lunes, 21 de octubre de 2024

En Colombia la lucha es entre el bien y el mal

Luis Alfonso García Carmona
Luis Alfonso García Carmona

Venimos con insistencia proponiendo a nuestros compatriotas dos reflexiones:

a. Que la lucha que se avecina para el cambio en la dirigencia del Estado no es simplemente una sustitución de personas sino una verdadera batalla cultural. Se trata de definir si queremos perpetuar un régimen tiránico, corrupto, protector de la criminalidad y enemigo de la propiedad privada y de la empresa privada, o nos decidiremos por recuperar la vigencia de nuestras tradiciones culturales, los principios democráticos, los valores cristianos y la transparencia en la gestión pública.

b. Que para alcanzar el cambio que la mayoría de los colombianos anhelamos, debemos partir de la unidad alrededor de la solución de los principales problemas que agobian al país.

Somos conscientes de que son muchos y de gran calado las desgracias que nos agobian, como lo hemos podido constatar diariamente en los últimos dos años bajo el yugo de este Gobierno mentiroso, torpe y malintencionado. Pero, en gracia a la brevedad, nos vemos obligados a reducir a 10 los problemas que requieren solución, lo que sería el comienzo del renacimiento para nuestra amada Colombia y para la esperanza de los asociados.

1.- Descomposición moral de la sociedad. Es la raíz de todos nuestros problemas. País donde no se respete la moral, las buenas costumbres, la religión, no es un país viable. Tenemos que exigir la ética a todo aquél que cumpla funciones públicas por nombramiento o por elección.

2.- Inseguridad para las personas, las empresas y sus bienes. No se puede gobernar para proteger la cocaína, el terrorismo, el vandalismo, las bandas delincuenciales, ni permitir la tolerancia al crimen por parte de la administración de justicia.

3.- Corrupción y despilfarro de recursos públicos. Se ha exacerbado esta plaga a niveles insostenibles para cualquier Estado. Hay que tomar acciones de fondo, mediante drásticas reformas en nombramientos y elecciones para cargos públicos, que garanticen que solo lleguen a la administración pública personas honestas, idóneas y con un perfil ajustado a las funciones que van a desempeñar.

4.- Recesión económica. Se requiere otorgar seguridad física y jurídica a la actividad privada, crear incentivos para la producción y el empleo, favorecer las exportaciones, construir infraestructura que apoye el crecimiento agrícola e industrial, y estimular el aumento de la formalidad en el empleo.

5.- Pobreza y desigualdad. Tanto el sector público como el privado se deben empeñar en un gran plan para derrotar la pobreza extrema y moderar la desigualdad, no mediante subsidios sino a través de múltiples oportunidades para que los más necesitados accedan a un ingreso digno y suficiente.

6.- Educación obsoleta y sin valores. En lugar del adoctrinamiento en teorías materialistas y contrarias a la verdad científica que ahora se imparten con dinero de los contribuyentes, hay que educar a la niñez y juventud en valores que los conviertan en buenos ciudadanos, con preparación en conocimientos tecnológicos e idiomas, que impulsen su crecimiento profesional en el mundo moderno.

7.- Amenazas de la izquierda internacional. Colombia es uno de los objetivos prioritarios de instituciones criminales como el Foro de Sao Paulo que pretenden debilitarla e infiltrar sus nocivas ideas para convertirla en otra esclava de las dictaduras comunistas. La defensa de nuestra soberanía exige que tengamos un plan de respuesta a semejante invasión cultural y política.

8.- Destrucción del sistema de salud. Con la complicidad de congresistas que dicen pertenecer a partidos de oposición, el régimen ha logrado aprobar en el Congreso el desmoronamiento de nuestro sistema a de salud, uno de los mejores del continente, para entregar su manejo a la clase política que ya en el pasado había dejado en bancarrota nuestro sistema de seguridad social. Es un tema que amerita ser revertido de inmediato pues así lo espera el pueblo colombiano.

9.- Reingeniería del Estado. Tenemos un aparato estatal paquidérmico, ineficiente, costoso y con afán intervencionista para impedir el desarrollo y crecimiento del país a un ritmo normal que garantice el bienestar de los asociados. Hay que hacer una reforma a fondo para reducir su tamaño, eliminar los factores que favorecen la corrupción, agilizar la marcha de la justicia y corregir las inveteradas fallas del Congreso.

10.- Impunidad y tolerancia con el delito. Contamos con una pésima administración de justicia, con tribunales como la JEP al servicio de la guerrilla, y unas Cortes sin ninguna credibilidad por escándalos como el “Cartel de la toga” o el prevaricato para avalar el espurio acuerdo de La Habana. Es una justicia infiltrada por el régimen y por el adoctrinamiento comunista en las universidades. Hay que hacer un recambio generalizado tanto en su estructura, como en la ley penal y en el régimen carcelario.

La unión de los colombianos de bien, los buenos, con una base programática de este tenor nos traerá no solamente el apoyo generalizado de las masas trabajadoras y honradas, sino que, además, encenderá esa llama de esperanza   que necesitamos para desterrar a los malos de la gestión del Estado, donde les ha ido tan mal.