Por José Leonardo Rincón, S. J.
A
pocas horas del cierre de este año 2023, sería más productivo, en vez de pensar
en comprar las uvas verdes o en ponerse los cucos amarillos para la buena
suerte, sacar unos minutos para sentarse a reflexionar y hacer una evaluación
de lo vivido y un prospecto de programación para lo que viene.
La
vida se nos esfuma. Pareciera que el tiempo pasa cada vez más rápido. Cuando
uno es niño o joven da por descontado que vivirá muchos años, cuando uno se va
volviendo viejo, se encuentra con que el tiempo se agota. Entonces, cómo diría
el cachaco: dejémonos de vainas y aprovechemos el tiempo que nos queda. ¿Quién
dijo que viviremos largamente?
La
idea entonces es hacer un alto. Gústenos o no, es necesario acudir al
retrovisor. Mirando el pasado con ojos del presente seguramente encontraremos
muchas lecciones de vida. La conciencia nos dirá qué hicimos bien y nos
sentiremos satisfechos por ello y, también, nos dirá si nos equivocamos y qué
aprendimos de estas experiencias. Hay que tomar nota de ello. La vida no pasa
impunemente y quien no es consciente de su historia está condenado a repetirla.
De hecho, el ser humano es el único ser tonto que resulta reincidente en sus
errores.
Y
tendremos que ejercitarnos en planeación. A veces somos expertos en estos temas
y lideramos estratégicamente las organizaciones, pero somos ingenuos y muy novatos
frente a nuestra propia existencia. Hay que tener visión de futuro, hay que
señalar claramente el derrotero. Es importante tener bien puesta la brújula
marcando el norte de nuestra vida. Esa vida tiene sentido y si nosotros lo
tenemos claro sabremos qué querremos a futuro: qué tendremos que hacer, qué
tendremos que evitar. La mayoría de la gente no es feliz precisamente por ello,
porque viven como entes a la deriva en el mar de la vida, zarandeados por las
olas, sin rumbo claro y definido.
¿Qué
será del 2024? Pues será en buena medida lo que nosotros queramos que sea. Si
corregimos las equivocaciones, si nos proponemos ser mejores en todo sentido,
pero sobre todo mejores seres humanos, si fortalecemos nuestras cualidades y
todas aquellas cosas buenas que tenemos, si potenciamos nuestros valores, de
seguro será un excelente año. Por supuesto que no todo será color de rosa, no
todo irá sobre ruedas, no se darán todas las cosas que nos gustaría se dieran,
pero eso es precisamente lo que le da condimento y sabor a la vida, porque esos
retos nos empujarán a no estancarnos, a trabajar duro por nuestros propósitos,
a luchar por conquistar nuestros ideales. No hay que dar el brazo a torcer, no
hay que claudicar.
Bienvenido
2024. Hay mucho por hacer. Mejor dicho, está todo por hacer. El país, sus
instituciones, la gente… hay muchas cosas patas arriba, trastocadas,
desordenadas. Por eso hay que comenzar por organizar nuestra propia vida.
Quizás con ello contribuyamos a que las cosas cambien y sean mejores para
todos. Los invito a hacerlo y por eso les deseo un feliz 2024 cargado de
bendiciones y muchas cosas buenas. ¡Felicidades!