lunes, 20 de mayo de 2024

La alteración del orden constitucional no puede continuar en la impunidad

Luis Alfonso García Carmona
Luis Alfonso García Carmona

Ya está bien que un país civilizado, con una historia plena de luchas libradas para defender su libertad y su sistema democrático, poblado de gentes honestas y trabajadoras, y con un promisorio potencial, continúe padeciendo la permanente violación de su carta de navegación, su “ley de leyes”, su Constitución Política, por la caricatura de presidente que rige nuestros destinos y su camarilla moldeada en las materialistas y violentas doctrinas del marxismo-leninismo, completamente ajenas a los principios tutelares de nuestra nacionalidad.

Derecho a elegir

Desde su posesión en el más alto cargo del Ejecutivo, ha sido victimizada la democracia con una elección espuria que, como se ha demostrado ampliamente, rebasó con creces los topes económicos señalados por la Ley para los gastos de la campaña. En el artículo 109 de la Constitución se ordena en estos casos adelantar un juicio por indignidad en el cargo y sancionar al responsable, o sea al presidente, con la separación del cargo. Con base en el derecho que la misma Constitución otorga, presentó un ciudadano, el abogado José Manuel Abuchaibe, la respectiva denuncia que no ha merecido el trámite dentro de los precisos términos que establece la norma. Se han utilizado toda clase de subterfugios para dilatar una decisión que espera el pueblo colombiano que todavía cree en el Estado de derecho. Ahora se pretende acumular el proceso de origen constitucional con procesos penales incoados en contra del presidente, lo cual es otra flagrante violación a la normatividad, ya que no son acumulables por la diferencia de estas acciones, sus diversos trámites, sus distintas sanciones y competencias para su instrucción y fallo.

Según el art. 40 de la C. P. “Todo ciudadano tiene derecho a participar en la conformación, ejercicio y control del poder político. Para hacer efectivo este derecho puede:

1. Elegir y ser elegido.” Esta norma ha sido violada flagrantemente, ante la mirada estupefacta de la nación y se sigue violando, mientras sus funestas consecuencias no sean corregidas separando al infractor de su cargo.

Derecho a revocar el mandato de los elegidos

Establece además el citado artículo: “Todo ciudadano tiene derecho a (…) 4. Revocar el mandato de los elegidos en los casos y en la forma que establecen la Constitución y la ley.”.

Incurriendo en el delito de prevaricato, algunos miembros de la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes están dedicados a dilatar el trámite de la denuncia presentada contra el presidente Petro por indignidad, mientras otros intentan entorpecerla acumulándola con procesos penales no acumulables que tienen un trámite mucho más prolongado. Esto equivale a una denegación de justicia que altera de manera significativa el orden constitucional, ya que afecta de manera perjudicial a la mayoría de la población colombiana, que manifiesta espontáneamente en las calles de las principales ciudades su voluntad de que el presidente Petro sea separado, con la consigna “Fuera, Petro”, que se ha convertido en un lema nacional.

Alteración final del orden constitucional

Como era de esperarse, quien se hace elegir en contravía de los mandatos constitucionales, mostrará, a lo largo de su mandato, el más absoluto desprecio por el orden constitucional que juró respetar.

Se propone ahora llevar a cabo un proceso “constituyente” por fuera de los procedimientos permitidos en la misma Constitución, para reformarla a su antojo y conducir al país a una catástrofe política, económica y social de dantescas e inimaginables proporciones. Y agregó que es el momento de comprometerse a fondo con la transformación del país y para lograrlo enfatizó que se necesita levantar la bandera del poder constituyente por la justicia social, la democracia y la paz. Y justificó su propuesta en “la voluntad popular de las urnas del año 2022” y “la voluntad popular del estallido juvenil”. En otras palabras, según el camarada Petro, tenemos que reformar nuestra Carta Magna para introducir en ella sus despropósitos porque ganó fraudulentamente unas elecciones y porque destruyó las principales ciudades en la toma guerrillera (que bautizó como estallido social) protagonizada por él mismo en el Gobierno de Duque, en asocio de sus protegidos de la Primera Línea.

En una reciente entrevista con Noticias RCN, el presidente Gustavo Petro no tuvo inconveniente en confesar que “no importan las formas sobre la constituyente, importa el contenido”. ¿Qué más necesitamos para saber que su propósito inmediato es alterar no sólo una norma sino toda la Constitución para aprobar, de cualquier forma, en cualquier esquina, en compañía de sus aliados (Primera Línea, guardias indígenas, narcos, guerrilleros, vándalos, etc.) la Constitución que nos regirá en las próximas décadas?

¿Vamos a esperar que concluya su estrategia de tomar el control de la totalidad de los poderes, mediante la aprobación de un remedo de Constitución que se lo permita?

O, ¿vamos a abortar ese diabólico plan, actuando ya en defensa del futuro del país, de la tranquilidad de sus gentes y de las nuevas generaciones y atajando de raíz y para siempre la amenaza de destrucción de nuestros más caros valores a manos del totalitarismo que gobierna de la mano de la criminalidad?

¿Cuándo el texto del art. 217 de la Constitución Política va a dejar de ser letra muerta y convertirse en la piedra angular del renacimiento de Colombia? Repasémoslo para que lo tengamos como nuestro escudo en esta lucha contra el mal que nos ha correspondido librar para bien de Colombia y de nuestros hijos:

“La Nación tendrá para su defensa unas Fuerzas Militares permanentes constituidas por el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea. Las Fuerzas Militares tendrán como finalidad primordial la defensa de la soberanía, la independencia, la integridad del territorio nacional y del orden constitucional.”