lunes, 12 de febrero de 2024

A grandes males...

Luis Alfonso García Carmona
Por: Luis Alfonso García Carmona

Los execrables acontecimientos de los últimos días evidencian –aún más, si ello es posible– la descomposición general de la sociedad colombiana bajo el poder dictatorial de una banda criminal que hace todo lo necesario para confirmar el fraudulento origen de su inválido mandato.

Sufrió la Corte Suprema de Justicia, por segunda vez, después de la masacre perpetrada por el M-19 en 1985, el ataque de las fuerzas convocadas por el Gobierno Petrista para presionarla, en forma ilegal, inconstitucional y punible, con el fin de que a la mayor brevedad tome la decisión de elegir una fiscal general de bolsillo que requiere con urgencia el sátrapa enredado en sus violaciones a los topes de gastos fijados por Ley para la campaña presidencial.

En su maléfico entendido de que él es el jefe del fiscal general, como lo ha manifestado el propio Petro, pretende en forma dictatorial apropiarse de la administración de justicia y, para tal efecto, se permitió convocar a las fuerzas populares para presionar la adopción de tal designación, para lo cual solicitó la colaboración de Fecode, el sindicato de maestros comunistas que desde el 2021 lo viene acompañando en la subversiva tarea de incendiar el país, atacar las instituciones e imponer por la fuerza y la mentira sus falaces doctrinas marxistas.

No solamente hemos abandonado el Estado de derecho, sino que el Estado mismo ha perdido su prioritaria razón de ser, cual es garantizar la seguridad de la población. Ahora la población vive a merced de las bandas de narcotraficantes patrocinadas por el régimen, de los vándalos y sicarios que están siendo organizados y armados como “colectivos” al servicio de los intereses del sátrapa, de las hordas guerrilleras que imponen su ley en gran parte del territorio nacional y usufructúan toda clase de beneficios estatales y, en general, de los corruptos y delincuentes de todas las calañas que gozan de la más absoluta impunidad obtenida con sus servicios de apoyo al partido de Gobierno.

No obstante, algo ha cambiado en los últimos meses: todas las encuestas arrojan una tendencia de caída en la favorabilidad del régimen. Los conciertos, espectáculos deportivos y reuniones masivas van acompañadas del clamor nacional de un extremo a otro del país: ¡Fuera Petro, fuera! En las elecciones regionales el poder soberano del pueblo propinó una monumental derrota a los candidatos afines a Petro y a sus aliados, indicándoles de manera contundente el rechazo total con su gestión.

Como colofón, la gran movilización anunciada por el Petrismo, constituyó un vergonzoso fracaso. A pesar de la licencia concedida a empleados públicos para asistir a las manifestaciones y la coordinación solicitada al M-19, Fecode, Pacto Histórico y demás aliados del Gobierno, solo unos pocos viandantes fueron sorprendidos por las cámaras en las ciudades de Bogotá, Cali y Medellín.

En contraste con esta espontánea, masiva y desinteresada actitud de las mayorías, continúa la representación política ignorando tamaña evidencia. Puede más el vil soborno que los convierte en prevaricadores que se niegan a tramitar el juicio por indignidad contra Petro por la violación de topes en la campaña electoral.

Son de una inmensa gravedad los males que nos aquejan. De igual manera deben ser los remedios a este desastre.

No pueden remediarse con insulsas declaraciones de los jefes políticos que nada están haciendo para impulsar la remoción del sátrapa a través del juicio ante el Congreso. Tampoco representan una suficiente fuerza las peticiones del sector privado para que se garantice el cumplimiento de la Constitución y las Leyes por parte de un Gobierno que no ha estado interesado en actuar dentro del Estado de derecho. Y, con todo respeto, las Cortes y demás despachos judiciales deben pronunciarse a través de fallos y resoluciones ordenando la investigación de los posibles actos delictivos cometidos, como el de la asonada, descrito puntualmente en el Código Penal, y no mediante etéreos comunicados a la opinión pública.

Nos queda a los colombianos de a pie seguir cumpliendo con nuestros deberes con la Patria y con el futuro de nuestras familias:

1.-Asistamos a la movilización del 27 de febrero para pedir que se adelante dentro de los términos legales el juicio contra Petro en la Comisión de Acusaciones de la Cámara.

2.- Unámonos dentro de una gran fuerza libre e independiente de los partidos políticos para que derribemos este régimen Petrista, organicémonos para ganar el poder en el 2026, restauremos nuestros principios y valores democráticos y reconstruyamos el país destruido por la izquierda radical dirigida por el guerillero Gustavo Petro.

3.- Seguimos a la espera de constituir un grupo coordinador compuesto por “los 300” líderes colombianos que, desde diferentes regiones y actividades, nos unamos, como los 300 espartanos que vencieron al ejército más poderoso de la tierra. Ya una docena de patriotas han ofrecido su concurso y esperamos lo hagan otros en los próximos días.