Colombia acaba de firmar su tratado
de libre comercio número 17 con los Emiratos Árabes Unidos. Recordemos que el
auge de los TLCs nació ante el fracaso de la conformación del ALCA a comienzos
del presente siglo, cuando los Estados Unidos, sin darle muchas vueltas al
asunto, se dieron cuenta de que era más ventajoso para ellos negociar uno a uno
con cada país y no en bloque.
Los otros 16 tratados firmados
vigentes son con Chile, México, El Salvador, Guatemala, Honduras, con el EFTA
(conformado por Islandia, Leichtenstein, Noruega y Suiza), Canadá, Estados
Unidos, Perú, Ecuador, la Unión Europea, Corea, Costa Rica, Inglaterra, Irlanda
del Norte e Israel.
Existen además cerca de una
docena de acuerdos comerciales, entre los cuales se pueden mencionar CAN y
CARICOM, entre otros.
Aun cuando ha habido avances, es
importante que el país conozca los verdaderos beneficios que le ha traído a
Colombia esta estrategia, y sería más que deseable que el Ministerio de
Comercio, Industria y Turismo y Procolombia, nos mostraran el estado de la respectiva
balanza comercial con cada uno de ellos, así como una divulgación apropiada de
las condiciones de cada tratado, vigencia, productos y servicios establecidos
dentro del mismo.
En un mundo global es necesario
saber con profundidad qué se compra y qué se vende, en cuáles cantidades, cada
cuándo y a quién, para poder afinar estrategias e ir enfocando la sectorización
económica que requiere el país, y por qué no, los ajustes, definiciones y/o
redefiniciones de su vocación económica y sus sectores estratégicos.
En ese mismo orden de ideas y
como un ejemplo claro de que la ciencia ficción a veces nos sirve para ir
aproximándonos sin prevención a posibles situaciones futuras, hoy se está
comenzando a hablar de lo que se llama la “economía espacial”.
En 1968 un año antes del primer
alunizaje tripulado, el gran director cinematográfico Stanley Kubrick
sorprendió al mundo con su película “2001 odisea del espacio”, que se convirtió
en un ícono de la ciencia ficción. El argumento habla de ciertos fenómenos que
ocurren dentro de una nave espacial de carga cuya actividad es transportar
minerales de varios planetas hacia la tierra.
El impacto de esta minería
espacial está por verse, pero hoy ya contamos con algunos ejemplos de los
impactos a pequeña escala –todavía– que nuestras incipientes aventuras
espaciales han realizado. Hoy se habla de la basura espacial, una nueva clase
de contaminación de presencia creciente en nuestra atmósfera, que empieza a
afectar la movilidad de naves y equipos y la afectación a las
telecomunicaciones. La llegada del hombre a la Luna dio origen a la basura
espacial dejada en el satélite, sin que conozcamos sobre actividades,
experimentos u operaciones que se hayan realizado sin divulgación generalizada.
También los viajes de exploración sin retorno fuera de nuestro sistema solar
generan desechos espaciales.
Si por ejemplo comenzáramos a
extraer minerales de la Luna, los estudiosos advierten que la pérdida de peso a
gran escala del satélite podría afectar la tensión gravitacional entre la Luna
y la Tierra con efectos tan extraños como cambios en los ciclos de rotación del
satélite, la siembra y la reproducción, las mareas y las corrientes marinas,
las intensidades de los vientos y hasta el ciclo menstrual de las mujeres,
entre otros tantos, sin hablar de la posibilidad de traer a virus y bacterias o
formas de vida desconocidas a nuestro planeta e igualmente de manera recíproca.
Ahora bien, el impacto socio
económico y político de la actividad espacial afecta los ámbitos de las
telecomunicaciones, de los temas militares, de los temas de comercio y de
transporte aéreos, atmosféricos y de espacio exterior, asunto que apenas está
en sus primeros pasos de reflexión y estudio.
Recordemos a Fritz Perls cuando
sentencia: “Nada tiene significado sin su contexto. El significado no
existe”.
NOTA: La afectación de
las relaciones internacionales con Israel, impacta negativamente la normalidad
en el manejo de ciertos asuntos de la operación militar en Colombia. Debemos
recordar que el tema de las relaciones internacionales es un asunto de Estado y
no de Gobierno.
RETROCESO: En Colombia,
una vez ponemos la vara a una buena altura, nos da mucha dificultad al menos
conservarla. En 2012 Colombia llevó 104 atletas a los Olímpicos de Londres. A Río
de Janeiro en 2016 llevó 147 y para TOKIO 2020, 71, que es la marca mínima que
se espera para París 2024.