¿Único medio para solucionar los problemas de
subsistencia?
En el año de 1990, con motivo de la celebración
de los 30 años de la Facultad de Ingeniería Administrativa, donde dictábamos
cátedra relacionada con Administración Centrada en Valores, se publicó una
edición especial de la revista Dyna de la Facultad Nacional de Minas de
Medellín.
Allí, en un artículo nuestro titulado “El recurso
humano, ¿Lo más importante?”, esbozábamos cinco tendencias sobre una nueva
dimensión humana del trabajo. En la tendencia 1 decíamos que “El hombre
mirará su trabajo como una parte importante de su proyecto vital, pero no la
única importante. Para el hombre lo más importante será vivir, disfrutar de su
vida, para ello buscará reducir los largos períodos de trabajo, incrementar su
ingreso u obtener formas asociadas que satisfagan sus necesidades básicas. No
se observa a cercano plazo que la humanidad descubra un sistema diferente al
actual para poder solucionar sus problemas de subsistencia”.
Esta mirada retrospectiva que estamos haciendo
nos permite confirmar que, por un lado, el hombre continúa viendo su trabajo
como una parte importante de su proyecto de vida y, por otro, que la humanidad
no ha encontrado aún otro sistema para solucionar los problemas de subsistencia
humana de manera digna que la del ejercicio del trabajo.
Han cambiado aspectos circunstanciales a la
vida en el trabajo, como el concepto de redarquía en vez del de
jerarquía; el mayor respeto por la dignidad de la persona que trabaja, quizás
no por convicción, sino, también, por conveniencia para la productividad,
observables, tales cambios, en los ambientes de trabajo mejorados; en el
sistema de impartir las órdenes; en la apertura a las sugerencias de los
orientados en las decisiones de sus orientadores, y, fundamentalmente, en el
reconocimiento que el administrador o el empresario, viene haciendo de sí
mismo, como persona humana digna.
También se ha incrementado una circunstancia
yuxtapuesta a solucionar los problemas de subsistencia humana con dignidad, con
el aumento del número de los Estados que buscan mayor dependencia de sus
ciudadanos a través de los subsidios insuficientes, indignantes, denigrantes y
creadores de infame sometimiento, bajo la pretendida y publicitada disminución
de la pobreza, y vemos, entonces que gran número de los ciudadanos así tratados
ya no se sienten estimulados a buscar un empleo digno, porque prefieren el
mendrugo recibido, al reto de conseguir el pan con el propio esfuerzo. El único
esfuerzo que tienen que hacer es tender la mano para recibir o tender la mano
para votar.
Si queremos, entonces, que estos vicios de Estado desaparezcan y que cumplan con su deber de proteger a los ciudadanos verdaderamente necesitados con sus programas asistenciales, pero respetuosos de su dignidad; si queremos que nuestras empresas sigan siendo creadoras de riqueza para todos, para los dueños, para los trabajadores, para el país; si queremos unos ciudadanos con conciencia de su propia dignidad de persona trabajadora, entonces tenemos que redoblar esfuerzos por hacer que sean propicias las circunstancias para un trabajo decoroso, de importancia vital, y capaz de solventar la subsistencia humana.