martes, 14 de enero de 2025

Qué les espera a nuestros hermanos venezolanos

Andrés de Bedout Jaramillo
Andrés de Bedout Jaramillo

Después de escuchar el discurso de posesión del usurpador y dictador Maduro, el futuro de Venezuela no podría ser peor.

En su intervención, no se le escuchó ni siquiera hablar de los cerca de nueve millones de venezolanos que deambulan por el mundo, añorando ellos y sus familias en Venezuela, por un rápido reencuentro.

No se le escuchó a Maduro, ningún proyecto concreto para su gente, solo les advirtió sobre el trato que recibirían de intentar siquiera contradecir y menos oponerse a su nefasto, diabólico y destructor estilo. Ya, inclusive, está hablando de unas reformas a la Constitución, para restringir aún más las muy pocas libertades, con que hoy cuentan los venezolanos. Me quedó la impresión de que Maduro no está dispuesto a volver a pasar por unas elecciones libres con actas verificables, para no tener que robarse de frente la voluntad del pueblo, su propósito y el de sus secuaces es el de un partido único, sin posibilidades diferentes a su voluntad.

La diáspora venezolana se va a incrementar rápidamente, las primeras consecuencias las viviremos en Colombia, donde Petro alcahueteó con su errado proceder, el fin total de la democracia en Venezuela, sin medir consecuencias, como lo hace con todos los temas y sectores, haciendo gala de su objetivo principal, “dañar todo lo que toca”. En Colombia tenemos ya cerca de tres millones de venezolanos.

Los quinientos millones de dólares mensuales, que le producen al régimen las cerca de tres explotaciones petroleras extranjeras, se tienen que acabar, para cortarle el chorro que le permite a Maduro mantener contento a su pequeño pero poderoso círculo de militares, policías y civiles armados y motorizados, que lo cuidan, llegando a someter y torturar hasta a sus propios familiares y amigos.

Por algo será, que su compinche presidente colombiano, en el tema de subsidios, solo está cumpliendo al 100 % con los de la primera línea, que maneja Bolívar en Prosperidad Social y los de “Jóvenes delincuentes en paz”, que maneja el desastre de vicepresidenta que tenemos. A los ancianos, a las madres cabeza de familia, a los estudiantes y a los niños más necesitados, no les está cumpliendo ni con la alimentación.

El único recurso que queda es el de sacarlos a las malas, aprovechando la jugosa recompensa que está ofreciendo Estados Unidos, veinticinco millones dólares por Maduro, veinticinco por Diosdado y quince por Padrino.

Una alianza estratégica entre militares venezolanos opositores de Maduro y cazarrecompensas extranjeros, dispuestos a todo, que en forma simultánea actúen en contra de estos tres cabecillas y de otros militares detectados como partes activas en la traición al pueblo venezolano, víctimas del reciente golpe de Estado perpetrado, de frente y sin asomo de vergüenza alguna, en compañía de los dictadores de Cuba, Nicaragua y El Congo.

Los militares venezolanos que no están en la rosca de Maduro se tienen que pellizcar rápido y recordar que ya van más de 200 militares detenidos por el régimen.

El mundo, asombrado, debe seguir haciendo todos los esfuerzos necesarios para liberar a estos pueblos subyugados por sus dictaduras y sometidos a la expulsión de sus territorios y a la separación de sus familias.

Pidamos a nuestro Señor Jesucristo, nos ilumine y fortifique, para que, en Colombia, no nos termine sucediendo lo mismo que está sucediendo en Venezuela.