jueves, 10 de octubre de 2024

Programemos el renacimiento de la patria

Luis Alfonso García Carmona
Luis Alfonso García Carmona

La catástrofe que presentíamos está cada vez más presente en nuestra triste cotidianidad.

Todavía no alcanzamos a explicarnos cómo la camarilla del Gobierno, sin mayoría en el Congreso, con el 77% de la población en su contra según las encuestas, sin ninguna realización de beneficio para el país en dos años de ejercicio del poder, se consolide cada vez más en los centros del poder. Ya controla a través de obsecuentes alfiles todos los entes de control, a saber: Contraloría, Fiscalía General y ahora la Procuraduría. Cabe preguntar, mientras se cumplió este avasallador proceso de conquista del poder ¿dónde han estado nuestros dirigentes políticos?

Por supuesto, las grandes mayorías no politizadas ya levantan su voz y el grito de “Fuera, Petro” resuena por todo el territorio nacional.

Lo que falta es convertir esa monumental inconformidad en una fuerza con poder para cambiar las cosas. No podemos conformarnos sólo con las efímeras protestas, las críticas inanes y las bizantinas discusiones sobre las bestialidades que brotan de la enfermiza mente del tirano.

Tampoco podemos reincidir en nuestras equivocadas prácticas políticas que ahora, como en el pasado, nos conducirán al fracaso. Me refiero a que algunos compatriotas se han dedicado a buscar el ahogado aguas arriba, proponiendo que nos preparemos para derrotar al sátrapa en el 2026 y desde ahora suena más de una docena de aspirantes al primer cargo de la nación.

Seamos serios y analicemos las reales intenciones del camarada Petro. No pasemos por alto que su proceso de acaparar todos los organismos de control y, más adelante, las altas cortes, no es otro que darse el autogolpe para perpetuar su movimiento de extrema izquierda en el poder. Si no lo consigue, preparará, como lo hizo durante la pasada administración, todo el escenario para perpetrar un nuevo fraude al estilo de su compinche, el dictador Maduro.

No es nuestra tarea fundamental servirle de comparsa para que exhiba ante el mundo una nueva victoria con “sabor a engaño”, como en el viejo bolero.

Nuestra tarea prioritaria, con todo respeto por quienes piensan lo contrario, es adelantarnos al sátrapa y buscar su caída por los medios que nos otorga la Constitución: a) Respaldar el juicio político por violación de los topes financieros en la campaña presidencial; y, b) Impetrar ante las Fuerzas Militares y de Policía para que den estricto y oportuno cumplimiento a la “finalidad primordial” de esas entidades cual es, según los arts. 217 y 218 de la C. P., entre otras, la defensa de la integridad del orden constitucional. De sobra conocen los colombianos las violaciones cometidas a dicho orden por el actual mandatario, tanto en su elección como en el ejercicio alejado de las obligaciones constitucionales inherentes a su altísimo encargo.

No quiero decir con lo anterior que debamos despreocuparnos del tema electoral. Contamos con una fuerza, la de los indignados con este pérfido régimen, que ni el presidente ni ningún jefe político podría superar. Tenemos que prepararla para que en las elecciones del 2026 se presente con un nuevo programa que responda a las aspiraciones de los colombianos que quieren una patria mejor, alejada del crimen, de la injusticia, de la mentira, de la miseria, del atraso y de la desmoralización que acarrean todos los regímenes socialistas de izquierda.

Todo colombiano, sin importar su procedencia religiosa o ideológica, es necesario que comparta un plan básico de renacimiento del país orientado por la búsqueda del bien común para todos.

No empecemos al revés, como siempre lo hemos hecho, buscando un candidato, en lugar de ponernos de acuerdo en un programa básico de recuperación del país en todos los órdenes, antes de entregar nuestro apoyo al primero que aparezca.