Andrés de Bedout Jaramillo
Es de tal tamaño el caos en la cabeza de Petro,
que sus más inmediatos colaboradores se le rebelaron.
Anoche, por espacio de más de cinco horas, el
país entero pudo ver, en vivo y en directo, como está manejado y cómo trabajan
el presidente y sus ministros dentro de una total desconexión, sin ningún tipo
de resultados. La impronta la pone Petro, el caos total en el ejercicio del
poder, nadie sabe para dónde va, ni de dónde viene.
Los temas preferidos del presidente: las
películas de Netflix, las novelas de García Márquez, la historia del M19, la
codicia, la lucha de clases, el odio contra la empresa privada, contra
Antioquia, contra USA, etcétera, un desorden mental nunca visto.
La idea de televisar los consejos de ministros
salió muy mal para el presidente, pero muy bien para el país, pudimos ver de
primera mano el triste y vulgar espectáculo de un Gobierno desesperado, sin
dirección, sin programas de trabajo, sin objetivos, un Gobierno que da pena y
en el que se evidenció, sin lugar a dudas, el incumplimiento total en todas las
promesas.
Los ministros están divididos entre los
frenteros que quieren desmarcarse del fracaso de Petro y del fracaso de ellos
mismos, y los pusilánimes, que escondidos en su propia incapacidad, guardaron
silencio, para poder continuar en sus cargos, disfrutando de las gabelas del
poder, carros blindados, escoltas, gasolina, burocracia, viáticos, aviones
privados, etcétera.
Hoy más que nunca, Colombia requiere que la Comisión
de Investigaciones y Acusaciones de la Cámara de Representantes, actúe
urgentemente; hay que frenar ya el camino al despeñadero, Colombia no puede
más, las condiciones para la pérdida de investidura, o mejor, destitución
inmediata, del artículo 109 de la constitución nacional, están dadas.
A pesar de ser un gabinete muy malo, el que
hace que sea un desastre, es el presidente.
No puede ser que el tema eran los decretos de
conmoción y prácticamente ni se habló del Catatumbo ni de ningún proyecto o
programa, que beneficie al país y a los colombianos.
Los ministros, a pesar de su incompetencia y
falta de compromiso, alzaron su voz de inconformidad con la forma en que los
dirige el presidente, donde el contacto directo no existe, es por interpuesta
persona, no hay espacio en las reuniones para concentrarse en los temas
prioritarios para el país, el tiempo se va en los cuentos inútiles del
presidente.
El presidente no puede seguir al frente del
país, está solo y solo quiere estar, no le importa nadie, no le importa nada,
no mide los daños que está causando, cada día que pasa destruye todo lo que
toca y hace más difícil la reconstrucción urgente a que se tendrá que someter
Colombia.
Seguramente hoy tendrán que renunciar todos los
ministros, saldrán los que alzaron su voz de inconformidad y llegarán otros
peores, para acolitar el desgobierno, la corrupción, el desorden, el odio, la
inseguridad y la destrucción del sector privado, mejor dicho, para acabar de
crear la tormenta perfecta que impida elecciones en 2026.
Que nuestro Señor Jesucristo nos proteja.