Hermana… ¡no te creo!
Por: Cristina Isaza
Esta
semana, en Colombia, celebramos dos marchas: la del 6 de marzo contra Petro y
la del 8 de marzo.
Una
vez más se demuestran las diferencias intrínsecas, en valores y cultura, de
quienes participan en unas y otras. En la del 6 de marzo hubo orden, limpieza,
no se extendió más de lo programado, hubo respeto por el bien público y
privado, por la policía y el Esmad. En cambio, el 8 de marzo, todo lo
contrario: caos, suciedad, daño, torsos desnudos de personas que carecen de
sentido común y de amor propio; así se
constata que el 8 de marzo, representa hoy, la hipocresía del feminismo moderno.
Top 10 de incoherencias vistas en este 8 de marzo
1.
Pintar el monumento en honor a la Pola:
las que hablan de cultura, salen a vandalizar el patrimonio cultural de Bogotá
y el homenaje que se hace a la vida de la heroína de nuestra independencia,
asesinada a los 22 años por servir a la causa patriota de la libertad y por la dignidad.
2.
Vandalizar estaciones de Transmilenio y Metro de Medellín: las que abogan por la justicia social, salen a dañar sistemas de
transporten que facilitan la vida y movilidad de millones de mujeres. Son los
medios de transporte más usados por mujeres, en mayor proporción de lo
que lo hacen los hombres. Además, Transmilenio emplea a más de 5.000 mujeres y
en el Metro más de la mitad de las conductoras son mujeres jóvenes, estudiantes
de carrera universitaria. Otro punto importante, es que quienes vandalizaron el
Metro, usualmente tan amigas del discurso de la justicia ambiental, atacan un
sistema que es bajo en emisiones.
3.
Profanar los templos de la Iglesia católica:
“coherentemente” la tienen emprendida en contra de la religión tradicional que
más venera a las mujeres. La figura de la Virgen María es de gran relevancia y
respeto para los católicos y es la mujer más venerada en la historia. Incluso, en
el arte, María tiene mayor representación que su hijo. Los católicos también
celebran y veneran el legado de miles de mujeres santas y beatas. Además, no
olvidemos el papel de las monjas y misioneras, muchas de las cuales han sido
perseguidas y asesinadas.
4.
Arengas y avisos que rezan “la dieta es patriarcal”: esta arenga, anecdótica, la vi en videos sobre las marchas del 8 de
marzo en México… Resulta que es malo que “el patriarcado” te quiera sana y
viva, entonces una dieta sana, es opresión… ¡hermana! Opresión la que sufren
tus rodillas y articulaciones, por tu sobrepeso. ¡Cuidemos de nosotras!
5.
Abajo el capitalismo: es el sistema económico
que nos ha permitido desarrollar libremente nuestros talentos, diversos proyectos
de vida, ser profesionales, emprendedoras, tener dinero en nuestro bolsillo
para no depender de un maltratador. En este sistema se han desarrollado
millones de innovaciones que nos han facilitado la vida.
6.
Aborto libre: quieren aborto en
cualquier momento y por cualquier motivo. Miles de niñas colombianas son
asesinadas al año en el vientre materno. ¿El “ni una más” no aplica para las
niñas que se están gestando? ¿Quién aboga por la vida del ser en estado de
indefensión? Para quienes protestan, son insuficientes las tres causales
contempladas por ley colombiana y toda la red de apoyo de Profamilia,
comenzando por los métodos anticonceptivos gratuitos… vidas truncadas en muchas
ocasiones por la irresponsabilidad, el facilismo y una cultura de muerte que
desprecia la vida del ser en gestación.
Además, ese lema de “mi cuerpo, mi decisión” o ser “Pro Choice”, niega
la biología básica y niega el logro de la declaración de los derechos humanos,
cuando se estipuló a los hijos como individuos
con derechos propios y no como propiedad de los padres. El primer derecho de toda mujer es a nacer,
es el derecho de la vida.
7.
Rostros cubiertos – torsos descubiertos:
quienes se tapan la cara para “protestar”, sabemos que sus intenciones son
vandalizar y atacar. Y las que recurren al exhibicionismo como forma de
protesta, deberían recordar que el 8 de marzo es para conmemorar las luchas de
las mujeres por la igualdad de derechos. Las mujeres de comienzos del siglo XX
en USA que abogaban por el sufragio, organizaban desfiles imponentes, dignos,
estéticamente agradables, los cuales llenaban las calles.
“Las mujeres que han
cambiado el mundo no han necesitado mostrar otra cosa además de su
inteligencia” Rita Levi Moltancini.
8.
Niños en manifestaciones: es un poco de
sentido común, creo yo, el no exponer a
niños a este tipo de eventos que suelen volverse violentos y que cuentan con
muchos torsos descubiertos.
9.
Las congresistas incoherentes: Jennifer Pedraza aboga por Palestina Libre. Cathy Juvinao, muy al estilo del nefasto “Pinturita”,
minimizó el vandalismo perpetrado y no condenó que en horas de la noche aun hubiera
niños en las protestas, ni el ataque con aerosol y fuego a gestoras de convivencia y policía.
Sandra Ramírez (Comunes), como siempre en su papelón de feminista,
hablando como “faro de la moral” de los derechos que negaron las FARC a miles
de mujeres y niñas que fueron reclutadas, violadas, secuestradas, asesinadas y
obligadas a abortar.
La cereza del pastel:
10.
