En este bendito país, la noria
de los acontecimientos nos lleva al agotamiento y al cansancio, por no hablar
de la desesperanza y de la absoluta incredulidad hacia todo y hacia todos.
El miércoles 7 de agosto se
desarrolló por fin la audiencia de medida de aseguramiento en contra de Olmedo
López y Sneyder Pinilla, exdirector y exsubdirector de la Unidad Nacional para
la Gestión del Riesgo de Desastres, así como del contratista Luis Eduardo
López.
Durante la audiencia la fiscal
delegada entregó las pruebas y muy orondamente realizó una increíble denuncia: en
el curso del proceso han desaparecido varios documentos esenciales para la
investigación, al menos 69 cajas con pruebas han desparecido.
Recordemos el caso de
computadores extraviados recientemente en la Presidencia.
¿Cómo así? ¿Dónde están y
quienes son los responsables de la cadena de custodia y de la seguridad y de la
integridad de las pruebas que se recopilan para el proceso?
Si este fuera un país serio, que
no lo es, toda la cadena de mando del poder ejecutivo desde el presidente
de la República hasta los porteros y todos los presidentes de las altas cortes
y los miembros del poder judicial, deben renunciar de manera inmediata, si es
que todavía recuerdan y tienen claro cuál es el verdadero significado del
concepto de responsabilidad y de honorabilidad.
Ahora, después de estar cerrado
el caso aparecen nuevos videos del caso del asesinato de Mauricio Leal y la
fiscalía reconoce que no se había dado cuenta. ¿Qué se dice ante esto?
Se vuelve a reabrir el “caso
Colmenares” que ya parece una novela mexicana, pero de las malas, entre las malas,
que le da y le da vueltas al asunto sin que finalmente nada se resuelva.
¡Amanecerá y veremos!
Lamentablemente en este país de
corruptos, la lucha contra la corrupción es liderada por corruptos que, ya por
acción, que, ya por omisión, que, ya por ineficiencia o ya por
irresponsabilidad manifiesta, no permiten que se inicien y que avancen los
procesos, que se castigue a los verdaderos culpables y que se recuperen los
recursos robados, teniendo como socios a aquellos abogados litigantes que
haciendo uso de las normas, hacen todo tipo de maromas para buscar el
vencimiento de los términos.
Otra imagen patética es la del
mediocre ministro de Defensa que tenemos, que en el día del Ejército Nacional y
como balance de su pobre gestión reconoce abiertamente y sin pudor que han
aumentado los crímenes, que se ha perdido control del territorio por parte del
Estado y que además los procesos de paz están cayendo en un verdadero limbo.
Señor ministro: renuncie y deje
de dar lora.
Repite el presidente de la
República, sin mucha convicción, la necesidad de llamar a un diálogo nacional
sobre temas que son obvios por su importancia.
Sin embargo, como en el cuento
del Pastorcito mentiroso, independientemente de los actos y de las
reuniones que se realicen, ya no se le cree y en verdad estamos hastiados de
tanta verborrea y tan poca concreción en aquello de trabajar juntos por los
altos intereses de la Nación.
¿Hace cuánto se está hablando de
un acuerdo para la reactivación económica? ¿Si este asunto que es de interés
para todos no es tratado con diligencia, qué podremos esperar de otro tipo de
propuestas que benefician a algunos segmentos poblacionales específicos? ¡No
hay nada que hacer!
Ya con el “sol a sus espaldas”
le queda un año y cerca de 350 días para terminar este periplo lleno de buenas
intenciones, de muchos desaciertos y por qué no, de algunas realizaciones.
Un Gobierno bulloso, lleno de
escándalos y donde la corrupción hace de las suyas como nunca.
Ya casi entramos en campañas
presidenciales y creo que seremos testigos de más de lo mismo, sin sorpresas,
pero sí con muchas frustraciones con respecto a aquellos que en teoría deben
orientar los destinos políticos del país, mientras la corrupción, las ambiciones
clientelistas, los intereses personales y el egoísmo rampante, siguen siendo
sus prioridades.
Que después no aparezcan
desgarrándose las vestiduras y como las vírgenes necias o los líderes
impotentes, aparezcan llorando por lo que perdieron o permitieron perder y que
no supieron defender como hombres.