viernes, 15 de noviembre de 2024

Gimnasios para el alma

José Leonardo Rincón, S. J.

Por oficio debo dar vuelta por nuestras comunidades y también por nuestras obras apostólicas. Las dos ultimas semanas he visitado nuestras “casas de ejercicios” en La Ceja y Cartagena.

¿Casas de ejercicios? Sí, así como suena, auténticos gimnasios, algo así como Smart Fit o Bodytech, pero no para el cuerpo sino para el alma. Y no es que quiera volver sobre las centenarias separaciones de cuerpo y alma, sino, porque gústenos o no, así como hoy está de moda sacar tiempo para cuidar estéticamente el cuerpo, deberíamos igualmente sacar tiempo para cuidar el espíritu. Estas casas que tenemos por toda la geografía nacional son para eso.

Ignacio de Loyola, nuestro fundador, escribió esto: “porque, así como el pasear, caminar y correr son ejercicios corporales, por la misma manera, todo modo de disponer el alma para quitar de sí todas las afecciones desordenadas y, después de quitadas, para buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida para la salud del alma, se llaman ejercicios espirituales”, esto es, dice él mismo, “todo modo de examinar la conciencia, de meditar, de contemplar, de orar vocal y mentalmente”.

Él no se inventó esas casas de gimnasia espiritual, pero sí el método y las orientaciones para hacer bien esos ejercicios. Y por ese aporte ha sido reconocido desde entonces, como un gran entrenador, ejercitador, coach y maestro, al punto de que alguna vez confesó que lo mejor que él podía ofrecer eran esos ejercicios espirituales.

Quienes han hecho ya este spinning y se han preocupado por los ejercicios de cardio para tener un mejor corazón y lo han hecho en conciencia con el objeto de bajar de peso quitándose de encima fardos insoportables, purificándose de toxinas, triglicéridos y colesteroles que han envenenado el espíritu, pueden dar testimonio fehaciente de que, en cuestión de tres dias, genial ocho días, idealmente un mes, se han vuelto más saludables y felices. Eso sí, hay que ser juiciosos con ejercicios de al menos cuatro horas diarias y un acompañamiento cercano de un buen entrenador. Los efectos son casi inmediatos y queda uno como nuevo. Me consta.

Entonces, quiero invitarlos a que se gocen nuestros gimnasios. Es un regalo que hay que darse. No es un gasto, es una excelente inversión por lo que la relación costo-beneficio está a favor de quien se anima a hacerlos. Además, lo hace en un contexto de mucha paz interior, en medio de un ambiente de silencio y reflexión, una dieta saludable y un bello entorno natural que propicia excelentes resultados. ¡Vayan y vean! No conozco la primera persona que, habiéndolos hecho, honestamente se haya sentido decepcionada o frustrada. Recuerdo a mi maestro Julio: “¿a qué sabe el jugo de mango?”, pues vaya y pruébelo. Vale la pena.