Pedro Juan González Carvajal
En pleno
cuarto del siglo 21 siguen existiendo casos especiales de no reconocimiento
internacional a pueblos, naciones y variaciones particulares de no existencia
de un verdadero Estado o de la falta de un territorio propio.
Algunos
ejemplos de pueblos que no son reconocidos como Estado son:
* Naciones
sin Estado
Son comunidades que tienen características culturales o identitarias de
una Nación, pero no tienen un Estado propio. Algunos ejemplos son Alsacia,
Andalucía, Baviera, Canarias, Cerdeña, Córcega, Escocia, Euskadi, Lile de
France, Nápoles, y Rosellón. Podría incluirse también al pueblo Gitano.
* Territorios
no autónomos
Son territorios cuyos pueblos no han alcanzado la plenitud del gobierno
propio. Algunos ejemplos son Anguila, Bermudas, Gibraltar, Guam, Islas Caimán,
Islas Malvinas, Islas Turcas y Caicos, Islas Vírgenes Británicas, Islas
Vírgenes de los Estados Unidos, Montserrat, Nueva Caledonia, Pitcairn,
Polinesia Francesa, Sahara Occidental, Samoa Americana.
* Estados
no reconocidos por la ONU
Algunos ejemplos son Kosovo, la República de Osetia del Sur y Abjasia,
Nagorno Karabaj, Transnistria, Nueva Rusia, República Turca del Norte de
Chipre, República Árabe Saharaui Democrática y Taiwán.
La
Organización de Naciones y Pueblos No Representados (UNPO) es una organización
internacional que promueve un espacio de diálogo entre pueblos indígenas,
minorías, y territorios no soberanos u ocupados.
En un mundo
globalizado, el concepto de fronteras se diluye y la precisión geográfica para
delimitar territorios y Estados se vuelve relativa ante el apetito expansivo de
las potencias actuales.
Así mismo
habría que tener una mente predispuesta para aceptar el hecho de la existencia
hoy de comunidades virtuales con esquemas de asociación y de gobierno muy
particulares.
La
existencia de los “Estados Pivote” que son empleados por las grandes potencias
para proyectar su poder en zonas geográficas distantes, acaba de distorsionar
la relación entre diferentes Estados ya que unos son protegidos por las
potencias y los otros no lo son.
Ni que
hablar de los territorios marítimos, aéreos y espaciales, hoy apenas por
descubrir en medio de competencias no formalizadas por saber quién llega
primero o entra en posesión de estos en primera instancia.
También
debemos reconocer que existen países como Colombia que, debido a conflictos
internos centenarios, no ha podido consolidar un modelo de Estado que le permita
establecer gobiernos que tengan presencia y control sobre todo su territorio,
haciendo evidente la falta de identidad histórica y geográfica por parte de sus
habitantes.
Mientras
tanto, las instituciones multilaterales nacidas casi todas como consecuencia de
la Segunda Guerra Mundial, influenciadas por el bipolarismo y la Guerra Fría,
hoy han perdido legitimidad y obviamente, protagonismo y credibilidad.
Dentro de
los relatos por actualizar, el tema de las divisiones político-administrativas
y las instituciones planetarias, comienzan a pedir un mayor reconocimiento e
interés por parte de todos.
Nota: esta semana se
inició el segundo mandato para el presidente Trump. Suerte para él, para los
Estados Unidos y para el planeta.