martes, 10 de septiembre de 2024

Suficiente ilustración

Luis Alfonso García Carmona
Luis Alfonso García Carmona

Como se estila en cualquier corporación, pública o privada, cuando hay abundantes razones para adoptar una decisión colectiva, debe llamarse a suspender tanta garrulería para entrar en materia y poner fin a la deliberación con una decisión final.

No cabe la menor duda de que ya los colombianos estamos en posesión de suficiente información para concluir que ha caído el país en manos del peor equipo de gobierno que hemos tenido en nuestra historia: Unos fanáticos de extrema izquierda que, junto con sus aliados y compañeros de lucha, exhiben amplia experiencia criminal en campos como el del terrorismo, la guerra de guerrillas, el narcotráfico y la corrupción. No es extraño, en consecuencia, encontrar en los altos cargos del Estado, oscuros personajes sin méritos para desempeñarse en la labor encomendada, pero con antecedentes criminales, investigaciones en proceso y relaciones con individuos de la peor calaña.

Sabemos de sobra cuáles son las intenciones del régimen: destruir nuestro sistema de valores y nuestra cultura, para construir sobre sus ruinas un estado totalitario de corte comunista, ateo y materialista al estilo de los que se tomaron a Cuba, Venezuela y Nicaragua. Es el mismo comunismo que, después de fracasar en el ámbito mundial, se esconde ahora bajo el alias de “socialismo del siglo XXI”. No nos sigamos engañando, no estamos frente a una confrontación política cada 4 años para manejar el país, cambiar los rostros en los carros oficiales o manejar el presupuesto. Se trata ahora de definir qué clase de sistema político, económico y social tendrá el país en el futuro, cuáles serán sus principios y valores, qué clase de derechos seguirán siendo respetados y cuáles no. Ya lo tenemos claro, aunque pretendamos obviarlo. No pequemos de ingenuidad.

Dos años han bastado para aclarar que el propósito de Petro y su camarilla no es el bienestar del pueblo ni la solución de sus necesidades, sino atornillarse en el poder y poner en marcha la revolución materialista que se ha impuesto para obligarnos a participar de la miseria y la esclavitud que viven nuestros hermanos bajo el yugo del “castro-chavismo”.

No obstante estas claras premisas, seguimos como títeres bailando al compás que nos dicta el sátrapa. Ya somos dos terceras partes de colombianos los que manifestamos rechazar este régimen del oprobio paro nada efectivo hacemos para salir del abismo.

A veces leo algunos comentarios que expresan: “es que Petro cree que somos bobos”. Yo no creo que lo seamos, pero sí actuamos como tales.

Porque si tenemos un enemigo en el Gobierno, empeñado en destruir al país, en desconocer las normas constitucionales y en gobernar sólo para sus amigos de la criminalidad, ¿por qué no nos hemos puesto de acuerdo en una acción eficaz, constitucional y pacífica para destituirlo?

Dos alternativas tenemos para lograrlo si abandonamos la indiferencia, los egocentrismos y la pereza:

Primera.- Apelar a la cúpula militar para que, de conformidad con los artículos 217 y 218 de la Constitución, las Fuerzas Militares y de Policía ejerzan de inmediato la función primordial que les imponen las normas constitucionales y la naturaleza de sus instituciones, consistente en restablecer el orden constitucional violado por el régimen actual desde su misma elección y durante el ejercicio del poder.

Segunda.- Solicitar encarecidamente a los directores de los partidos políticos ajenos al Pacto Histórico y a los miembros de la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes, la tramitación en forma expedita e inmediata del juicio de indignidad contra quien ocupa ilegalmente la Presidencia, por violación de los topes de gastos en la campaña presidencial, teniendo en cuenta todas las evidencias que de forma legal se han aportado al proceso.

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