viernes, 17 de enero de 2025

Colombia y Venezuela guardan esperanzas

Andrés de Bedout Jaramillo
Andrés de Bedout Jaramillo

Ambos países están encartados con sus presidentes. Los dos llegaron ilegítimamente al poder, uno sobrepasando todos los topes electorales establecidos por la constitución y el otro, ocultando las actas electorales que le dieron el triunfo a otro candidato. Los dos presidentes, el de Colombia y el de Venezuela, han venido capoteando las situaciones, aprovechando el manejo institucional que tienen, habida consideración del avance de permeación logrado en cada uno de los dos casos, siendo el de Colombia un poco inferior al de Venezuela.

Es por eso que, mientras en Colombia las esperanzas están sentadas en el proceso que por indignidad, y como consecuencia la pérdida del cargo, que se adelanta en la Cámara de Representantes y que ya cuenta con denuncia ante la Corte Suprema de Justicia contra los congresistas investigadores por dilación y no cumplimiento de la constitución y la ley, en Venezuela, las esperanzas están sentadas en que miembros del ejército, de niveles inferiores a los generales de la rosca del Gobierno, en compañía de mercenarios y caza recompensas, puedan llevar a cabo una operación que permita la captura simultánea de Maduro, Diosdado y Padrino, motivados por una recompensa ofrecida por Estados Unidos que asciende a 65 millones de dólares, lo que convertidos a pesos colombianos, son unos $286.000.000.000 millones de pesos.

Ambos presidentes están concentrados en evitar las consecuencias de sus actos, utilizando la retórica del odio, del miedo, del engaño, de la mentira y han descuidado totalmente sus obligaciones de gobernantes, afectando sensiblemente las economías de los dos países, oscureciendo más, todos los días, el futuro de colombianos y venezolanos.

Petro, en su defensa, ha acelerado sus ataques a todos los sistemas donde exista participación privada: servicios públicos como los de energía y gas, obras públicas concesionadas y APP, salud, pensiones, petróleo, café, etcétera, además de los castigos a las regiones que se le oponen, como Antioquia, con todo tipo de medidas opresoras y que obstaculizan. Mientras tanto, Maduro arreció sus ataques a los opositores, encarcelándolos, torturándolos, expidiendo órdenes de captura y ofreciendo recompensas por doquier. Detiene extranjeros en su territorio para acusarlos de milicianos caza recompensas a quienes obliga a auto incriminarse. Son más de ciento cincuenta personas detenidas, de 25 nacionalidades, incluidos colombianos.

Ambos fortalecen y protegen a fuerzas irregulares, guerrilla, paramilitares y narcotraficantes, para contar con su apoyo en caso de necesitarlos.

Siendo realistas, las esperanzas de poder prescindir de los muy malos servicios de estos dos presidentes son cada día más remotas, pero como la esperanza es lo último que se pierde, contemos con que la Corte Suprema de Justicia obligue, de alguna forma, a actuar a la Cámara de Representantes que está obligada a aplicar el artículo 109 de la Constitución Nacional, y a los mandos medios del ejército venezolano a diseñar y ejecutar un plan que dé con la captura de sus tres demonios para que puedan cobrar la jugosa recompensa ofrecida.

Seguimos en oración por estos dos pueblos sufridos y oprimidos por sus gobernantes.