viernes, 26 de enero de 2024

De cara al porvenir: siquiera ya salimos de esto

Pedro Juan González Carvajal
Por Pedro Juan González Carvajal

La expresión coloquial a la cual se refiere el título del presente artículo tiene que ver con aquella situación incómoda que las circunstancias han hecho insostenible y que debe ocurrir, suceder o acaecer para que la expectativa permanente de un grupo de presión alrededor de una persona o una entidad que se haga cargo de algo, pase a ser una realidad consumada, aun cuando se sepa que, en la mayoría de los casos, no vaya a funcionar.

Y esto sucede en todas partes del mundo y obviamente, Colombia no puede ser la excepción. Veamos algunos ejemplos:

Ese gran jugador de fútbol que fue Maradona tenía una enorme influencia entre sus millones de admiradores y por ser campeón del mundo y ser catalogado como uno de los mejores jugadores de la historia, pues quería y tenía que ser entrenador de la selección argentina de fútbol, lo cual ocurrió para el Mundial de Sudáfrica en 2010, llegando a cuartos de final. Pero bueno, se salió de Maradona.

La presión a los Organizadores del Concurso Nacional de la Belleza por su supuesta postura racista llevó a que, coincidencialmente, la hermosísima señorita Chocó, Vanessa Alexandra Mendoza, se convirtiera en la primera Miss Colombia afrodescendiente en 2001. En Miss Universo ganó el título de “Mejor traje nacional” y se salió, por fin, de ese mito de racismo al interior del reinado.

Fue en el año 20081 que un equipo de fútbol salido del campeonato de ascenso fuera campeón por primera vez del torneo local, por encima de los equipos tradicionales. Ese campeón fue Boyacá Chicó. Y se salió de ese círculo cerrado de ganadores.

Gustavo Petro ha sido el primer presidente de izquierda en Colombia, después de decenios de oposición a los gobiernos tradicionales. Hoy está ejerciendo su mandato en medio de múltiples circunstancias complejas de todo tipo, con un muy elevado y tempranero desgaste. Independientemente a lo que suceda en el resto de su período, ya Colombia salió de ese acontecimiento por el cual ya habían pasado con mayor o menor éxito, múltiples países democráticos del mundo: tener y experimentar un gobierno de izquierda.

También la Iglesia Católica al nombrar a Francisco como Papa, les dio respuesta a las expectativas de los suramericanos con respecto a tener su primer Pontífice, un Pontífice no europeo.

Dejar constancia, salir de los sirirís, quitarse un peso de encima, son parte de las acciones o de las respuestas que las personas o las sociedades deben tomar para poder ir haciendo más liviano y fluido su trasegar.

Hoy estamos maniatados ante posturas que suenan absolutamente lógicas pero que al momento de llevarlas a la realidad no siempre generan los remedios esperados.

Alguien magnificará la figura de los consensos, como parte de un ejercicio democrático, mientras que otro lo podrá considerar como la renuncia a ejercer el liderazgo. Hay que entender que el consenso es un medio, más no un fin.

Otra circunstancia agobiadora es el extremismo al cual se ha llegado por defender el derecho de cualquier tipo de minoría, lo cual también suena lógico, pero que muchas veces atenta contra los derechos de las mayorías, lo cual suena incongruente, incoherente e inconsecuente.

El concepto de vulnerabilidad cuando se aplica a personas o comunidades también nos está acarreando problemas, ya que nos está volviendo proclives a la lástima, a la sobreprotección y muchas veces a la estigmatización, cuando no a la estrategia de la victimización por parte de algunos interesados.

Se ha salido de las manos el manejo del concepto de subsidio, lo cual es válido y legítimo como la acción de ayudar de manera temporal a aquellos que han sido víctimas de una tragedia o de una emergencia. Hoy por hoy, sin embargo, el subsidio se ha convertido en una postura y una estrategia populista, una forma de vida que incrementa el espíritu de la miseria y de la dependencia, acrecentando la pobreza espiritual, desestimulando el esfuerzo por salir adelante y fomentando la idea de hacerle esguince al trabajo.

Lo individual versus lo colectivo hoy están de nuevo en conflicto. La individualidad y la sociedad han de coexistir civilizadamente si queremos vivir en armonía, bajo el entendido de que la paz completa y permanente es una postura axiológica, una verdadera quimera.

El derecho a la intimidad y el derecho a la información chocan frontalmente y ponen a tambalear figuras como la libertad, la intimidad, la seguridad y otros principios que hacen parte de lo que hemos construido como civilización.

La concepción de “constituciones garantistas” ha hecho que el tema de los derechos esté imponiéndose lamentablemente al de los deberes, relación entre conceptos fundamentales que debe ser totalmente equilibrada.

La promoción, el desarrollo y el ejercicio de la tolerancia han de hacernos mejores humanos y representantes de nuestra especie, donde los conceptos de hombre (por antonomasia), de humano, de humanidad y de humanismo pasen de ser conceptos abstractos, a referentes éticos vivenciales.

Nota: paralelamente, hay asuntos que pretenden ser solucionados sin erradicar sus causas, lo cual lleva a la frustración de una gran expectativa y a terminar igual o peor a como estábamos. A la gente de mi generación se le vendió la idea de que había que acabar con Pablo Escobar para acabar con el narcotráfico. Se le dio de baja y antes que terminar, explosionó tanto el negocio como la inseguridad, ya que fue sucedido por una gran hidra de mil cabezas, sin control.

Igual sucede con la firma de acuerdos de paz que se sabe que generalmente irán acompañados de la aparición de disidencias que continuarán con sus acciones delictivas, mientras un gran porcentaje de los firmantes cumplen con los acuerdos.

Para iniciar el año con una sonrisa, tengamos presente que: “La inteligencia me persigue, pero yo soy más rápido”.