Enorme compromiso y
responsabilidad tienen los medios de comunicación, sus dueños, sus directivos,
sus periodistas y sus comunicadores cuando se trata de divulgar sucesos,
eventos o noticias que deben reflejar la verdad de los acontecimientos y no
contentarse con divulgar rumores, consejas o situaciones no confirmadas
debidamente a través de una fuente fidedigna o de una investigación seria.
En algunos casos se debe
distinguir entre lo que es un dato y lo que es información.
En palabras simples un dato es
el registro de algo y la información es la aplicación de la inteligencia sobre
los datos.
De igual manera no se puede caer
en el error de aceptar –por más importante que sea el emisor–, que una opinión
es per se información, lo cual subjetiva y trastoca el contenido de la
realidad.
No todos pertenecemos a los
medios de comunicación ni todos tenemos acceso a ellos, lo cual genera una
postura de dependencia ante estos que no debe ser empleada en favor de nadie.
El derecho o la capacidad de
réplica no es equilibrado con respecto a la capacidad de los medios de divulgar
noticias que involucren a una persona o a una institución, partiendo siempre
del principio de la buena fe.
La creación y divulgación de
noticias falsas es un fenómeno que se ha venido incrementando en el planeta
soportado en el crecimiento desmesurado de las denominadas redes sociales,
cuyos usuarios están expuestos a recibir mensajes de cualquier tipo,
masificados a través de la vinculación a grupos que sirven como multiplicadores
casi que en tiempo real sin que se tenga la posibilidad inmediata de verificar
la veracidad o exactitud del contenido desplegado, lo cual genera pánicos
informacionales ante la avalancha de descripciones forzadas, subjetivas o
falsas de la realidad, generando para-realidades o para-verdades que
dificultan la distinción fácil entre la verdad y la mentira, lo correcto y lo
incorrecto, lo exacto y lo inexacto, lo cierto y lo incierto.
Tan grave y perjudicial es el
exceso de información como la poca información, lo cual se ve agravado si la
veracidad de dicha información es incierta.
Hoy por hoy se aboga por el
derecho a estar informado, complementariamente con el derecho a ser respetada
la intimidad.
Existe una línea muy delgada
para lograr el equilibrio y el respeto por estos dos derechos, derechos que
hacen parte del nuevo mundo, de la nueva realidad, del mundo globalizado en el
cual estamos desenvolviendo y desarrollando nuestros proyectos de vida.
La moral, la ética, la legalidad
y el respeto son principios irrenunciables que debemos acatar y ejercer a
conciencia.
Los datos y la información son
los insumos básicos para la toma de decisiones de cualquier tipo y a cualquier
nivel. A estos insumos debe sumarse el buen criterio, el buen juicio, el
conocimiento y la experiencia para poder minimizar las equivocaciones al
momento de la toma de decisiones.
Es deber de todos garantizar que
los emisores, los receptores, los medios y los canales de comunicación permitan
un fluido intercambio de información entre los distintos grupos de humanos,
permitiendo que la convivencia y la coexistencia sean un poco más amables.