Andrés de Bedout Jaramillo
Se perdió una excelente oportunidad para que los países
americanos, solidariamente, exigieran al dictador de Venezuela y a sus
autoridades electorales, mostrar las actas que, según ellos, dieron el triunfo
automático a Maduro, sin previo conteo ni verificación, ni exhibición de
pruebas, con inmediata entrega de credencial como presidente de Venezuela
2025-2031, el más vergonzoso y descarado robo de unas elecciones en la historia
de la humanidad.
El Centro Cárter, invitado por el régimen a verificar las
elecciones, informó claramente sobre el súper fraude sucedido en las elecciones
venezolanas.
Hasta el mismo Petro trino reclamando actas, conteo y
verificación internacional, y no represión a las manifestaciones de rechazo e
indignación de los venezolanos. Se demoró, pero trinó y, como es su costumbre,
mintió a la hora de votar la resolución de la OEA, para solidarizarnos con el
pueblo hermano. Él instruyó a su delegado que se abstuviera de aprobar la
resolución, lo que evitó el voto 18, que daría mayoría y vía libre al esperado
apoyo de los países de América, respaldando lo irrefutable, el triunfo de
Edmundo y María Corina, o mejor aún, el triunfo del pueblo venezolano que
resolvió deshacerse de su nefasto, cínico, corrupto y desastroso dictador
Maduro. Petro terminó apoyándolo en su increíble e ilícita jugada electoral,
para seguir atornillado al poder, principal causa del éxodo venezolano, que los
países vecinos acogen. Así el régimen establecido continúa aprovechándose para
beneficio propio y de sus secuaces, de los recursos del pueblo, sometido a la
pobreza generalizada, estilo Cuba y Nicaragua, países que concursan al que más
pueda deteriorar la calidad de vida de sus habitantes, esclavizados bajo el
poder de las armas, la barbarie y la brutalidad. Por eso no pueden siquiera
elegir nuevos gobernantes, que los saquen de la terrible situación a la que han
sido sometidos.
En la reunión de la OEA, quedó claro cuáles son los países
que están dispuestos a cuidar y hacer respetar la democracia y cuáles no;
valientes ministros y cancilleres expusieron con vehemencia y decisión el
descarado fraude en Venezuela, que no es creíble ni por el más estúpido de los
estúpidos. Exigieron respeto y no agresión al 80% del pueblo que con motivos de
sobra y todas las pruebas, actas y demás documentos completamente verificables,
reclaman el amplio triunfo que obtuvieron el pasado 28 de julio. Hasta los
seguidores chavistas, cansados del engaño, la corrupción y las mentiras,
votaron por Edmundo con la esperanza de recuperar a sus hijos, a sus nietos,
amigos y demás familiares, expulsados por las condiciones de no futuro que se
viven en Venezuela, generadas por el dictador y su círculo.
Muy sospechoso el apoyo de Colombia al dictador, no votando
favorablemente la resolución de la OEA, que por lo menos habría sido un
espaldarazo al sufrido pueblo venezolano, que hoy más que nunca se debe estar
sintiendo abandonado en su desgracia por el mundo, sin siquiera tener la
esperanza de hacer valer su amplia victoria en las urnas, por la
irresponsabilidad y complicidad de países como Colombia.
Estoy seguro de que la gran mayoría de los colombianos
estamos con los venezolanos que limpiamente ganaron las elecciones, para que
llegue este desastre de presidente irresponsable y ni siquiera apoye la
resolución de la OEA, donde por lo menos se distingue entre el bien y el mal,
entre la verdad y la mentira. Nos hace quedar ante el mundo y ante nuestros
semejantes como parte de los estúpidos que creen en las cínicas mentiras de
Petro y de Maduro.
Pidámosle a Nuestro Señor Jesucristo proteger y ayudar a
nuestros hermanos venezolanos.