José Leonardo Rincón, S. J.
Por
oficio debo dar vuelta por nuestras comunidades y también por nuestras obras
apostólicas. Las dos ultimas semanas he visitado nuestras “casas de ejercicios”
en La Ceja y Cartagena.
¿Casas
de ejercicios? Sí, así como suena, auténticos gimnasios, algo así como Smart Fit
o Bodytech, pero no para el cuerpo sino para el alma. Y no es que quiera volver
sobre las centenarias separaciones de cuerpo y alma, sino, porque gústenos o
no, así como hoy está de moda sacar tiempo para cuidar estéticamente el cuerpo,
deberíamos igualmente sacar tiempo para cuidar el espíritu. Estas casas que
tenemos por toda la geografía nacional son para eso.
Ignacio
de Loyola, nuestro fundador, escribió esto: “porque, así como el pasear,
caminar y correr son ejercicios corporales, por la misma manera, todo modo de
disponer el alma para quitar de sí todas las afecciones desordenadas y, después
de quitadas, para buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su
vida para la salud del alma, se llaman ejercicios espirituales”, esto es,
dice él mismo, “todo modo de examinar la conciencia, de meditar, de
contemplar, de orar vocal y mentalmente”.
Él
no se inventó esas casas de gimnasia espiritual, pero sí el método y las
orientaciones para hacer bien esos ejercicios. Y por ese aporte ha sido
reconocido desde entonces, como un gran entrenador, ejercitador, coach y
maestro, al punto de que alguna vez confesó que lo mejor que él podía ofrecer
eran esos ejercicios espirituales.
Quienes
han hecho ya este spinning y se han preocupado por los ejercicios de
cardio para tener un mejor corazón y lo han hecho en conciencia con el objeto
de bajar de peso quitándose de encima fardos insoportables, purificándose de
toxinas, triglicéridos y colesteroles que han envenenado el espíritu, pueden
dar testimonio fehaciente de que, en cuestión de tres dias, genial ocho días,
idealmente un mes, se han vuelto más saludables y felices. Eso sí, hay que ser
juiciosos con ejercicios de al menos cuatro horas diarias y un acompañamiento
cercano de un buen entrenador. Los efectos son casi inmediatos y queda uno como
nuevo. Me consta.
Entonces,
quiero invitarlos a que se gocen nuestros gimnasios. Es un regalo que hay que
darse. No es un gasto, es una excelente inversión por lo que la relación
costo-beneficio está a favor de quien se anima a hacerlos. Además, lo hace en
un contexto de mucha paz interior, en medio de un ambiente de silencio y
reflexión, una dieta saludable y un bello entorno natural que propicia
excelentes resultados. ¡Vayan y vean! No conozco la primera persona que,
habiéndolos hecho, honestamente se haya sentido decepcionada o frustrada.
Recuerdo a mi maestro Julio: “¿a qué sabe el jugo de mango?”, pues vaya y
pruébelo. Vale la pena.