miércoles, 10 de julio de 2024

La masa y la soberanía

Luis Alfonso García Carmona

“La masa como tal es, en la hipótesis, el sujeto propio de la soberanía; y de hecho, la masa carece de discernimiento político, salvo en las cosas muy simples y fundamentales, donde el instinto de la naturaleza humana es más seguro que la razón.”

(Jacques Maritain)

Luis Alfonso García Carmona
Somos, en nuestro propio país testigos del comportamiento de la masa al tenor de la hipótesis traída por Maritain. Durante varias décadas su falta de discernimiento político y su excesiva confianza en quienes han detentado el poder, han permitido que nuestra democracia se haya convertido en lo que ahora es: el anhelado botín de la voraz y radical izquierda. Mientras se engolosinaban los ancestrales caciques políticos con las mieles del poder, íbamos abriendo, paso a paso, el camino al lobo populista que nos tiene acorralados.

Como anota certeramente el citado filósofo, cuando se trata de resolver las cosas más simples y fundamentales, brota el instinto de la naturaleza humana, más seguro que la razón. Se impone la necesidad primordial de la supervivencia, la natural reacción contra el peligro, como se observa hasta en los animales que carecen de discernimiento racional.

Fue, ni más ni menos, lo que ocurrió cuando se sometió a la voluntad del pueblo el apoyo o el rechazo a los pactos “de paz” adelantados en La Habana entre Juan Manuel Santos y los bandoleros de las FARC.

No atendió la masa a los cantos de sirena del Gobierno de turno, ni a las recomendaciones de los medios de comunicación, el empresariado o la jerarquía de la Iglesia, ni a las campañas publicitarias ampliamente financiadas con los presupuestos estatales. El resultado fue que en las urnas el pueblo soberano rechazó mayoritariamente el susodicho acuerdo.

Volvió la masa a bajar la guardia y permitió que, perpetrando el prevaricato más detestable de nuestros anales jurídicos, se diera vía libre al fallido pacto, mediante una proposición del Congreso avalada por una corrupta corte. Las lamentables consecuencias de tal despojo las sufre ahora la masa subyugada por la criminalidad instaurada en los cargos más altos del Estado.

Parece que la desgracia y la impotencia frente a la tiranía poseen la mágica fuerza de despertar en la masa su instinto de supervivencia, su coraje frente a la adversidad. Pocos meses después de posesionarse el régimen tiránico de Petro aparecieron espontáneamente en todo el territorio nacional manifestaciones de protesta bajo la consigna “Fuera, Petro”, las mismas que ahora se corean en estadios, conciertos y sitios de reunión de masas.

Se confirma así la hipótesis de que el instinto de la naturaleza humana se impone, en las cosas fundamentales, sobre toda razón, venga de donde viniere. Con esas premisas, podemos concluir que los días de la izquierda en el poder están contados.