José Alvear Sanín
–
Hoy, 7 de agosto, se cumplen dos años de pesadilla interminable. Dejando de
lado los millares y millares de trinos, hubo 724 ocasiones de graves
escándalos: la violación de la Constitución, las andanzas del primogénito, el
despilfarro del dinero público, el viaje faraónico e innecesario, el abuso de
autoridad, la actuación fronteriza con el Código Penal, la difamación y la
agresión a los opositores, la propuesta descabellada, la perorata cantinflesca
y logorreica, el nombramiento de ignorantes, inexpertos o prontuariados...
Me interrumpe mi amigo, para pedirme que rebaje
por los días de “agenda privada”, en los cuales nada se supo de Petro.
–
Esos son los de peor escándalo —replico—, porque
nunca los gobernantes de este país tuvieron andanzas secretas, furtivas,
clandestinas..., o compinches impresentables, en el país o en el exterior,
durante sus periodos de gobierno, en los que siempre estuvieron presentes 24
horas durante 365 días al año, para cumplir sus deberes...
– ¿De cuántos periodos tienes memoria?
—pregunta mi dilecto interlocutor
– A partir de mi inquieta adolescencia he
visto desfilar 17 presidentes, y solo tengo mala, o malísima, opinión de
cuatro..., pero antes de comentarte las razones para censurarlos, quiero dejar
en claro que los otros 13 fueron personajes normales, dignos, correctos,
diligentes y patriotas, empeñados en dejar al país en mejor estado.
– Todos, desde luego, enfrentaron graves
problemas o sufrieron oposición, no siempre constructiva. También es cierto
que, en general, acertaron, aunque cometieron a veces errores de buena fe, como
podemos juzgar por el enorme progreso de Colombia a partir, sobre todo, del
Frente Nacional.
– Tienes razón. Aprovecho entonces para
comentarte quiénes fueron, a mi parecer, los mejores: dos liberales y dos
conservadores, Mariano Ospina Pérez y Misael Pastrana Borrero, de los primeros,
y Alberto y Carlos Lleras, de los segundos.
– Ahora, es forzoso que pases a analizar
los malos.
– El General Rojas Pinilla, a pesar de su
indudable mérito en materia de obras públicas, intentó reelegirse para imitar
el peronismo y por eso fue derrocado. Ernesto Samper financió su campaña con
dineros del narcotráfico, pero logró evitar la destitución corrompiendo con
dádivas a los representantes a la Cámara, lo que lo hace precursor de la
“mermelada”, herramienta principal de la acción pública del actual Gobierno.
Belisario Betancur, inventor de los funestos diálogos y “procesos de paz”,
sembró la semilla maldita que culminó en el Gobierno de Juan Manuel Santos...
– Y Santos
—interrumpe el amigo— se robó el plebiscito, como cualquier Maduro, y
entregó medio país a las FARC, quedando la otra mitad en espera del ELN...
– No sigamos en el pasado, porque el
actual gobernante supera todo lo imaginable en materia de mala administración,
de vulgaridad y bajeza. A su lado, Samper y Santos son apenas monaguillos,
mientras Petro es la mezcla entre un mico en un pesebre y un emperador de la
decadencia romana...
– Tienes razón. Muchos presidentes se
tambalearon por deslices idiomáticos o errores administrativos, mientras el
actual sigue tan campante, sostenido por los medios fletados, la indiferencia o
la corrupción de los políticos y fortalecido por el ejemplo de su carnal Maduro...
Después de departir un rato, ambos quedamos muy
preocupados, porque este individuo no ha trabajado por Colombia ni un día en
dos años, pero en esas 724 jornadas nos ha llevado a la antesala del abismo,
preparando la revolución “narco-castro-petro-madurista” (...)
Entonces, como ambos tenemos obligaciones,
convinimos en reunirnos nuevamente para analizar la necesidad de abrir los ojos,
y prepararnos, unidos, a conservar la libertad y volver a la senda del
progreso.