Andrés de Bedout Jaramillo
Cuando alguien se inventa
ingresos para poder justificar gastos, comete una gran irresponsabilidad
económica y financiera, y si esos gastos no tienen un componente importante de inversión
física que dinamice la economía, la irresponsabilidad es aún mayor.
Esto es lo que le ha pasado a
este Gobierno y a este Congreso. En el
presupuesto de 2024, incluyeron, entre otros, ingresos
billonarios de pleitos pendientes y de impuestos que ya habían sido pagados por
los contribuyentes, todo esto lo hicieron a sabiendas, advertidos, conscientes
de las consecuencias que esto acarrearía para el país. Fueron
muchas las voces que oportunamente advirtieron desde los gremios, desde el
mismo Congreso, desde los sectores bancarios, desde la academia, pero
nada valió, había que justificar gastos impagables en innecesarios incrementos
burocráticos, en ministerios como el de La Igualdad,
en nuevas e innecesarias embajadas y consulados, en miles de contratos de
prestación de servicios cuando estos están tan cuestionados como atentatorios
de los derechos laborales; en cientos de inútiles viajes, sobre todo al exterior, con
inmensas comitivas; en la financiación de innumerables manifestaciones transportadas
a las principales ciudades, etcétera. Lo que
se ha destinado a inversión se ha ido derechito a corrupción, los carrotanques,
las ollas comunitarias, las compras de tierras, los pasaportes, las camionetas,
por mencionar unos pocos. La corrupción hoy se campea
por la mayoría de las instituciones del Estado, sobre todo por las más
cercanas a presidencia.
El estilo de irresponsabilidad
económica y financiera del Gobierno y
del Congreso de turno, se manifiestan en el trámite y aprobación de
leyes sin los correspondientes certificados de viabilidad y
sostenibilidad, como la reforma pensional, la
laboral, la de la salud, la de educación,
la de justicia, etcétera. Es de
tal tamaño la irresponsabilidad, que, al
parecer, la Contraloría General de la República, ya, por fin, como que
va a tomar cartas en el asunto, interviniendo en la factibilidad económica y
financiera de las leyes que se tramitan en el Congreso.
Y para cerrar el tema, la
cantidad de subsidios crece y me atrevo a vaticinar que estos además de
insostenibles, no estarán llegando a los sectores más necesitados de la
población.
Hasta el recorte presupuestal
de 20 billones, al parecer se quedó corto; entidades bancarias y
autoridades económicas respetables han expresado que el recorte debería ser de
30 o mejor, de 40 billones, pero como hay que seguir gastando a todo chorro, la plata
ajena, que todos los días es menos, el recorte quedó en 20 billones,
para seguir de frente, en el Gobierno y en el Congreso,
haciendo gala de su irresponsabilidad y poder rematar rompiendo la regla fiscal. Seguramente
utilizarán buena parte del crédito de los
17.000 millones de dólares que autorizaron para
pagar deuda externa, en gastos inútiles que al parecer están más orientados a la
compra de conciencias y de votos, con miras a las elecciones del
2026.
Estos irresponsables nos están
llevando al fracaso, al atraso; su capacidad destructiva es
impresionante, hasta las cifras del DANE parecen amañadas, con miras a seguir
mintiéndole al país, anestesiándolo, mientras llegamos a la quiebra económica,
que abrirá las puertas a los mecanismos que tienen diseñados los
irresponsables para perpetuarse en el poder, convertirse en dictadores y
subyugarnos aún más.
El Congreso ya no es un
contrapeso, no fueron ni siquiera capaces de dar ejemplo aprobando la ley que
rebajaba su componente salarial de gastos de representación, su aporte mínimo
al recorte presupuestal que requiere la nación, salvo muy pocas excepciones.
Que nuestro Señor Jesucristo
nos proteja de estos irresponsables.