martes, 18 de febrero de 2025

¿Dónde están que no los veo?

Luis Alfonso García Carmona
Luis Alfonso García Carmona

Si en algo estamos de acuerdo los colombianos en esta aciaga hora es que Petro es la mayor desgracia que ha sobrevenido al país en toda su historia. Dicen del rey Midas que todo lo que tocaba lo convertía en oro; éste lo convierte en ruinas, desolación y porquería.

Las gentes, sin distingo de clase social, edad, sexo o color de la piel, están agobiadas con tanta podredumbre, presente en todo lo que el Estado toca, que afecta a todos los estamentos de la sociedad y ha conducido a la población a un complejo estado de incertidumbre, desazón y pesimismo.

Por supuesto, hallar una salida para semejante hecatombe no es fácil. Más difícil aún cuando la clase política llamada por su naturaleza a orientar la opinión ha preferido pactar con el tirano a cambio de un mísero plato de lentejas.

Un laborioso abogado, el doctor José Manuel Abuchaibe, se dio a la tarea de recopilar pruebas, presentar y sustentar ante la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes una denuncia por indignidad en contra de quien ejerce espuriamente el cargo de presidente, por haber sido elegido con violación de los topes financieros permitidos por la ley para la campaña. Esta herramienta legal, que sanciona al responsable con la separación del cargo, ha sido ignorada olímpicamente por todos los llamados “jefes políticos” que dicen ser de oposición, pero permiten que sus bancadas torpedeen de todas formas el trámite del mencionado juicio político.

Cabe preguntarse: ¿por qué quienes posan de dirigentes de partidos opositores no han apoyado e impulsado la única posibilidad jurídica para derrocar a quien fraudulentamente ejerce la Presidencia?

¿Es que acaso no son conscientes de los perjuicios que el dañino mandato del sátrapa causa al Estado colombiano, a su economía, a la seguridad de su población y al bien común de nuestra sociedad?

¿No se percataron de la catástrofe que la imprudencia y la estulticia del señor Petro pudieron causar el llamado “domingo negro” con su torpe y chabacano manejo de las relaciones internacionales?

¿Qué clase de pacto secreto con el usurpador del poder impide a estos “insignes” caudillos cumplir con su deber y encabezar el movimiento que Colombia necesita para detener la malvada gestión que nos está conduciendo al abismo?

¿Dónde están los estadistas, los conductores de masas, los líderes naturales que la sociedad colombiana merece, ya que no los veo?

Son ya suficientes las pruebas de que el país ha comenzado a tocar fondo bajo el régimen comunista que el fraude y la condescendencia de las autoridades nos impusieron.

No es hora de buscar soluciones tan inanes e impracticables como aquella de la unión de los precandidatos de oposición para vencer a Petro. No sabemos si habrá elecciones en un régimen que no respeta la Constitución. Si las hubiera, no tendrá inconveniente en repetir el fraude del 2022.

Y sobre la unidad, vale la pena aclarar: la unidad no es un fin por sí misma. Es un mecanismo, una herramienta, para alcanzar un objetivo común. Esa unidad no se conseguirá pues, como sabemos, en la mente de los políticos de profesión prima su egoísmo, su interés personal sobre el bien de la patria. Allí no hay unidad posible.

Necesitamos unos verdaderos estadistas, gentes a quienes les duela el país y estén dispuestas a pasar a la acción, líderes de opinión con sólidos principios y voluntad de servicio, amas de casa, jubilados, empresarios y trabajadores que desean una Colombia mejor, sin violencia, sin corrupción, sin narcotráfico, colombianos que vuelvan los ojos hacia Dios, la patria y la familia.

¿Dónde están que no los veo?

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