Luis Alfonso García Carmona
Alienados por los
borbotones de mediocridades que a diario vomitan los canales oficiales, de las que
hacen eco los cómplices y usufructuarios de la camarilla de Gobierno, el resto
de los colombianos descuidamos la atención de las cuestiones fundamentales y
caemos en la trampa de las cortinas de humo que interesan a la tiranía.
Pero a veces se
producen textos de verdadero interés que no pueden ser ignorados por quienes
nos duele el país y estamos más allá de los personales intereses o del afán de
protagonismo. Tal es el caso de la excelente columna suscrita por el doctor
Luis Guillermo Echeverri Vélez, titulada “¿Qué necesita Colombia que
hagamos los colombianos?”[1],
publicada en las páginas de La Linterna Azul y de Alianza Reconstrucción
Colombia.
En un lenguaje
conciso enumera el autor las medidas básicas que Colombia debe adoptar para superar
la crisis gubernativa y el decrecimiento económico que nos tienen al borde
del abismo.
Sin incurrir en
inútiles y desgastadas discusiones ideológicas, propone un modelo práctico que
permita la búsqueda del bien común integral con respeto de la
libertad, la democracia y la justicia.
Elimina de un tajo
las irracionales explicaciones originadas en el odio de clases o en anacrónicos
sistemas fracasados en el mundo entero, que algunos utilizan como excusa para
gobernar sin sujeción a la prudencia y la sabiduría.
No queda otra
alternativa a los colombianos que apoyar ideas de esta naturaleza que buscan
el bienestar de lo población, no la destrucción de lo existente.
A sabiendas de lo
que conviene al país, podemos tener mejor criterio al elegir quienes nos deben
representar en la gestión del Estado.
Entre las diversas
opiniones sobre la solución de nuestra desastrosa coyuntura, debemos elegir
aquellas que tengan la virtud de la eficiencia para producir el cambio en el
poder que se requiere para implementar las mejoras que detalla el doctor Echeverri
con meridiana claridad.
Si en el pasado
hemos permitido que maduren dañinas prácticas opuestas a las que ahora se
exponen, es el momento de unir voluntades y hacer el cambio que el país pide
a gritos.
Habrá que apelar
a las normas constitucionales que todavía nos permiten ilusionarnos con una
patria mejor, colocándolas al servicio de la comunidad y no de unos pocos.
Bien sea por la vía
del juicio por indignidad que se tramita en la Comisión de Acusaciones
de la Cámara, o mediante la intervención de las Fuerzas Militares y de Policía
en ejercicio de las “finalidades primordiales” que les atribuyen los
arts. 217 y 218 de la Constitución, coloquemos el poder en manos de quienes
quieran el bien común y la legalidad como pautas de gobierno.
Lo que debemos
hacer como colombianos es sacrificado pero simple: Apoyemos lo que es bueno
para el país, trabajemos unidos por el bienestar de todos y por el respeto a
la auténtica democracia.
No importa que tengamos
que sacrificar parte de nuestro tiempo, que nuestro rechazo sea expresado a
toda hora y en todas partes.
Hagamos que
Colombia sea independiente de foráneas doctrinas, y enemiga del crimen, la
corrupción, la injusticia y la violencia,
Consigamos entre
todos esa unidad que necesitamos para poner en práctica sabias enseñanzas como
las del excelente artículo al que nos hemos referido.