jueves, 25 de julio de 2024

La Selección Colombia al poder

Luis Alfonso García Carmona
Luis Alfonso García Carmona

En medio de las terribles vicisitudes que vivimos en Colombia, fue un bálsamo de relax, de optimismo y esperanza, la heroica actuación de nuestra selección de fútbol profesional en el torneo de la Copa América.

Pero fue, además, la oportunidad para extraer conclusiones aplicables a nuestro diario vivir y a los problemas que enfrentamos.

¿Qué nos hizo llegar tan alto y llamar la atención mundial sobre nuestro valor en un deporte tan popular como el fútbol? Me atrevería a señalar dos factores determinantes: una impecable dirección técnica y un desempeño extraordinario por parte de la plantilla seleccionada de jugadores. Se demostró, una vez más, que, en el fútbol, como en los deportes en general, el trabajo constante, la disciplina, la entrega a la hora de participar, el coraje, el profesionalismo, el trabajo en equipo, la lealtad, la generosidad, son las que cuentan para dar resultados. Estoy seguro de que hoy, después de la Copa, el valor de nuestros jugadores ha subido de precio, el respeto por Colombia deportivamente hablando, por lo menos en el fútbol, va en ascenso y nos esperan para el futuro grandes satisfacciones que apenas empezamos a imaginar.

Contrasta este panorama con el de nuestro futuro en los campos de la democracia, el Estado de derecho, la economía, la justicia, la lucha contra el crimen, la protección de los colombianos en sus vidas y en sus bienes, la educación, la seguridad social y otros aspectos vitales para la convivencia y el bienestar de los asociados.

Si tenemos al frente el modelo de nuestra Selección Colombia, ¿por qué hacemos lo contrario en temas tan fundamentales? En lugar de una dirección técnica ejemplar, elegimos un secuestrador y terrorista como presidente. Ahora, en vez de celebrar sus éxitos como mandatario tenemos que maldecir la hora en que fue elegido. Y, para mayor vergüenza nuestra, lo posesionamos a pesar de que no podía ser elegido por haber sido condenado por delito doloso y existir evidencia de que estuvo preso y salió por pena cumplida.

Por supuesto, en el poder, en lugar de llamar a los mejores hombres y mujeres para el manejo de los problemas del país, se rodeó de delincuentes, corruptos, narcotraficantes, guerrilleros y los aliados de estos. Para ministro de Defensa no designó una persona experta en seguridad que pudiera manejar los graves problemas de desorden y criminalidad que existen en el país. Prefirió traer a Iván Velásquez, un oscuro personaje que solo se ha distinguido por su odio contra el ejército y la policía, y su enfermiza persecución contra quienes se opongan a la ideología marxista-leninista que practica. Tal como lo hizo en Guatemala donde fue expulsado del país y declarada persona non grata. ¿A quién se le ocurre nombrar como ministro de Defensa a un enemigo declarado de las fuerzas del orden? Es como si Lorenzo hubiera escogido un “tronco”, pagado por sus rivales, para que pierda los partidos, como centro delantero de la selección.

Y así sucesivamente, quienes en esta aciaga hora para Colombia llegaron a los más altos puestos del ejecutivo y el legislativo, no llenan las más mínimas exigencias de probidad y capacidad de gestión. Basta con leer el siguiente informe sobre el escándalo de la UNGRD para adivinar hacia donde se dirige nuestra amada patria en manos de quienes tienen el mando.[1]

¿Por qué no decidimos ya conformar una gran Selección Colombia que se tome el poder por la vía constitucional y cambie este entable de mediocres y corruptos por un equipo independiente de las viejas castas políticas, respaldado por los millones de colombianos que gritan “fuera Petro” en estadios y en las vías públicas? ¿Por qué no llevamos al poder nuestra Selección Colombia con los mejores hombres y mujeres para manejar al país por los senderos del orden, la democracia, la justicia, el crecimiento económico, el respeto a la familia y a la vida, la protección de la propiedad, la generación de empleo, la protección a los enfermos y a los ancianos con adecuados sistemas de salud y de pensiones, la guerra al narcotráfico y a la corrupción, la ayuda solidaria a los más vulnerables y la gestión pública al servicio del bien común y no de los intereses políticos de la extrema izquierda?