jueves, 25 de enero de 2024

El peligro avanza en medio del inmovilismo

Luis Alfonso García Carmona
Por: Luis Alfonso García Carmona

Comenzó el 2024 sin cambios en las peligrosas tendencias que conducen al abismo a la sociedad colombiana desde el arribo al poder de la izquierda radical, en asocio de sus indeseables aliados.

Entre tanto, continúa la clase dirigente evadiendo su innegable responsabilidad en la aprobación mediante el “soborno parlamentario” de los proyectos que a consideración del Congreso remite el Ejecutivo. Ese es el remedo de democracia que nos ha tocado vivir en esta aciaga hora de nuestra historia.

Por su parte, el sector privado, casualmente el sector que lleva todas las de perder en los regímenes colectivistas, escoge la política del avestruz y cree que su timorata actitud lo exonerará de las expropiaciones y ataques de todo tipo a la propiedad privada y a la libertad de empresa que el petrismo le tiene reservadas.

Por el contrario, sí existe una oposición extraparlamentaria, espontánea y mayoritaria, que no comparte la ideología socialista, ni los absurdos proyectos en que se ha empeñado el Gobierno, ni la rampante corrupción que se practica desde las altas esferas hasta los más alejados territorios, ni la inseguridad de los habitantes, ni la mediocridad de quienes son designados en altos cargos por su fanatismo o por sus aportes a la campaña electoral.

Tres aldabonazos han dado esa gran población de descontentos con el régimen: marchas multitudinarias de protesta, clamorosos llamados al “Fuera, Petro” en estadios deportivos, conciertos y ferias de Colombia, y una estruendosa derrota a los candidatos amigos del régimen en las pasadas elecciones regionales.

Vale la pena anotar que ninguna de estas manifestaciones de oposición ha sido coordinada por partidos políticos opuestos al Gobierno, pues estos dejaron de existir. Responden a una movilización de una fuerza cívica, independiente, sin caudillajes, que solo aspira al bien de Colombia.

¿Cuál debe ser el camino a seguir?

Encaucemos y organicemos de manera racional y sistemática esa gran fuerza independiente, y arbitremos los recursos económicos y tecnológicos para convertirla en el motor de cambio que requiere el país.

No nos preocupemos ahora por los elementos doctrinarios pues basta con saber que procuraremos defender nuestras raíces ideológicas contra la pretensión petrista de convertirnos en un narco estado afiliado a la órbita comunista.

Tampoco necesitamos poner el movimiento bajo la dirección de un líder, por el momento. Será un pequeño colectivo de emprendedores, líderes, administradores y activistas, quienes llevarán esta fuerza hasta el punto de registrarla como “movimiento significativo de ciudadanos” para obtener las mayorías parlamentarias y la Presidencia en el próximo período. En este largo camino que ahora emprendemos aparecerá –por sus propios méritos– el líder que todos los afiliados debemos elegir internamente.

Un feliz nuevo año deseo a quienes me honran con su acompañamiento en estas columnas, con mi encarecida invitación a participar en esta fuerza nacional para reconstruir a Colombia.