martes, 19 de diciembre de 2023

De cara al porvenir: la importancia de los rituales

Por: Pedro Juan González Carvajal

Pedro Juan González Carvajal

Un ritual es una secuencia de actividades que implican gestos, palabras, acciones u objetos venerados, realizados según una secuencia establecida, donde dicha secuencia generalmente es guiada por un valor simbólico.​ Los rituales pueden ser prescritos por las tradiciones de una comunidad, incluyendo una comunidad religiosa.

Un rito es el conjunto de prácticas establecidas que regulan en cada religión el culto y las ceremonias religiosas o así mismo, las prácticas establecidas con sus respectivas ceremonias, creadas por la sociedad alrededor de sus instituciones más representativas como lo son los ejércitos o los gobiernos.

Es una costumbre o acto que se repite de forma invariable, o una conmemoración que cíclicamente se repite en términos de calendario, ya sea, por ejemplo, la navidad, la independencia, un homenaje a una personalidad, un cumpleaños, un aniversario o un día cívico.

Existen algunos actos cotidianos que tienen un carácter ritual. Estos tipos de rituales son muy básicos como, por ejemplo, el acto de saludar, de despedirse, dar el pésame, pedir permiso, entre otros tantos. Estos son micro rituales y se diferencian de los ceremoniales porque estos cambian mucho más de prisa.

Un rito constituye, ante todo, una práctica, un mecanismo simbólico de la vida social, que, a escala general o sectorial, contribuye a la regeneración permanente o periódica de esa vida, a lo largo de las generaciones, mediante su repetición.

Existen diferentes tipos de rituales. Siguiendo a Grimes (1982), podemos diferenciar seis tipos de rituales: ritualización, decoro, ceremonia, liturgia, magia y celebración.

Digamos entonces que los rituales y los ritos son herramientas empleadas por los grupos de poder temporales para tratar de fortalecer y perpetuar su influencia ante un grupo social a través del manejo de las ideologías y de las emociones, dentro de las cuales se destacan el miedo, el odio y la esperanza.

Aun cuando obviamente son más influenciables los grupos poblacionales con poca educación, es también cierto que los otros grupos sociales más preparados, también coexisten con su influjo.

En el mundo organizacional podríamos hablar de la uniformización, de la estandarización, de la homogenización, entre otros varios conceptos que buscan garantizar un comportamiento que se debe dar entre unos parámetros previamente definidos.

El manejo de las masas se facilita si estos procesos y procedimientos se dan de manera seria y periódica, posicionándose como algo relevante en el mundo de la interacción social, con un trasfondo innegable del ejercicio de la autoridad.

Reglas de juego, premios y castigos, son elementos básicos en el ejercicio del poder, donde los razonamientos individuales y colectivos, todos, sin excepción, se ven sometidos a dimensiones superiores de influencia en lo terrenal, con perspectivas particulares con respecto al más allá, a lo que puede suceder o no después de la muerte.

Los seguidores suelen llamarse feligreses, adeptos, soldados, ciudadanos, empleados, obreros, entre otras variadas denominaciones y dimensiones y todos son preparados tal como lo expone Rousseau, para que sepan comportarse en sociedad, donde las nociones de pecado y perdón, legalidad e ilegalidad, héroe o traidor, correcto o incorrecto, marcan la pauta y cercenan libertades individuales permitiendo los constructos colectivos “civilizados”.

En fin, la amalgamación organizacional y social requiere de elementos, herramientas y estrategias que les permitan a los humanos comportarse como seres sociales, evitando así comportarse como lobos.