos de tres años
dejamos que los ilegales terminaran de sabotear, arruinar y dejaran perder los
fundamentos o las bases de toda la seguridad democrática que Santos dejó hecha
hilachas al destruir la unidad democrática del país entregándole poder político
a la delincuencia.
Una a una perdimos
las libertades y los valores esenciales que caracterizaban el manejo de la cosa
pública, y aún seguimos hablando de elecciones libres.
1. Dejamos que se
destruyera la moral, la mística y la capacidad operativa de las fuerzas armadas
del Estado para garantizar la seguridad ciudadana y la seguridad nacional o
fronteriza.
2. En cuanto a la
seguridad alimentaria y ambiental cambiamos el referente normativo, el apoyo
del Estado y la reglamentación a la propiedad privada productiva, en materia
impositiva y operativa, dejando desprotegidas las actividades agrícolas
lícitas, la vida en el campo y el transporte regional.
3. Permitimos que
el Estado destruyera el sistema de manejo de toda la seguridad energética
nacional. Perdimos la soberanía y la sostenibilidad y el poderío de los
sectores eléctrico y minero-energético. Se derrumban la producción lícita, el
transporte, la distribución y exportación de energía eléctrica, el petróleo, el
gas, carbón y otros minerales esenciales para la generación de riqueza acorde a
la vocación natural del país.
4. Otro tanto
ocurre con el manejo y la administración irresponsable, ignorante y equívoca de
toda la seguridad económica, la de los ingresos del Estado tanto impositivos,
como de sus empresas industriales y comerciales.
5. Todo lo anterior
está acompañado de una proliferación sin precedentes de la corrupción y el
desfalco del erario. Dejamos sin riesgo alguno a toda la criminalidad: la de la
corrupción estatal y la de las organizaciones criminales.
6. Dejamos que se
arruinara el acceso a la salud y su sistema económico y operativo por las vías
de hecho o estrangulación por no pago del Estado a las EPS y extorsión
gubernamental a las mismas.
7. Dejamos que se
saboteara el sistema de ahorro, pensiones y crédito nacional, ignorando la
realidad de un corralito gota a gota, producto de las mediaciones con los
fondos de pensiones y el sistema financiero privado.
8. Dejamos que la
seguridad del sistema laboral de mediano y largo plazo esté completamente
amenazada por el deterioro en el manejo de la macroeconomía, herida de muerte
ante una caída y una proyección de deterioros constantes de los ingresos
públicos, y por el desplome de la inversión y de todas las actividades
económicas privadas causado por la desconfianza y el riesgo que le imprime a
todos los sectores productivos el cambio en el sistema operativo de la
libertades de mercados, por un modelo revolucionario de narcoestado
neoestalinista tipo socialismo siglo XXI.
9. Permitimos la
concentración autocrática del poder político presidencial que indefectiblemente
degeneró en un dictadura de hecho, así aún hayan manifestaciones de protesta o
descontento de los sistemas judicial y parlamentario que no pasan de ser un saludo
más a la bandera tricolor, mientras el tirano ondea su lanza destructora
ideológica con los colores y las letras revolucionarias de su nuevo M-19, sus
operadores políticos siguen comprando conciencias, y sus influencias
ideológicas le dan impunidad absoluta por el manejo acomodado de los entes de
control.
10. Nos dejamos
engañar nuevamente del discurso demagógico y la dialéctica populista de la
falsa paz basada en la negociación con las organizaciones criminales armadas, y
por el de la falsa justicia social mediante la destrucción de los mecanismos de
generación de valor y riqueza, con lo cual se divide con odio de clases y
resentimiento social nuestra nación, creando las condiciones de empobrecimiento
y miseria colectiva que históricamente le han permitido permanecer en el poder
a todos los tiranos.
Hay más, pero aún
nos falta la segunda parte de este proceso destructivo, la que no se escribe
con letras y se paga con sangre, miseria y sumisión. Miremos la historia y
entendamos que todo en la vida tiene un costo y lo que se daña por las malas
nunca tiene arreglo por las buenas.