Luis Alfonso García Carmona
En una terrorífica
coyuntura como la actual, en la que se está jugando ni más ni menos que la
vigencia de Colombia como país democrático y sujeto al Estado de derecho, es natural
que las gentes del común clamen por una precisa y oportuna pauta de acción por
parte de quienes han ostentado a lo largo de la historia la categoría de
dirigentes políticos.
Para mayor
desgracia del país, quienes se beneficiaron del poder en el ejercicio de tan
privilegiadas posiciones, ahora se conforman con colaborar con el régimen en su
afán reformatorio desde el Congreso, o con promover una “oposición
constructiva” que nadie sabe para qué sirve, o con callar ante las
posibilidades jurídicas de que el guerrillero-presidente sea privado de su
cargo por indignidad en su fraudulenta elección.
Las montañas de
dinero que emplea el régimen para la compra de conciencias no permiten a la
dirigencia política percibir que la mayoría del electorado rechaza al régimen,
como lo manifiesta en las marchas, en las reuniones públicas y privadas, en las
encuestas de opinión y hasta en los recientes comicios regionales. No hay peor
ceguera que la del que no quiere ver.
Para subsanar la
falta de coraje y patriotismo de esta corrupta dirigencia, han surgido
activistas a quienes sí les duele el país, quienes, sin contar con apoyos
financieros o mediáticos, han convocado con sorprendente éxito a las gentes
buenas de Colombia a salir para manifestar su única petición: “¡Fuera,
Petro!”
Es este un ejemplo
que debemos seguir todos los colombianos de bien. Vamos a combatir la tiranía,
con todos los instrumentos legales a nuestro alcance, pero priorizando aquellos
que muestren ser más eficaces. Por mi parte, y respetando cualquier opinión en
contrario, propongo una estrategia compuesta por los siguientes puntos claves:
Primero.- Busquemos apoyo de todos los colombianos que estén en contra de las tesis
revolucionarias que quieren destruir nuestra democracia y desconocer el Estado
de derecho para gobernar de la mano de la criminalidad.
Convoquemos a
quienes se oponen abiertamente a los escándalos de corrupción que han
caracterizado estos primeros meses de Gobierno, al despilfarro de los dineros
públicos en gastos superfluos e innecesarios, a la designación de funcionarios
incapaces, ignorantes y carentes de ética para administrar los recursos del
Estado.
Agrupémonos con
quienes rechazan las reformas a la salud, al sistema laboral y a la ley laboral
así como las irracionales propuestas de terminar con la exportación de
petróleo, y conducir a nuestro país a una grave recesión económica.
Segundo.-
Debemos unirnos alrededor de principios que conduzcan al
desarrollo de nuestro país y al bienestar espiritual y material de nuestra
gentes, no al beneficio de una camarilla incrustada fraudulentamente en el
poder. En lugar de estigmatizar cualquier ideología o creencia política o
religiosa, cobijemos nuestros esfuerzos bajo el objetivo de alcanzar el bien común para todos los
asociados.
Tercero.-
Con ese derrotero común podemos crear la fuerza más
importante en la historia de Colombia. Ya las masas se han manifestado en
rebeldía contra la tiranía populista de Petro y sus desastres. Solo falta darle
cuerpo a este movimiento. ¿Cómo darle cuerpo?
a. Seleccionar en los
movimientos activos en las marchas y demás actividades de resistencia, un grupo
de líderes que actúen como coordinadores a nivel local, regional y nacional;
b. Crear células de
activistas en todo el territorio nacional;
c. La coordinación
nacional se encargará de la preparación de coordinadores para la creación,
capacitación, supervisión y evaluación de la células;
d. La coordinación
nacional llevará el registro de las células creadas, sus integrantes y sus
líderes;
e. La coordinación
nacional aprobará los distintos eventos, actividades y programas que se
adelantarán para el derrocamiento de la tiranía;
f. Habrá un comité
financiero nacional con seccionales departamentales y municipales para su
financiación, aportes mediáticos, de transporte, y otros bienes y servicios que
se requieran; y,
g. Todos los comités financieros regionales participarán
en la estructuración de campañas publicitarias, las cuales preferiblemente
serán virtuales o por las redes sociales, no por los métodos tradicionales.
Cuarto.-
Parte esencial en la campaña será la participación de las
fuerzas militares y de policía a través de su personal en retiro, cuya
presencia en la organización propuesta es indispensable.
Quinto.-
El movimiento brindará todo su respaldo a iniciativas
que, dentro de la ley, conduzcan al derrocamiento del tirano o a la sanción de
los delitos cometidos por los funcionarios del régimen y sus familias y socios.
Se dará la máxima prioridad al juicio político que cursa en la Comisión de
Acusaciones de la Cámara de Representantes por violación de los topes
financieros en la campaña presidencial de Petro y Márquez.
Sexto.-
A través de los medios tradicionales y de las redes
sociales se seguirán difundiendo los escándalos e irregularidades que está
cometiendo el régimen para ilustrar a la sociedad sobre la necesidad de cambiar
a quienes ejercen el poder.
Séptimo.-
Objetivo inmediato es la separación de Petro del cargo,
bien sea por el proceso que ordena el art.109 de la Constitución (juicio
político) o mediante la decisión de las fuerzas militares para salvaguardar el
orden constitucional ( art 217 de la C. P.). Ninguna de estas alternativas será
posible adoptarla mientras no exista un amplio apoyo popular que las respalde (como
el que se ha observado en las marchas) y una plena conciencia de los
colombianos sobre la necesidad de sanear nuestra gestión pública para conseguir
el bien común ansiado por los colombianos.
Octavo.-
Es una oportunidad única para que demos un vuelco a la
historia política de Colombia. No se trata de cambiar un presidente por otro, o
un partido corrupto por otro igualmente vituperable.
Es el momento de
construir una sociedad pluralista, donde no se estigmatice a nadie por sus
creencias religiosas o políticas.
Llegó la hora de
implantar el gobierno del bien común, donde cabremos todos los
ciudadanos de bien.
Reconstruyamos el
país dañado seriamente por el empecinamiento del cambio que estamos padeciendo
y proyectemos todo nuestro potencial humano, físico y económico para convertir
a Colombia en una tierra de paz, de convivencia y de progreso.
Noveno.-
Como enseña José Ortega y Gassett:
“La salud de las
democracias, cualquiera que sea su tipo y su grado, depende de un mísero
detalle técnico: el procedimiento electoral. todo lo demás es secundario. Si el
régimen de comicios es acertado, si se ajusta a la realidad, todo va bien; si
no, aunque el resto marche óptimamente, todo va mal.”
Me aventuro a
pensar que defenestrado el tirano, una junta militar puede conducir
temporalmente al Estado para sanear los entes electorales y convocar unas
elecciones limpias que, no solamente elijan a sus sucesores, sino que
introduzcan las reformas requeridas para la adopción del bien común como
meta que una a la Nación en un proyecto que partirá en dos la historia de
Colombia.