Ondear la bandera de Palestina abogando por su liberación: múltiples apoyos a Palestina… Cero voces por las mujeres y niñas
asesinadas, torturadas, violadas el pasado 7 de octubre en Israel y por las 19
que aún permanecen cautivas por Hamas. Ni un solo listón amarillo por la
masacre terrorista que perpetraron en Israel.
Debemos abogar por una Palestina libre, pero libre del terrorismo de Hamas
y del yugo del fundamentalismo islámico, que, bajo los preceptos de la ley de
la Sharia, está en contra de los derechos y libertades por las que hemos
luchado las mujeres. Nosotras que tenemos voz en Occidente, hablemos por las
mujeres en Palestina que no la tienen. Por ejemplo, exijamos al presidente
Petro que deje de respaldar a un grupo terrorista que oprime hasta a sus
propias mujeres con leyes retrógradas y machistas, que las castiga si no se
cubren el pelo, que no tienen libertad sexual, que son consideradas ciudadanas
de segunda categoría, propiedad de sus padres o esposos, sin igualdad de
derechos (incluyendo matrimoniales, de herencia y de custodia de los hijos),
sin libertad de movilidad. No gozan de las mismas oportunidades para acceder a
educación y/o empleo. Esas mujeres si padecen al verdadero Estado opresor,
patriarcal y machista.
No todos en la franja de Gaza estarán igual de radicalizados, pero
muchos habitantes sí lo están y gracias a eso, Hamas, ganó
electoralmente el control sobre la zona. Además, no olvidemos los videos de
civiles celebrando la llegada de rehenes israelíes, maltratando sus cuerpos sin
vida, escupiéndolos… ¿De qué dignidad sales a hablar?
Mientras que musulmanes pueden vivir en Israel, los judíos no lo pueden hacer
en Gaza.
¿Sabes que cantar “From the river to the sea Palestine will be free” se refiere a borrar a Israel y los valores de libertad y de la ilustración que
representa? Ellos no quieren convivir con los
judíos, no son tolerantes, no quieren libertades.
Además, Hamas es financiado por el Gobierno de Irán, bajo el
mando del Ayatola, otro régimen teocrático, que mina todas las libertades. Un
régimen que llegó al poder, en gran parte gracias a un lobby internacional, muy
“inclusivo”, apoyado por los intelectuales post modernistas de los años 70 (que
son similares a los progresistas de hoy) como Michael Focault.
En estas sociedades las
mujeres sufrimos un “gender apartheid”.
¿Qué pido?
Respeto
por la vida, seguridad, controles a la corrupción, acceso al sistema de salud,
oportunidades de educación, empleo y emprendimiento; un sistema judicial eficiente
que nos proteja, en el que la impunidad no sea la regla, castigos ejemplares a
violadores, maltratadores y asesinos para que las mujeres podamos vivir seguras,
en libertad. Educación basada en valores y respeto que abrace las diferencias
de cada género, una verdadera inclusión que no está en tergiversar el
castellano, ni en que pretenda afeminar a los hombres (“deconstruyéndolos” y
haciéndolos unos pusilánimes) y en que las mujeres tengamos que adoptar
actitudes típicas masculinas. Hombres que reconozcan y fomenten el talento
femenino, que respeten su palabra, que valoren nuestras cualidades innatas.
Y
flores, ¡muchas flores!
¿Qué me preocupa?
La
cantidad, en aumento, de mujeres dedicadas a la prostitución, la inseguridad
(principalmente en los territorios del país dominado por grupos terroristas),
el aumento de reclutamiento infantil y de drogadicción de niños y jóvenes.
Necesitamos soluciones de fondo, no burocracia y “chiringuitos”.
Reflexiones finales
El
vandalizar no salva vidas, no visibiliza el maltrato, no disminuye la brecha;
solo perjudica a otras mujeres (a las que dicen representar y defender), que
deben limpiar al otro día el desastre, y desprestigia la causa. Quejarse de la
violencia machista, mientras se imita los comportamientos primarios y violentos
que critican, tampoco es muy coherente.
Pienso
que muchos jóvenes caen en ideas progresistas y en estos colectivismos
ideologizados, por unos padres ausentes y/o son chicos a quienes no les falta
nada, que todo se los dan, sin que se les enseñe de esfuerzo, de trabajo, de
que las cosas se ganan, de que debemos ser responsables de nuestras vidas y
decisiones y dar un buen uso al libre albedrío. Tampoco aplican preceptos
mínimos de convivencia como “no hagas a otros lo que no quieras que te hagan
a ti” y “mis libertades terminan donde comienzan las del otro”.
En
la ideología y los colectivismos feministas de tercera y cuarta ola, veo un
afán por destruir la esencia de la naturaleza femenina y de “borrarnos” al
desdibujar el significado de palabras como mujer y madre. Además, hay
una completa desconexión con las primeras loables luchas. Un “Día de la Mujer” que
al parecer ha sido cooptado por el “Día de la Feminista”.
Falta
ética, faltan principios, falta respeto, falta amor, falta unión; hay
debilidad, afán por el logro, deseo de reconocimiento, mucha victimización,
poco amor propio, mucho resentimiento… caldo
de cultivo perfecto para que las usen, adoctrinen y manipulen con fines
políticos. Por el afán de sentirse “parte de un grupo” son usadas por agendas
como la proaborto y de ideología de género. No las quieren felices, ni
realizadas; necesitan que sean por siempre víctimas con rencor, para venderles
la ilusión del empoderamiento.
¡Salgan de ahí!